70 aniversario del Colegio La Asunción en León

D. Fidalgo

Este miércoles 10 de octubre de 2012 se cumplen 70 años del inicio de la actividad educativa de las Religiosas de la Asunción en la ciudad de León. El comienzo de esta acción educativa se realizó en la calle Serranos, en lo que fue el Palacio del Marques de Lorenzana. A las Religiosas de la Asunción siempre se las ha llamado “asuncionistas” o al colegio se le ha denominado “La Asunción”. Pero la realidad nos pone tras la pista de la fundación del colegio en la calle Serranos con el nombre de Colegio de Nuestra Señora del Camino.

Evidentemente, la advocación del primer colegio corresponde a la figura de la Patrona del Antiguo Reino de León: La Virgen del Camino. Así pues, a la llegada de las Religiosas de la Asunción a la ciudad de León probablemente siguieron las indicaciones que el propio obispo don Carmelo Ballester Nieto les dio para adaptarse a la ciudad, y qué mejor manera que fundando un colegio con invocación a la Virgen de León.

El edificio que albergó el Colegio Nuestra Señora del Camino es el conocido como palacio del Marqués de Lorenzana, asentado en la antigua Calle de la Compañía ya que en ella se alzaba el templo de los Jesuitas. El edificio lo constituye una portada monumental con arco de medio punto con grandes dovelas, enmarcadas en pilastras jónicas, de fuste estriado y cajeado, situadas sobre ménsulas situadas a la altura de la línea de imposta del arco. Las enjutas se decoran con motivos vegetales. Sobre la portada se encuentra el escudo que mezcla las armas de los Quiñones, los Tovar y los Osorio donde dos grandes leones sostienen el blasonado. Es una construcción del siglo XVII cuyo propietario fue don Álvaro de Neyra y Quiñones, Caballero de Santiago, señor de Coladilla, adelantado del Reino de León que recibió el título de Marqués de Lorenzana.

Desde finales del siglo XIX, abandonó el palacio su uso señorial y en el siglo XX fue la sede del Colegio Nuestra Señora del Camino. Además vivió en el edificio la familia del Arquitecto Lázaro, que en el siglo XX realizó restauraciones en la Catedral de León. Por la cercanía a la Pulchra Leonesa, el propio arquitecto utilizó la casa como taller de reparación de vidrieras. Volviendo a los primeros pasos de las Religiosas de la Asunción en León, nos encontramos con una casa que en poco más de un mes se tuvo que acondicionar con los recursos que los padres de las niñas pudieron ceder en un momento histórico en el que la ciudad no se encontraba en una situación económica buena, pero con el trabajo y el esfuerzo de todos lograron que estuviera casi adaptada para la fiesta de San Froilán, el lunes 5 de octubre, ya que el propio Obispo Don Carmelo Ballester acudió a la citada casa para celebrar la primera misa en un oratorio muy pequeño que contaba con un altar que el propio obispo habría regalado a las asuncionistas.

Las ocho religiosas que comenzaron la singladura de las Religiosas de la Asunción en León realizaron sin lugar a dudas un inconmensurable trabajo con ayuda de los padres de las futuras alumnas que colaboraron desinteresadamente en la gran obra. Pese a que con esta misa se aparentase que todo estaba preparado para la apertura de curso el jueves 8 de octubre de 1942, la realidad era que la situación de la casa no iba a poder ser la apropiada hasta

dos días después, como podemos comprobar en el anuncio que encontramos en la pagina segunda del Diario de León de ese día con el siguiente texto: “Colegio Nuestra Señora de la Asunción. Retrasada la apertura de curso por causas ajenas a la voluntad de las profesoras, las religiosas asuncionistas, se pone en conocimiento de las alumnas que las clases empezarán el próximo sábado, a las diez de la mañana en el edificio del Colegio (Serranos, 5)”.

Así pues, hasta el sábado 10 de octubre de 1942 no pudieron comenzar su labor las Religiosas de la Asunción en la ciudad de León. Esta tarea educativa se comenzó con la Misa del Espíritu Santo a las 10 de la mañana. Los archivos del colegio cifraban en 80 niñas el alumnado con el que comenzó el colegio. Pese a que las condiciones no fueron las más apropiadas para poder impartir clase en la casa de Serranos, desde 1942 hasta 1949, se realizó una insuperable labor en el viejo Palacio de Lorenzana. Cuando las Religiosas de la Asunción abandonaron la casa para trasladarse a las afueras de la ciudad en 1949, el propietario del inmueble, don Eduardo Martínez, solicitó la licencia municipal para reformar el edificio eliminando las cuatro ventanas inferiores, convirtiéndolas en puertas para un mayor aprovechamiento en el nuevo uso de viviendas particulares.