El Musac de León en la encrucijada: auge, caída y repunte de un museo que pasó de 150.000 a menos de 50.000 visitas

Todos los vientos soplaban a favor. El mundo estrenaba siglo y milenio, el arte afrontaba ese reto, las comunidades autónomas creaban espacios expositivos, la tendencia económica iba al alza, las inversiones eran generosas, León crecía en población y el público respondía. El Musac (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León) se lanzó en 2005 como un trasatlántico tras un gasto de 33 millones de euros de la Junta en construir un edificio emblemático, pronto tomó velocidad de crucero y en 2008 alcanzó las 158.290 visitas, récord imbatido hasta la fecha. Y el Gobierno autonómico contrató a dos arquitectos que despuntaban en el panorama patrio y que terminaron de consagrarse con esta obra: Mansilla y Tuñón.

Los vientos empezaron algunos años después a soplar en contra. España y el mundo se enfrentaron a una crisis económica de importantes dimensiones, León ciudad y provincia comenzaron su declinar demográfico, las inversiones se redujeron drásticamente (el gasto en compras de nuevas obras de arte se quedó en apenas 51.300 euros entre 2011 y 2015 cuando había sido de 3,8 millones entre 2007 y 2008), desde 2012 se implantó el cobro por entrada y el público dejó de responder. Las visitas cayeron casi a la mitad cuando dejaron de ser gratuitas (y en 2013 anotó 48.048, la cifra más baja sin contar la pandemia). El círculo negativo se cerró con la crisis sanitaria de la COVID: las restricciones dejaron las estadísticas en 19.652 en 2020 y 24.370 en 2021.

Ahora los vientos del centro de arte contemporáneo parece que vuelven a soplar a favor. La nave retoma el rumbo: 50.985 visitas en 2022 (el Centro Galego de Arte Contemporánea de Santiago de Compostela cerró ese ejercicio con 49.150) y 57.078 en 2023. “La cifra de visitantes es una cifra llamativa, pero no es ni mucho menos la única métrica que analizamos. Si nos quedáramos en eso, no hablaríamos de un museo, sino de un parque de atracciones”, empieza por relativizar el actual director del Musac, Álvaro Rodríguez Fominaya, al aludir a otros factores como “la preservación del patrimonio” y “la investigación y la interpretación” en un edificio que ofrece un servicio público. Al frente del museo desde finales de 2021, Rodríguez Fominaya, que destaca otras variables como la aparición de un reportaje de dos páginas completas en The New York Times el pasado marzo a partir de una exposición de la cubana Ana Mendieta (“y eso no había pasado nunca”, subraya“), huye de comparaciones.

La cifra de visitantes es una cifra llamativa, pero no es ni mucho menos la única métrica que analizamos. Si nos quedáramos en eso, no hablaríamos de un museo, sino de un parque de atracciones

“Un museo se mide por la excelencia de sus proyectos y la calidad de sus colaboradores”, señala la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León para ponderar también la presencia en reseñas y reportajes de prensa nacional, especializada e internacional, la calidad de los comisarios de las exposiciones, la subida al puesto 62 en la clasificación del Observatorio de la Cultura de 2022 y la afluencia mayor que la media de los centros museísticos españoles (situada en 35.221 visitas en 2022) para concluir que se encuentra en una “senda ascendente y de relevancia”. “Gracias a proyectos conjuntos con importantes centros internacionales, el Musac es nuestra institución cultural más internacionalizada y, por lo tanto, el embajador de nuestra tierra en los circuitos mundiales del arte”, concluye.

El historiador del arte y divulgador Miguel Ángel Cajigal, conocido como El Barroquista, también relativiza. “Es una auténtica barbaridad tener más de 100.000 visitantes (el Musac se mantuvo por encima de esa barrera desde 2005 hasta 2010). Son cifras muy altas. Las cifras de ahora me parecen más normales”, valora tras dejar sentadas varias premisas. Una la pone el propio contexto cultural: “A partir de la crisis económica, el arte contemporáneo deja de ser una prioridad. Hay menos dinero para cultura (...). Y los festivales de música se han convertido en las nuevas pipas del ambiente cultural. Si no vas a un festival en verano, no eres nadie, aunque no te guste la música”.

Gestionado por la Fundación Siglo para el Turismo y las Artes de Castilla y León, el Musac cuenta para este 2024 con un presupuesto de 2,9 millones de euros. Con la salvedad de que hasta 2019 se estuvo pagando un alquiler del edificio y, a partir de esa fecha, una amortización por la compra, un repaso por las cuentas autonómicas y respuestas a preguntas parlamentarias sitúa el presupuesto de 2009 en 5,5 millones de euros. La inversión para lanzar el centro en 2005 fue de 4,5 millones de euros. Hay otras cuestiones más intangibles. En los primeros años lo habitual era que las exposiciones las inaugurase el consejero o consejera de Cultura; ahora la normal es que lo haga un director o directora general. “Cuando el espacio en sí mismo es una apuesta de política cultural nueva, suele haber más fondos y más presencia”, señala El Barroquista.

