La plataforma de información SpringerLink publicó un estudio científico realizado por investigadores de la Universidad de Valladolid (ETSIIAA, iuFOR) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) bajo el título ‘Hacia una gestión ecológica de ungulados sobreabundantes: evidencias a partir de información de colisiones de vehículos con fauna silvestre y datos de bolsas de caza’, que propone considerar las poblaciones de depredadores como el lobo para frenar el crecimiento de ungulados silvestres en Castilla y León.
También se desprenden otras conclusiones, como la dificultad de los modelos actuales de caza recreativa para reducir de manera efectiva el tamaño poblacional de los ungulados silvestres (mamíferos herbívoros que se caracterizan porque sus patas terminan en pezuñas, como los corzos, jabalíes y ciervos) y los daños socioeconómicos que estos provocan cuando se encuentran en altas densidades.
El trabajo, firmado por Rocío Tarjuelo, Juan José Luque-Larena y François Mougeot, analiza la evolución temporal de los accidentes de tráfico con estos animales y su relación con la caza, y entre sus conclusiones está la recomendación de integrar junto con la caza recreativa otras metodologías para limitar de manera eficiente la abundancia de las poblaciones silvestres.
Un Gobierno autonómico contra su protección
Entre esas soluciones, se destaca permitir el crecimiento poblacional de grandes depredadores como el lobo para que la depredación pueda ejercer una mayor presión sobre las poblaciones de ungulados. Una solución que confronta con la política de la Junta de Castilla y León, Gobierno autonómico contrario, como el de muchos de su entorno, al alto nivel de protección del lobo ibérico alcanzado hace dos años por el Gobierno por recomendación europea, lo que ha conllevado su actual prohibición de su al norte del río Duero y el consiguiente aumento estimado de la población de estos animales.
Hay que recordar que sólo en la provincia de León la Junta autorizó en los últimos tres años posibles la caza de 356 ejemplares de lobo ibérico, de los que finalmente se abatieron 186, casi uno de cada dos permitidos.
El estudio actual detecta que las poblaciones de estos animales se encuentran en aumento en distintas regiones de Europa como consecuencia del “abandono del mundo rural y los procesos de reforestación, la intensificación de la agricultura, la adopción de medidas legislativas para la gestión de sus poblaciones y la ausencia de depredadores naturales”.
Estos aumentos conllevan a su vez un incremento en los conflictos con la sociedad debido a daños en la producción agrícola y forestal, la transmisión de enfermedades al ganado doméstico y a humanos, o a los accidentes de tráfico por colisiones con estas especies (que en España suponen un coste de aproximadamente 105 millones de euros, de acuerdo con un trabajo desarrollado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid en el año 2015). La caza recreativa es la principal causa de mortalidad en estas especies y, por tanto, la principal herramienta de gestión de sus poblaciones.
Estadísticas
En este estudio, los investigadores analizan la evolución temporal de los accidentes de tráfico causados por colisiones con los tres ungulados silvestres más abundantes en Castilla y León; el corzo, el ciervo y el jabalí, entre 2006 y 2021, así como del lobo, dada la presencia de este depredador en la Comunidad. Además, se evalúa si la caza recreativa ha sido capaz de controlar el aumento poblacional de estas especies en el corto y largo plazo utilizando las colisiones como estimas de abundancia.
Los datos del trabajo muestran un notable aumento de las colisiones, del 426% en el caso del corzo y en torno al 150% para el ciervo y el jabalí. Los animales cazados también han aumentado exponencialmente, en un 507% en el caso del corzo, un 276% en el del jabalí y un 133% en el del ciervo. Sin embargo, no hay evidencias claras, señala el estudio, “de que la caza haya provocado una disminución del crecimiento poblacional ni en el corto ni en el largo plazo de estos ungulados”.
En el caso del lobo, no se aprecia ninguna tendencia de incremento en las colisiones con vehículos, pero sí un aumento constante de los animales cazados desde la entrada en vigor de la Directiva de Hábitats (cuando su caza quedó restringida al norte del río Duero) hasta la prohibición de su caza en diciembre del año 2021.
Los resultados del trabajo se suman a estudios previos que cuestionan la capacidad de los modelos actuales de caza recreativa para reducir de manera efectiva el tamaño poblacional de los ungulados y los daños socioeconómicos que estos provocan cuando se encuentran en altas densidades. Según las conclusiones del estudio, es “necesario” adoptar con urgencia estrategias de gestión que integren el conocimiento ecológico sobre la dinámica de poblaciones de los ungulados, “incluyendo el efecto de la depredación por grandes carnívoros como el lobo junto con la presión ejercida por la caza, ya que el fuerte aumento que están experimentando las poblaciones de ungulados va a hacer que cada vez sea más complicada su gestión desde el punto de vista logístico y económico en un contexto de declive en el número de cazadores y una creciente oposición de la sociedad a la actividad cinegética”.
La dieta del lobo
En el artículo se incide en la necesidad de buscar métodos de control complementarios, como permitir el crecimiento poblacional de grandes depredadores como el lobo ya que la depredación puede ejercer una mayor presión sobre las poblaciones de ungulados. Este tipo de experiencias de gestión basadas en fomentar las interacciones tróficas en los ecosistemas tiene precedentes en otras regiones, como Norteamérica. El lobo incluye en su dieta a las tres especies de ungulados estudiadas y su proporción parece estar vinculada a la disponibilidad de estas presas en el territorio.
El conocimiento acerca del estado de las poblaciones de lobo en las regiones españolas donde la especie habita es muy limitado y los estudios existentes no parecen indicar la existencia de un crecimiento poblacional, lo cual se ve apoyado por los resultados del trabajo realizado al amparo de la UVa.
Este trabajo científico se ha realizado en el marco del proyecto ‘Escalera de Excelencia (CLU-2019–01) iuFOR’, en la línea de investigación ‘dinámicas espacio-temporales de poblaciones de fauna silvestre’, en colaboración con el Instituto de Investigaciones en Recursos Cinegéticos (IREC, CSIC).
La primera firmante del artículo, Rocío Tarjuelo, es doctora en Ecología por la Universidad Autónoma de Madrid y ha trabajado en distintos centros nacionales como la Universidad Complutense, la Universidad Rey Juan Carlos, el IREC (centro mixto de la Universidad de Castilla-La Mancha y el CSIC), la Universidad de Valladolid y, actualmente, en el Museo Nacional de Ciencias Nacionales (CSIC).
Ha colaborado con centros de otros países como Canadá, Francia o Reino Unido. Su trayectoria investigadora se ha centrado en el estudio de los mecanismos ecológicos que gobiernan la dinámica de las poblaciones y comunidades silvestres con un enfoque ligado a fomentar poblaciones de fauna silvestre sostenibles. Si bien ha trabajado fundamentalmente con aves de medios agrícolas, también ha realizado estudios con pequeños mamíferos, reptiles, artrópodos y ungulados.
En este estudio publicado por SpringerLink, Juan José Luque-Larena es garante de dicha línea de investigación, y Rocío Tarjuelo ha estado contratada desde julio de 2021 hasta marzo de 2024 en la categoría de investigadora postdoctoral.