La Junta de Castilla y León lleva meses y años lanzando un mensaje de incremento “muy importante” del número de lobos en la Comunidad y un aumento exponencial de los daños que estos provocan por ataques a la ganadería. Con este mensaje tremendista se continúa exigiendo al Gobierno central que dé marcha atrás a la prohibición de cazarlos que impuso desde finales en 2021, bajo criterio Europeo, en las cinco provincias situadas al norte del río Duero donde sí se venían abatiendo por decenas cada año: Burgos, León, Palencia, Valladolid y Zamora.
Sin embargo, a pesar de estos mensajes, lo cierto es que el número oficial de manadas que acaba de desvelar el censo lobero presentado hoy tras años de trabajo en Castilla y León evidencia que esas manadas apenas han aumentado poco más del 3% en los doce años transcurridos desde el último censo, que data de 2012.
El censo no recoge número de individuos, según admitió en la presentación el consejero autonómico de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, sino manadas o núcleos familiares. Y en total se han identificado entre las cinco provincias al norte del Duero 161 manadas de esta raza cuando hace doce años la cifra era de 156. Eso arroja un crecimiento exactamente del 3,2% y coincide además con el hecho de que antes se cazaban y desde 2021 está prohibido.
Hay que recordar que el volumen de batidas autorizadas por la Junta en provincias como León, hasta que la especie se incluyó en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre), se contaban por decenas de lobos muertos por disparos autorizados. En los ocho últimos años de permisividad, la Junta autorizó acabar con 356 lobos sólo en la geografía leonesa, y de ellos fueron abatidos 189 ejemplares. Lo que algunos expertos conservacionistas censuraron como un “pozo negro” que comprometía el desarrollo natural de la especie y sin embargo la Junta, por boca del consejero Quiñones, nombraba como “extracciones” y aseguraba que mantenía el equilibrio y reducía los daños e indemnizaciones a los ganaderos. Unos pagos que durante años han sido muy escasos y lentos por parte de la administración.
El sur del Duero se lleva la palma
Donde de verdad se ha producido un verdadero aumento exponencial y porcentual es en las cuatro provincias del sur del Duero -Ávila, Salamanca, Segovia y Soria-, provincias en las que nunca se ha podido ni se podrá tampoco plantear ningún tipo de control cinegético a través de caza deportiva. En esta zona las manadas han aumentado aumentando casi un 40%, en concreto pasando de 23 en el último censo a 32 calculadas ahora.
Y esta estadística es la que tira de los datos generales en los que hoy la Consejería de Medio Ambiente ha incidido: que en su conjunto Castilla y León cuenta con 193 manadas de lobo reflejados en este último censo decenal 2022-23 elaborado, insistieron varias veces, exclusivamente con criterios “puramente técnicos”. Comparadas con las 179 del mismo trabajo pero hace doce años, el incremento total del lobo en la Comunidad se cifra en un 8% más de manadas.
Otro dato que destaca es que Castilla y León ve cómo desciende su población respecto al número total de manadas de lobo ibérico que se estiman en el conjunto de España, debido sobre todo a que ha aumentado en otros territorios. Así, hace más de una década la Comunidad albergaba el 60,3% del total de lobos de España y ese porcentaje ahora se sitúa en el 59%, algo más de un punto menos que hace un decenio. Sin embargo, aunque el censo no contabiliza lobos sino manadas, Quiñones sí lanzó en la rueda de prensa la comparativa de que “Francia tiene en torno a mil lobos en todos el país y sólo Castilla y León, hasta 1.700”.
El encargado de desmenuzar algunos datos del nuevo censo decenal fue el director general de Patrimonio Natural de la Consejería, José Ángel Arranz. Relato que la mayor concentración de ejemplares de lobo se da en la provincia de León, donde llegan a campar 74 manadas (el 38,3% de las manadas de la Comunidad) pero con 66 sólo dentro de su geografía, ya que comparte ocho manadas con Asturias, cinco con Galicia y una con ambas autonomías, según los datos de campo.
En León y Zamora, “saturadas”, la Junta dice que “no cabe una manada más”
Le siguen Zamora, con 46 manadas (38 con centro en la provincia); Palencia, con 35 (28); Valladolid, con unas “sorprendentes” 22 manadas (17); Segovia, con 20 (13); Burgos, con 18 (12); Ávila, con 15 (12); Soria, con 6 (4); y Salamanca, con tres y todas con centro en la provincia. Llama mucho la atención que en Burgos, teniendo territorio de Cordillera Cantábrica, se contabilizaran hace doce años 17 manadas y ahora sólo 12.
Con estas cifras, Arranz señaló que en territorios del norte de León y de Palencia hay “saturación de manadas”, es decir, que existe más población de cánidos que los recursos para su existencia, principalmente alimento: “Están saturadas y ecológicamente no cabe una manada más”. Sin embargo, esto contrasta con el hecho de que la Consejería admite en sus estadísticas oficiales sobre daños causados a la ganadería que su número ha resultado muy desigual en los últimos años en León. Y así, por ejemplo, en el año 2021 hubo 204 ataques reclamados y en el año 2022 aumentaron a 211, sólo un 3,4% más.
Quiñones: “Yo no he ido a contar lobos”
Eso no evita que el discurso oficial de la Junta sea contra el mantenimiento de la prohibición de la caza de esta especie al norte del Duero. El consejero insistió hoy en que el censo es un “trabajo técnico, no político”: “Yo no he ido a contar lobos. Desde ese punto de vista no es discutible. Está hecho con seriedad y rigor”, manifestó. Y aunque eludió hacer una valoración política de los datos, sí anunció que convocará a las autonomías “loberas” en “el calendario más inmediato” posible para coordinar sus acciones y exigir la recuperación la gestión de esta especie por parte de las Comunidades autónomas, para que se pueda volver a cazar el lobo en todas ellas.
El consejero, además, ha apostado por aprovechar que el “movimiento clarísimo” en las instituciones europeas a modificar el régimen jurídico del lobo en la Directiva Hábitats y en el Convenio de Berna para la conservación de la vida silvestre y del medio natural en Europa, una oportunidad para “convencer a las autoridades europeas de que esa diferenciación de población al norte y al sur del Duero no tiene una base científica”.
El trabajo del censo
El jefe del servicio central de Espacios Naturales, David Cubero, explicó la metodología seguida con 20.800 kilómetros de rastreos previos en los meses de junio y julio, la instalación de más de 2.007 estaciones de fototrampeo y 297 estaciones de escucha y 146 estaciones de observación directa, que se han traducido en 2.523 fotografías, 63 escuchas de aullidos y 859 avistamientos.
Respecto a los indicios indirectos, también se han elaborado 3.678 fichas de excrementos, 1.085 fichas de rastros de huellas, 172 fichas de rascaduras y 118 fichas de restos de alimentación de prensa silvestres, concentrados principalmente en las zonas del norte de León y de Palencia.