Cajigal aporta otro factor explicativo al hacer el repaso a la estadística. “La clave para las cifras está en el público no aficionado al arte (...). El Louvre no vive de gente aficionada al arte, sino de la gente que va a París y considera que tiene que ir al Lovre a hacerse una foto y decir que estuvo allí”, dice para evaluar la capacidad de los museos para generar una imagen de marca con el ejemplo más cercano del Museo Guggenheim de Bilbao. “El Museo de Bellas Artes de Bilbao es excepcional. Es uno de los mejores de España y de Europa. Es mucho más antiguo que el Guggenheim. Sin embargo, los turistas van al Guggenheim. ¿Por qué? Porque tiene mucha más visibilidad. En la escala de cosas que hacer en Bilbao, el Guggenheim es top 1. El Musac dudo que sea top 5 en León”, abunda al citar la Catedral, San Isidoro, el Barrio Húmedo o Casa Botines. “Y Gaudí sí es una marca”, abunda.

A partir de la crisis económica, el arte contemporáneo deja de ser una prioridad. Hay menos dinero para cultura (...). Y los festivales de música se han convertido en las nuevas pipas del ambiente cultural. Si no vas a un festival en verano, no eres nadie, aunque no te guste la música

Sin competencias sobre la gestión del centro, el Ayuntamiento de León considera al Musac como “un elemento de identidad de la ciudad”. “Y la propia arquitectura podría explicar en parte el éxito del principio”, sugiere la concejala de Acción y Promoción Cultural, Elena Aguado, al aludir a la colorida fachada de cristales inspirada en las vidrieras de la Catedral. El edificio, obra de los arquitectos Luis Mansilla y Emilio Tuñón, fue y, ahora en menor medida, es un elemento de atracción para un edificio ubicado en el barrio de Eras de Renueva, al margen del influjo del casco histórico y el centro de la ciudad. “Creo que el Musac es un gran museo y su director es un profesional con mucha experiencia y muchos contactos”, añade la edil. “Si no”, cierra el argumento, “no es fácil traer y montar una exposición como la de Ana Mendieta”.

Los nuevos vientos ya tienen traducción en la estadística. Rodríguez Fominaya lo sitúa en una “fase ascendente” que va más allá del “lógico” incremento de visitas una vez superadas las restricciones por la pandemia del coronavirus. La retrospectiva de Ana Mendieta ha ayudado a completar un aumento cercano al 50% en el primer cuatrimestre de 2024 en comparación con el mismo período de 2023. Y se espera para final de año el impacto de una muestra del chino Ai Weiwei. El horizonte inmediato está situado en rondar los picos cercanos a las 65.000 visitas de los últimos diez años. ¿Sería impensable superar las 150.000, como sucedió al principio? “No está dentro de mis objetivos”, responde el director, que sí se marca el reto de dar un valor añadido a la presencia de artistas internacionales de renombre: “Buscamos que los proyectos que traigan aquí sean relevantes y no uno más en sus trayectorias”.

Creo que el Musac es un gran museo y su director es un profesional con mucha experiencia y muchos contactos. Si no, no es fácil traer y montar una exposición como la de Ana Mendieta

Tras eludir comparaciones con las estadísticas de los primeros años o con referentes del arte contemporáneo en España por los que pasó profesionalmente como el Guggenheim de Bilbao, Rodríguez Fominaya habla de “equilibrios” al referirse a la necesidad de compaginar lo internacional con lo nacional en un museo de titularidad autonómica que trata de retomar el contacto local tras inaugurar tres exposiciones y reabrir su sala más monumental. “Los ciudadanos de León están recuperando el hábito de volver al museo”, constata sin perder de vista al público no aficionado: “Lo que estoy tratando con la programación actual es que siempre haya un punto de conexión con un visitante que no necesariamente tiene que ser especializado o experto (...). Los museos tenemos que hacer un esfuerzo por acercarnos al público”.

Ahí los museos tienen que enfrentarse a una paradoja. El Barroquista, que no desdeña el impacto negativo en la estadística que en 2012 tuvo la implantación del cobro por entrada (“la gente está dispuesta a ir a algo que no es su prioridad si es gratis; esto es España”, apostilla), incide en la relación de la población con el arte de su época en contraste con lo que sucede con la literatura, el cine o la música. “La gente no lee libros del siglo XIX; lee libros de ahora y algunos grandes clásicos del XIX que han pasado por encima del tiempo (...). Y en el caso del arte es al revés. Llenamos museos para ver obras de señores que llevan muertos siglos y, sin embargo, la obra de los señores y señoras que hacen cuadros, esculturas o intervenciones hoy en día no nos despierta atención”, compara con dos agravantes: la fascinación por la antigüedad como “atracción turística” y el de “haber creado un discurso a veces muy intelectual y muy alejado de la mayoría de la población”.

Y así ahora, en un nuevo ciclo económico expansivo tras la crisis del coronavirus, con nuevas herramientas promocionales (el director cita la aparición en una pantalla en la estación de tren, si bien la concejala de Acción y Promoción Cultural echa en falta una apuesta más decidida de la Junta de Castilla y León), sinergias con el Ayuntamiento de León que se han traducido en el acondicionamiento del entorno con la perspectiva municipal de establecer lazos con el Palacín, pero también en una provincia demográficamente decreciente y con atractivos en el ámbito rural (el Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero tuvo 45.174 visitas en 2023), el Musac se prepara para aprovechar vientos que atraigan a nuevos visitantes.