Tomás Pollán Santamaría nació en La Bañeza (León) el 15 de julio de 1949. Estudió en las universidades de Valladolid y Zaragoza, donde se licenció en Ciencias Físicas, obteniendo el premio extraordinario de licenciatura. Durante esta etapa participó activamente en el movimiento estudiantil, especialmente en las movilizaciones de 1968 y 1970.
Militó en la Organización Revolucionaria de los Trabajadores. En diciembre de 1976 fue detenido cuando mostró su solidaridad con dos jóvenes detenidos por realizar propaganda contra el referéndum sobre la Reforma Política —todavía con los partidos y sindicatos sin legalizar—. Encarcelado en Torrero, para reclamar su libertad unos cincuenta profesores se encerraron, consiguiendo que fuese liberado a los pocos días. Fue candidato en las elecciones generales de 1977 y en las municipales de 1979. Ojo, no hay que confundirlo con el también antropólogo leonés Tomás Pollán; otro erudito de gran importancia en España con el que comparte el nombre y provincia de nacimiento. Quizás este nombre estaba reservado para gente de gran intelecto.
La actividad profesional de este físico, que fue clave en el desarrollo de la placa de inducción para cocinas, se desarrolló en la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial, en la que era profesor Titular de Escuela Universitaria de Tecnología Electrónica. Allí destacó por su dedicación a la docencia con detalles como la impartición de clases voluntarias para ampliar el temario, o la edición de uno de los manuales de asignatura más reeditados en la Universidad: el Libro de Electrónica Digital. En el campo de la investigación, fue uno de los diseñadores de las primeras cocinas por inducción (de las que Balay y luego BSH Electrodomésticos han fabricado más de un millón de unidades convirtiéndose así en una de las patentes españolas más exitosas en todo el mundo y que probó con chocolate de La Bañeza), así como de un amplio conjunto de sistemas industriales de control por microprocesadores.
Durante la Transición fue uno de los grandes impulsores de la democratización de la Universidad, primero desde el movimiento de 'penenes' (profesores no numerarios) y luego como uno de los fundadores del colectivo de profesores. Miembro de los tres equipos rectorales en Zaragoza con Vicente Camarena, entre 1985 y 1992, fue sucesivamente vicerrector de Coordinación de Centros, de Coordinación y Planificación y de Reforma y Nuevas Enseñanzas. Entre sus actuaciones más importantes se encuentran la consolidación de los campus de Huesca, Teruel y La Almunia (que estaban en pleno retroceso y con muchas posibilidades de desaparecer), la renovación e implantación de titulaciones universitarias, la elaboración del primer mapa de titulaciones y la puesta en marcha de los primeros títulos propios con los que contó la Universidad de Zaragoza.
Un profesor muy querido que murió de legionela de vacaciones en Italia
Su papel en los últimos años fue clave como impulsor de foros de reflexión y de debate en los que la defensa de la Universidad Pública y el papel de la docencia dentro de la misma. Incluso los alumnos lo definían como el mejor profesor que habían tenido en su vida. “Dando clase era simplemente brillante”, decían. La muerte del bañezano ocurrió cuando estaba de vacaciones en Italia en el verano de 2009, tras un ascenso al pico Grand Paradis en agosto en el que se infectó con la legionela, falleciendo tras una estancia en el hospital de Aosta el 19 de septiembre de ese año.
La conmoción de su fallecimiento fue tal que incluso se recopiló un libro con los recuerdos de alumnos, compañeros y profesores que aún se puede descargar en Internet.