Reivindicar lo leonés es cuestión de todos

No cabe duda que aquellos personajes de esta nuestra tierra, inmersos en labores de relevancia, al menos en el plano nacional, con nombre y prestigio, sea en la disciplina que sea, no deberían pasar por alto que es de vital importancia dejar oír su voz, autorizada, intercalando un mensaje, recuerdo de lo leonés, a la menor oportunidad. Reivindicación para la que no son necesarias estridencias. Siempre hay lugar para ello. Claro, para tal cosa hay que sentirse leonés, comprender y valorar la situación actual, y con la vista en lontananza.

Viene dada esta elucubración defensiva, en parte, por haber leído recientemente en internet, que un grupo, en el que intervino David Díez Llamas, marcando su posición, ya dada a conocer, se pedía que en nuestra más leonesa institución, la Diputación, se instalara “una oficina”, otra forma de defensa, de reclamaciones ante aquellos organismos o personajes particulares, errados en sus nominaciones, olvidos y procedencias, al situar a León o lo leonés, acoplado a otros territorios o confundido con la terminología que emplean desde el ente autonómico. Siempre dañino. 

Luego, connotado en parecida medida, tenemos la carencia de voces defensoras, especialmente en los grandes medios. Profesionales en ellos, de modo sensible los de ahora, que pasan por alto todo. Nos faltan voces autorizadas, como decía al arranque, que, mediante una puntualización bien introducida, una corrección al contertulio, un proceder didáctico, que no deja de ser un “enseñar al que no sabe”, no lo practican.  Así, en cada situación, ajustando a la realidad lo nuestro, sería la siembra de realidades de lo leonés que iría poniendo en valor lo nuestro, de modo especial, cuando la anomalía dicente, ya escrita, ya hablada, tenga incidencia negativa. 

Ser “de León” y ser leonés

Partieron estas letras, teniendo ya en la memoria lo apuntado sobre “la oficina”, cuando pasé a leer una entrevista al actor de León, Carmelo Gómez. Fíjese el lector que he dicho de León y no leonés. Y lo hago, porque entiendo que para la ocasión, y otras similares, con intencionalidad, requiere poner cuidado en el matiz como trataré de exponer. 

Sobre esto, ya años atrás, “a mí manera”, alejado de toda “elucubración metafísica”, y para una toma clara de posición, quise mostrar mi idea diferenciadora entre ambos conceptos. Ser de León, viene de origen o nacencia, y valen también las adopciones; la implicación y compromiso de ser leonés es, más arraigo, más motivación, más compromiso. 

Ítem más, añadir que, partiendo del ser leonés, pasión y vida, se podía llegar al leonesismo, sentimiento ultrasensible por lo nuestro, pero no imprescindible para vanagloriarse de lo leonés, defenderlo y darlo a entender. Ya que, “ser leonés”, más un serio compromiso de serlo, son buena base y fundamento para fijar posiciones leonesas, o si se quiere adornarse sentimentalmente de leonesidad, defensiva y esclarecedora, que tiene gran valor demostrativo.   

Nada que objetar sobre Carmelo Gómez como actor, ya sea de teatro, “que lleva en la sangre”, según dice; ya de cine, faceta esta que ha llegado a considerar como maravillosa. Si bien, se apartó de rodajes y papeles por una razón aparentemente extraña, le robaba sueño y le añadía inquietud, entre depresión y tristeza; dicho así o entresacado de algún comentario publicado sobre él, sin añadido alguno por mi parte y mucho menos intentar descontextualizarlo dado que mi intención tan sólo pasa por hablar, en corto, versión estricta, de lo leonés, por aquello de la defensa y puesta en valor. 

Carmelo, no ha ocultado que es de León, de Sahagún.  El motivo esencial de este escrito, el olvido de lo leonés, es el que se ha de tener en cuenta, no centrarse en nuestro paisano el actor; o que, en cierta manera, pueda interpretarse como personalización, que no es tal, sí interesada coyuntura. Sencillamente me está dando pie, no a réplica, sino a la  puesta “en escena” de mis pareceres leoneses.

'Nuestros' políticos

Aun cuando no sea necesario, es evidente que debo añadir aquí aquello de que Carmelo, no es culpable de situaciones anómalas de lo leonés, más allá de lo que podamos serlo sus conciudadanos. Nuestros políticos son los causantes de la situación que vivimos, el paisanaje de la tolerancia, por aceptar olvidos, tolerar ninguneos, y además votarlos. 

Ayer pudimos leer que un joven actor nacido y residente en Norteamérica, Miguel Ángel García, de padre leonés, de la comarca de Sahagún, tiene enormes deseos de venir, un buen día, a construirse una casa en Grajal, el pueblo de sus antepasados que pudo conocer de modo ocasional al lado de sus abuelos; añora algo tan sencillo, como bucólico: que “sus hijos pesquen cangrejos en el rio”. Parece apasionarle lo nuestro, que en parte es lo de él, a poco empeño que ponga.  Va esto con la sencillez de inciso.

Quiero levantar la voz, para romper los onerosos silencios sobre lo leonés; aunque sean peores los sometimientos que conllevan, y no va esto propiamente por Carmelo.  Lo que me sorprende, como en todos los que han descollado en algo, y tienen caché, es que no hagan movimientos reivindicativos de la personalidad leonesa; mi temor pasa por interpretar que la permanencia en el ente autonómico, motivo de la ruina progresiva leonesa, en todos los órdenes, no les esté haciendo mella. 

Espero, por el bien de todos los leoneses, que no tarde en sonar una campana a concejo, cual despertador y alerta de nuestra decadencia, que haya un líder que se apreste, y nos sintamos aludidos, para emprender la mejor de la ruta para todos.

 ¿Quién o quiénes deben marcar el camino?