Marisa Flórez, la fotoperiodista que puso el foco a cinco décadas que cambiaron la historia de España

Hay un antes y un después en España y el mundo de la crisis financiera de 2008. Hay infinidad de análisis y libros publicados sobre el impacto de aquella recesión económica. Hay, sin embargo, una imagen definitiva, que podría ser fruto de la casualidad, pero en este caso lo es de una forma de mirar. La fotoperiodista Marisa Flórez (León, 1948) esperaba al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para que este se sometiera a una entrevista con El País en aquellas circunstancias. “Era un momento en el que todo se estaba rompiendo”, evoca la reportera gráfica, que aprovechó el paso del jefe del Ejecutivo sobre una grieta en el complejo de La Moncloa. No hizo falta ni siquiera que el mandatario llegara al encuentro con los periodistas. La fotografía que reflejaba aquel momento histórico ya estaba hecha.

La actualidad, con un presidente como Pedro Sánchez aparentemente acorralado por las sombras de corrupción que se ciernen sobre los dos últimos secretarios de Organización del PSOE, pone un cierto paralelismo histórico. Marisa Flórez, que empezó a trabajar como fotoperiodista en 1971 en el diario Informaciones para completar su carrera laboral en El País desde su nacimiento en 1976 y hasta 2012 llegando a ser jefa de Fotografía y editora gráfica, ya está fuera de la primera línea. No asiste a ruedas de prensa como las que en días pasados pusieron de nuevo a prueba el proverbial manual de resistencia de Sánchez. ¿Qué tipo de fotografía haría hoy, con la escenografía política mucho más medida y muchas más cámaras de medios de comunicación? “Posibilidades siempre hay. Es cuestión de verlas. Lo importante es la forma de mirar”, contesta por teléfono.

La respuesta da la principal clave sobre la que pivota la exposición Marisa Flórez. Un tiempo para mirar (1970-2020), una muestra que resume cinco décadas de trabajo que son otras tantas décadas de la historia de España y que se puede visitar hasta el próximo 20 de julio en la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid. La mirada le permitió captar en aquellos primeros años de la Transición en los que afirma que hacía “la vida del diputado” al líder de la entonces Alianza Popular (AP), Manuel Fraga, sucumbiendo a la siesta en su escaño de la Cámara baja. “Señorita, yo me levanto prontísimo. Y después de comer, me echo una cabezadita”, le dijo tras ver publicada la imagen el político gallego que lo sería todo menos presidente del Gobierno, famoso por su temperamento volcánico. “Pero ahí estuvo muy amable”, cuenta la fotoperiodista, la primera que firmó una imagen a cinco columnas en la portada de El País, la de la soledad de Adolfo Suárez en el banco azul del Congreso de los Diputados.

Mirar también es cribar; y separar de un grupo a una persona diferente para hacerle un retrato. Lo hizo en un encuentro previo a unas elecciones con la que fue directora del Gabinete de la Presidencia del Gobierno en aquellos tiempos de Adolfo Suárez, Carmen Díez de Rivera. Y la imagen también tiene connotaciones. “Veníamos de una sociedad muy machista. Y la mujer se estaba incorporando poco a poco a la sociedad”, señala Marisa Flórez. La novedad estaba, en este caso, delante y detrás de la cámara. “Hay que recordar que no era habitual ver a una mujer convertida en profesional de la cámara. Marisa forma parte de una nueva generación de fotoperiodistas conscientes de que vivían tiempos de cambio, y de que no estaban al margen. Aspiraban tras una larga dictadura a ver cumplida su misión: informar con la imagen”, subraya la comisaria de la exposición, Mónica Carabias Álvaro, a la sazón directora del Centro Nacional de Fotografía.

Carmen Díez de Rivera ya no estaba al lado de Adolfo Suárez cuando la Unión de Centro Democrático (UCD), su primera marca electoral, saltaba por los aires víctima de una guerra entre familias políticas en el verano de 1982 antes de despedazarse definitivamente tras los comicios del otoño de aquel año que encumbraron al PSOE de Felipe González. La UCD celebró en julio en Madrid un polémico Consejo Político en un hotel de Madrid. El debate (“duro y tenso”, escribían en esos días en El País Fernando Jáuregui y Joaquina Prades) se producía a puerta cerrada. Y los periodistas ponían la oreja para ver si podían captar lo que se cocía dentro. “Los personajes estaban de sobra vistos. Así que esta fue la mejor imagen para contextualizar el momento”, cuenta Flórez. La fotografía es, precisamente, la que preside el catálogo de una muestra forjada a base de seleccionar 184 de entre un millar de instantáneas, algunas ni siquiera publicadas en su día.

“No se trataba de poner una foto detrás de otra, sino de hacer un recorrido por todos estos años de trabajo”, señala la fotoperiodista. “La selección ha sido un proceso fascinante. Partimos de 1.000 fotografías. El reto fue quedarnos con aquellas más representativas de su estilo, tanto formal como conceptualmente, con las que poder mostrar no solo una parte importante de su trayectoria profesional, sino que también conformaran la memoria visual de aquellos acontecimientos y protagonistas muy variados convertidos hoy en retratos y documentos, algunos icónicos, de nuestra memoria histórica y de nuestro pasado más reciente”, cuenta la comisaria de una exposición que recoge imágenes tan célebres como la de la actriz Susana Estrada con un pecho al descubierto recogiendo un premio de manos del entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, o la de Rafael Alberti y Dolores Ibárruri Pasionaria en la primera sesión de las Cortes Constituyentes.

