“Llegas a tu casa, te duchas, pero ese olor no se va. Te vas con él a la cama y te despiertas con él. Esto lo siento yo, que vivo en Valencia capital y no en una de las zonas afectadas. Imagínate lo que sentirán a diario las personas que viven allí al ver que la situación no mejora. Al sentirse también, claro, abandonadas por quien no hace su trabajo”. Estas palabras las pronuncia Carmen Corona Sobrino con la mirada puesta en el Palacio de Gaudí de su Astorga natal, ciudad a la que regresó estas navidades, pero con la mente puesta en su regreso a Valencia.
Corona Sobrino lleva en Valencia desde el año 2012. Desde hace un año y medio trabaja en la capital del Turia como ayudante de Doctora en el Departamento de sociología y antropología social. Mientras le da vueltas al café, recuerda esas primeras horas, esos primeros días en los que la radio se convirtió, de alguna forma, en la única fuente de información. “Una amiga de La Torre nos pidió ayuda. El día 1 de noviembre, tres días después de la DANA, estábamos allí. Nos costó una hora llegar andando, y al hacerlo vimos a decenas de personas como nosotras. En ese momento nos empezamos a hacer una idea real de la tragedia”.
Carmen describe con detalle cómo es l´Horta Sud. Casas bajas, casas de huerta, construidas la gran mayoría en zona inundable y habitadas tanto por gente humilde como por gente con grandes rentas. Recuerda un momento en el que vio a cuatro bomberos y a dos policías. “Fue duro, porque pensé, ¡es la primera vez que veo a alguien de algún cuerpo por la zona!” Relata que la situación de abandono y dejadez era angustiosa e inexplicable. La palabra que le salía para definirlo, indica, era apocalíptico. No fue hasta el cuarto o quinto día, indica esta maragata, cuando la presencia de los bomberos y del ejército no empezó a ser más numerosa. “A la hora de limpiar las viviendas y ante la ausencia de una organización por parte de la Generalitat Valenciana, que es el organismo que tiene la competencia ante estas situaciones, sacábamos toda la basura para las calles. Muebles, electrodomésticos, enseres, comida, etc., con el riesgo de colapsar el barranco. Era todo un sinsentido”.
Universitat de València
La forma de proceder de la Universitat de València, desde el primer momento fue muy diferente a la de la Generalitat. A las 10:00 de la mañana la Universitat envió un mensaje tanto al alumnado como a los y las trabajadoras indicando que, si la presencia no era imprescindible, la gente debería irse a su casa. A las 12:00 envió un nuevo mensaje indicando la obligatoriedad de abandonar las instalaciones y permanecer en los domicilios. “Estamos hablando de unos cincuenta mil estudiantes y unos tres mil trabajadores. Esto hizo que mucha gente se salvara”, señala la trabajadora universitaria.
Carmen pone en valor la diferencia de trato recibido por parte de la Generalitat y por parte de la Universitat, destacando que, para lo grande que es la universidad, el trato fue cercano, y sobre todo, humano. “La propia decana llamó de forma personal al alumnado más afectado, unos doscientos, y la pregunta era: ¿Qué puede hacer la universidad por vosotros? Las medidas que se tomaron fueron desde aplazamiento de matrículas hasta pagos al Gobierno de España. Esto último se haría de forma posterior”. Carmen describe como la sensación sobre el trato de la universidad era de apoyo, de no abandono. “Lo que más rabia me puede dar es que el President de la Generalitat, máximo responsable de nuestro gobierno, criticara las medidas tomadas por la Universitat, tachándolas de exageradas”.
Otro de los puntos que destaca Corona Sobrino es que, teniendo a gente en la universidad con unos conocimientos elevados sobre lo que estaba ocurriendo, desde la Generalitat se ignorase completamente esta ayuda. Recordar que, de las ocho mejores universidades de España, dos están en Valencia.
Voluntariado
“No fueron capaces ni de organizar el voluntariado, realmente nos sentíamos abandonadas. La sensación de rabia fue muy grande”. Recuerda, una vez más, con la mirada en ninguna parte y el café entre las manos. Para hacerse una idea, la zona afectada fue de unos doscientos cuarenta kilómetros cuadrados, y con toda esa zona por recomponer, varias voluntarias indican que no apareció nadie hasta pasados tres días. “Vas como un zombi llevando fruta, con barro hasta las rodillas, mientras piensas que no hay nadie detrás organizando toda esta catástrofe”. La sensación de orfandad crecía con las horas. Otro hito importante fue el momento en el que Carlos Mazón amenazó con multar a la gente que, de forma voluntaria, iba a ayudar en las tareas de limpieza. “Como voluntarias pedíamos ayuda, organización, pero lo que recibíamos era la nada. Durante todo este tiempo, no solo en los primeros días, queda más que demostrado que el cargo de President le queda muy grande”.
Negacionismo y bulos
Otro de los factores más importantes en esta DANA es el negacionismo del cambio climático y las mentiras difundidas por ciertos medios de comunicación a sabiendas de que están mintiendo. “Después de que se demostrara que la AEMET avisó con varios días de antelación de que algo así podía ocurrir y de los sesenta y dos avisos que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) envió a Mazón mientras este comía, se miente deliberadamente con el único objetivo de librarse de una culpa que tiene nombre y apellidos”, aclara Carmen. Recordar que se vieron a supuestos periodistas tirándose al suelo para aparecer con barro en sus emisiones, otros que hablaban de miles de muertos en un parking cuando no hubo ni uno, más lo que se conoció como el safari de ultraderecha. Un ejemplo de ello fueron los aficionados del Frente Atleti gritando ¡Sieg Heil!. Este safari tuvo una duración muy breve, retirándose de Valencia tan pronto como se apagaron los focos mediáticos.
Futuro
Uno de los trabajos que Carmen observa de cara a futuro, aunque hay quienes ya lo están haciendo es la restauración de fotos familiares. “Veíamos a gente a la que ya no le quedaba absolutamente nada recoger los restos de sus fotos familiares. Una muestra de que lo habían sido, de lo que fueron. Por eso la memoria es tan importante”, explica.
Otro contraste que impactó a varios voluntarios fue el siguiente. “Vimos un pequeño taller de bicicletas del que se estaban sacando herramientas y varias bicicletas antiguas. Su dueño pensaba que, si no tiraba ese material inservible, no iba a avanzar nunca. Son momentos en los que tienes que poner una balanza y elegir entre lo que quieres y puedes salvar y de lo que te tienes que despedir para siempre”.
“Hay un detalle amargo en cada casa, con cada muerto, en cada recuerdo, y parte de todo esto se pudo evitar. Eso es lo que nos quedamos miles de valencianas y valencianos, en que parte de todo esto se pudo evitar. Necesitamos pensar, aunque ya llegamos tarde, en una nueva forma de urbanismo, en una nueva forma de vida”, concluye.