Castellanizando las Casas de León

Máximo Soto Calvo

El intento de apagado del fuego sagrado de lo leonés, representado fuera de la Región Leonesa por las Casas Regionales de León, ha sido una constante, pareja al propuesto borrado de la identidad leonesa desde los albores autonómicos que nos amarraban a una parte de Castilla.

Con Juan José Lucas presidente del ente entre 1991 y 2001, hicieron avances muy serios tendentes a ello, desde la asunción de competencias en 1994, que se sustancian en la propuesta de Reforma estatutaria 1996, y quedan marcados en la de 1999.

En un artículo titulado: 'Una vía de agua llamada Lucas', comenté en los 90 la intentona del presidente para la introducción de lo castellano en nuestra Casas leonesas. Decía: La Casa de León de Madrid se nos ha antojado siempre como el “buque insignia” de estas Casas, verdaderas parcelas leonesas en la lejanía del terruño... un paso más del señor Lucas, presidente autonómico, para la 'toma de León', quien ha ido perdiendo miedo a los leoneses reivindicativos, desde que, no sin sobresaltos y muestras de rechazo popular para él y otros próceres autonomistas, arribaron a León en el demorado acto del “discurso institucional del llamado día de la Comunidad”, 24 de abril 1996...

Es menester recordar que, no ha mucho, desde el ente autonómico se habló y escribió sobre la negativa política de “sal” a las Casas de León que no pasaran a llamarse 'castellanoleonesas'; aceptaran a los castellanos; o “adaptaran los estatutos a la normativa vigente” —según una ley que más adelante citaremos—, lo que no dejaba de ser un taimado intento de hacer pasar a nuestras Casas por un aro que, posteriormente, y aceptado el cambio de denominación, supondría, cuando menos, favorecer la dinámica acosadora a la personalidad leonesa.

El 30 de Mayo de 1986 las Cortes Autonómicas aprobaron una Ley que, desarrollando el artículo sexto del antiguo texto estatutario, iba encaminada a “fomentar el asociacionismo de los castellano-leoneses”. Y “a compartir la vida social y cultural del pueblo 'castellano-leonés' (escrito tal como lo he puesto), como vemos todo en beneficio de un supuesto pueblo, invento político. ¿Recuerdan? Fue justamente cuando las Casas de León que se negaban a modificar los estatutos, eran denominadas desde el ente: ”aldeanas“.

Todo parte del intento inicial, sostenido y persistente de ahormar a castellano y a leoneses, en una nueva “cultura” autonómica —ellos preferirían leer regional— olvidando lo propio y adoptando otras cosas procedentes de una ficticia fusión, cual si esto fuera tan sencillo como despojarse de una chaqueta y colocarse otra. Tan sólo les faltó decir que León como provincia, puesto que no reconocen al León regional, no gozaba del derecho de tener casas representativas. El entonces presidente de la Casa de León en Madrid, don Francisco Cadenas Allende, lo dejó bien claro “mediáticamente”: “no sé por qué se empeñan en creer que León y Castilla son una misma región, León será siempre León...”

No sabemos si don Juan José Lucas, en esta visita y ocasión, llevaba junto a un “pan”, una propuesta de rótulo para que, en la calle del Pez en el primer piso del número 6, en el futuro se leyera: Casa de los “ciudadanos de Castilla y León”; dado que, además, así se adaptaría al cambio estatutario autonómico que suprime el 'castellano-leonés', ése que no han sido capaces de sostener por falta de legitimidad, y de veracidad para ganarse el sentimiento popular.

Dúctilmente, reconoció en su discurso, que “la identidad regional actual —señor Lucas: comunitaria— está poco madura...”. Las identidades no se crean por ley, es la provechosa lección que han de colegir. ¿Por lo tanto, cómo va a llegar a la sazón tal entelequia? Durante su oratoria sobre la España de las Autonomías, con ribetes doctorales ocasionales, dice el periodista, hubo de reconocer que esta Comunidad surgió de pactos políticos; he ahí una gran verdad, por supuesto motivo de la inmadurez regional aludida.

Lo que no dijo es que, popularmente en León, fueron protestados; reivindicando los leoneses, al mismo tiempo, autonomía propia y diferenciada. Seguidamente, en el hilo discursivo, sonó un cerrojazo, afirmó: “¡El proceso es irreversible!”. Algo que, ni políticamente ni por ley, es sostenible. Para algunos, incluido el autor de la reseña del acto, resultaba sorprendente que tan sólo se viera la bandera de León, y que, entre el auditorio, hubiera abundantes “forofos leonesistas”; añadiendo algo más sorprendente aún: “Predominaban los socios de a pie ”.

¿Qué extraño verdad? Y desconocemos, aunque tampoco nos importa demasiado, si el público, los de a pie y los forofos, al que se sumaba algún político de León, a modo de séquito, irrumpió al final en algo más que aplausos de cortesía. Nos cuentan las crónicas que “salió airoso” del trance. Ciertamente un más que corto resultado para esta visita propiciada por el ente autonómico. No ha sido mucho el impacto, más bien insuficiente para abrir una vía de agua, y además sobraban 'calafateadores' para subsanar el problema. Quedamos tranquilos.

Este quedar tranquilos lo dije entonces, hoy no me atrevería a repetirlo, la asfixia de lo leonés, en todos los órdenes, desde el ente, va camino del 'consummatum'.

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