Cazadores del frío: así se registró en León la temperatura mínima más baja de España

A las 9.31 horas del pasado 7 de enero de este 2021 se batía el récord de temperatura mínima registrada en España, en el paraje de la Vega de Liordes, en la parte perteneciente a la provincia de León del Parque Nacional de los Picos de Europa. El termómetro marcaba en ese momento -35,8 grados bajo cero y superaba el histórico registro que apenas un día antes, el 6 de enero, se había detectado en el Clot de la Llança (Lleida), en la estación de Baqueira Beret en el Pirineo, donde el termómetro había bajado hasta los -34,1 grados. La estación catalana volvió a batir su propio récord el día 8 de enero con -34,8 grados.

Detrás del nuevo récord de temperatura mínima se encuentra un grupo de aficionados a la meteorología que llevan años buscando el 'polo del frío', conseguir batir la cifra oficial de la temperatura más baja de España, que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) mantiene en los -32 grados que se alcanzaron el 2 de febrero de 1956 en Estany Gento, en Lleida.

Los récords de este 2021 son mediciones realizadas por grupos de aficionados a la meteorología que cuentan con total fiabilidad, pero que Aemet no homologa al estar fuera de su red oficial. Los avances de las tecnologías en los últimos años han permitido abaratar los costes de estaciones con una tecnología profesional, lo que ha impulsado la creación de redes aficionadas que suplementan las mediciones de Aemet.

Ya en el año 2016 sensores colocados por los impulsores del Proyecto Jous en la Vega de Liordes lograron registrar otro récord, entonces de -32,7 grados. Este es el origen de la medición más fría de España, un grupo de aficionados a la meteorología que han buscado en el noroeste los lugares donde más frío hace. El Proyecto Jous lo hacía en el Parque Nacional de los Picos de Europa, buscando entre las formaciones de jous (dolinas kársticas) o poljés -caso de la Vega de Liordes- las temperaturas mínimas jamás registradas.

Entonces, explica Miguel Iglesias, uno de los miembros de aquel Proyecto Jous y vicepresidente de la Asociación Meteorológica del Noroeste Peninsular (Noromet), surgió la idea de poner una estación permanente con datos en tiempo real en la Vega de Liordes. Una realidad que se llevó a cabo en 2018 gracias a las aportaciones de aficionados de Noromet y de la red Acamet, que financiaron la compra de la mejor situación posible para conseguir registrar el récord de frío. Se puso, explica Iglesias, “fuera de investigación, la de más alta gama, que se usa incluso en aeródromos y es de fabricación americana”.

Inicialmente el Proyecto Jous de los Picos de Europa, que comenzó hace una década, consistía en buscar lugares donde depositar sensores que recogieran los datos meteorológicos, que se pasaba por ellos cada 6 meses. Esos sensores llegaban a dar datos de menos de 20 grados en distintas zonas e incluso, en diciembre de 2013, se registraron -30,6 grados en una dolina en Hoyos Sengros (Cantabria).

Y llegaron entonces los -32,7 grados de la Vega de Liordes en 2016 y la necesidad de instalar una estación permanente. El análisis de los datos concluyó que la Vega de Liordes podía ser “el sitio más frío de Picos de Europa” por un factor que detectaron. Allí se daba el fenómeno de las 'piscinas de aire frío' o CAP (del inglés Cold Air Pool).

Situada en la cara sur del Macizo Central de Picos de Europa la Vega de Liordes es uno de los poljés (depresión de fondo plano mayor que una dolina) más importantes de la Península Ibérica. Se encuentra a una altitud sobre el nivel del mar de 1.868 m, un área aproximada de 750.000 m2 y una profundidad de unos 90 metros. Sus características geomorfológicas que conforman un entorno óptimo para la generación y acumulación de frío durante las largas noches invernales.

Tal y como explica Iglesias, “cuando a estas características se une la presencia de nieve -un estupendo aislante que evita que el suelo caliente el aire y por tanto acrecienta las pérdidas de calor por radiación- y viento en calma con cielos despejados durante la noche, tenemos una 'piscina de aire frío' ”.

El propio Iglesias advertía por Twitter a las once de la noche del 6 de enero, cuando el Clot de la Llança ya había batido su primer récord, que se daban las condiciones para que en la Vega de Liordes los termómetros se desplomaran. “-27,1°C la Vega de Liordes en estos momentos. Empiezo a ponerme nervioso. El 18 de Febrero del 2016 a estas horas había en la Vega -17,4°C”, escribió en la red social. “Esa noche ya no dormí”, confiesa a elDiario.es.

