La Montaña defiende título, y lo hará con toda su entrega; la Ribera pugnará para recuperarlo con parejo empeño. A priori, con respeto y alago mutuo, no se puede señalar claro favorito. Treinta y cuatro luchadores por cada una de las formaciones de las dos comarcas delimitadas por la vía del Hullero saldrán a competir por el honor de los suyos, de su tierra, de sus pueblos, en ese corro que resume lo más antiguo y lo más actual, lo más genuino de los aluches.
En cada uno de esos dos grupos, unidos (hecho único en actividad deportiva alguna), para lograr el objetivo común, luchadores de todas las edades, desde los benjamines a los consagrados campeones séniors. El objetivo pretendido, seguir el modo tradicional de reto y mantener uno (sólo uno puede quedar) en pie, para recoger el símbolo de la victoria que comparten no sólo los luchadores sino todos los integrantes de sus aficiones. Esa afición vive de manera especial, la más especial de la lucha, el gran corro que hace sentir toda la fuerza, el alma, de la lucha leonesa.