Marisa Flórez tiene la cualidad de documentar de forma directa y elocuente la esencia de lo cotidiano. Sus fotografías describen circunstancias varias del individuo con independencia del momento y el lugar

Hay fotografías en la muestra, que recoge otros ámbitos al margen de la política como las movilizaciones sociales o los grandes personajes de la cultura y el deporte, que podrían dialogar entre sí. Y, así, la imagen de los periodistas arrimados a la puerta del Consejo Político de la UCD tendría como posible envés la de un preso de la cárcel de Carabanchel asomándose por un agujero en pleno motín. La foto tiene su intrahistoria: “Los presos querían que cambiaran las condiciones. Salieron a la terraza. Y yo pude entrar a la cárcel. Llegué a la tercera galería. Me asomé a un agujero. Vi que un recluso se acercaba. Me eché hacia atrás. Él sacó la cara, una cara de desesperación. Y aquella imagen era representativa de lo que pasaba dentro”. Las movilizaciones también estaban en la calle, como aquella manifestación en defensa del aborto libre y gratuito en octubre de 1983 de la que volvió a la redacción con la estampa de unas manos haciendo el símbolo del triángulo feminista frente al Congreso de los Diputados.

“Marisa tiene la cualidad de documentar de forma directa y elocuente la esencia de lo cotidiano. Sus fotografías describen circunstancias varias del individuo con independencia del momento y el lugar. De alguna u otra manera, cuando vemos este trabajo, nos sentimos interpelados”, señala Mónica Carabias para responder a la pregunta sobre el valor de imágenes que han logrado trascender el tiempo efímero de la edición en papel de un periódico hasta pasar al imaginario colectivo y ser ahora materia de una exposición. La muestra tampoco obvia momentos duros a pie de calle, como atentados terroristas en los años de plomo de ETA. “Fueron años durísimos. Había semanas de dos y tres atentados”, expone Flórez con el recuerdo del que mató al militar Ricardo Sáenz de Ynestrillas y varios acompañantes. ¿Cómo hay que trabajar en esas circunstancias? “Hay que acercarse a los hechos de la forma más ética. Hay que informar con respeto y huir del morbo, que denigra también al que toma la imagen”.

España estaba inmersa en un proceso de cambios. “Todos estábamos aprendiendo”, admite la propia fotoperiodista, que documentó con imágenes saltos históricos de un país que se subió a la movida cultural con la música, pero también con el cine de Pedro Almodóvar, retratado junto a Rossy de Palma, Carmen Maura y María Barranco en el rodaje en 1987 de la película Mujeres al borde de un ataque de nervios. “Representaba otra forma de hacer cine. Había un nuevo lenguaje”, resume a cuenta de una imagen que podría superponerse con la de otra artista, Lola Flores, con lágrimas en los ojos aquel día en que pidió “una peseta a cada español” para saldar su deuda con Hacienda. “Ella era una mujer fantástica. Y tenía su forma de expresarse”, dice. ¿Hay personajes como ella más fotografiables por su propia personalidad? “Pero no es cuestión de ser famoso, sino de su personalidad. Hay gente anónima que también puede dar ese resultado”.

Hay que acercarse a los hechos de la forma más ética. Hay que informar con respeto y huir del morbo, que denigra también al que toma la imagen

El repaso a cinco décadas de historia se completa con otros protagonistas como el torero José Tomás, aquí recogido en una serie plasmada en su día ya en color en el suplemento El País Semanal en su retirada de los ruedos. “Él era uno de los grandes toreros. Y queríamos ir un poco más allá”, apunta sobre un trabajo testimoniado en una serie en distintos ámbitos. Y Flórez, a la que en sus primeros años intentaban vetar el paso a los vestuarios de los estadios de fútbol por ser mujer, acabó retratando a un mito como Zinedine Zidane fuera del terreno de juego. “Él, que era un futbolista sensacional y maravilloso, fue en el trato una persona educadísima y encantadora”, rescata de aquella experiencia ahora que el principal problema pasa por acercarse a estrellas del deporte sometidas a agentes y contratos de publicidad.

España y el mundo cambiaron en esas cinco décadas en las que la leonesa Marisa Flórez ejerció como fotoperiodista, jefa de Fotografía y editora gráfica. Su obra deja testimonio, y también lecciones que la comisaria de la muestra resume en cinco: “Nada es fruto del azar; el conocimiento y la preparación son fundamentales”; “cualquier escenario es válido para realizar una gran foto”; “el único objetivo es transmitir la verdad de la forma más directa y creativa posible”; “la fotografía no es solo un instante sino el reflejo del entorno a todos los niveles”; “compromiso, lucha y modestia”.

Y la exposición, que nace con vocación de circular por el país, tiene un valor añadido: el de ensanchar la mirada sobre un trabajo que va mucho más allá de la teta al aire de una artista del destape, la soledad de un presidente del Gobierno o dos iconos de la historia para un nuevo tiempo político en el Congreso. “El público”, asegura Mónica Carabias, “podrá comprender el modo en que Marisa ha sabido forjar su identidad sobre la calidad de la imagen y su valor como información con independencia del soporte. Contemplar todo su universo repleto de primeros planos de acontecimientos y personajes ya 'históricos' representa, en cierto modo, un ejercicio saludable de mirar hacia atrás este tiempo pasado para ayudar a comprender este tiempo presente”.