Y a las 7 de la mañana del 7 de enero se alcanzaban los -35,4 grados. A las 9:31 se registraban los -35,8 grados que hacen historia meteorológica. Todo, con datos en directo. Iglesias, que es meteorólogo de profesión aunque en esta faceta su trabajo es como un aficionado más aunque con amplios conocimientos científicos, valora que ver “el fenómeno a tiempo real es una pasada”, resaltando la investigación que hay detrás sobre la meteorología de montaña “y también sobre las piscinas de aire frío, que me apasionan”.

El cálculo es que esa noche habría alrededor de los 2,5 metros de nieve y una mañana despejada después de muchos días de incesante mal tiempo que ha provocado una gran 'nevadona' en la Cordillera Cantábrica entre León y Asturias.

Sobre su homologación, Iglesias lamenta que no se estudian estos fenómenos en España y que no se homologuen “porque no hay medios” aunque la estación puesta “Se calibró y verificó con sensores homologados con Aemet”.

2 años investigando dónde colocar la estación

La medición y colocación de la estación de la Vega de Liordes ha estado llena de anécdotas y todo tipo de avatares, explica Igleisas que recuerda que estuvieron casi 2 años investigando dónde colocar en la vega la estación y, además, el router para transmitir los datos en tiempo real. Destaca, eso sí, las facilidades que les ha puesto el Parque Nacional de Picos de Europa para este proyecto de investigación.

En la Vega de Liordes se han llegado a registrar rachas de viento de hasta 150 kilómetros por hora, lo que hacía necesario anclar bien la estación. En octubre de 2018 un grupo de voluntarios subió andando todos los materiales necesarios para su instalación, incluyendo antena de sujeción, cableado, cemento, herramientas y herrajes para su colocación. “No es una instalación como en un patio de casa”, rememora Iglesias.

Este grupo colocó entonces sobre una roca con 3 vientos; pero apenas 5 meses después, en febrero de 2019, se perdió la señal. La roca se había fracturado debido al frío y el viento inclinó la torre 45 grados. Un esquiador de alta montaña aficionado confirmó ese mismo invierno el estado de la estación.

En septiembre de 2019 volvieron a subir con materiales para recolocar la antena en un lugar más estable, y desde entonces la estación no ha vuelto a fallar. Además de la propia estación meteorológica, tuvieron que poner un repetidor para enviar los datos en tiempo real, ya que en la vega no hay cobertura. Pusieron para ello un repetidor en uno de los tornos (cresta) del valle, analizando donde era más estable la cobertura en los altos de los Picos de Europa. Para lograr que los datos llegaran hasta allí tuvieron también que modificar la estación, ya que inicialmente el alcance de los datos era de 300 metros y se amplió hasta los 1,5 km para no perder ninguno pese a cualquier situación climática.

El trabajo de este grupo de aficionados lleva años de estudio hasta batir el récord, sólo el propio Iglesias cifra en una treintena de veces las que ha subido a la Vega de Liordes para analizar la situación. Señala que si hubiera un respaldo de investigación “se podrían hacer unas cosas impresionantes” en relación al fenómeno de las CAPs en los jous de Picos y reconoce que el trabajo actual es impagable por la “satisfacción” que le da “poder consultar los datos” desde su casa.

¿Y se podrá batir el récord de baja temperatura otra vez? “Es complicado, había condiciones de nieve muy buenas”, explica Miguel Iglesias, aunque apunta que si la estación dura muchos años sí se podría superar, puesto que, calculan que el sistema podría llegar a 40 bajo cero “bajo una condiciones perfectas”, aunque este sería un hecho “muy inusual”.

En todo caso, será después del invierno, en primavera, cuando se podrá certificar con más exactitud la validez total de la marca, midiendo la cantidad de nieve que había de forma más precisa. Un sensor situado a 2,5 metros de altura verificará cuánto creció la nevada desde el suelo y si se cumple el requisito de la Organización Meteorológica Mundial de que haya desde la medición al menos 1,5 metros de distancia al suelo. La estación de Vega de Liordes cuelga por encima de los 4 metros.

Otros polos de frío en zonas habitables y localidades

Al hilo del proyecto de la Vega de Liordes nació la Asociación Meteorológica del Noroeste Peninsular (Noromet), que en la actualidad y que, con solo 2 años de vida, agrupa a un centenar de aficionados con 125 estaciones de vigilancia meteorológica.

Santiago Parrado, vocal y responsable de las redes sociales de Noromet, recuerda los inicios del proyecto, buscando el 'polo del frío'. “Hay estaciones que costear es una burrada para uno solo y son sitios complejos por lo que necesitas un soporte mayor, por eso nos unimos para hacer realidad las estaciones”, explica. Y Noromet alumbró, junto a la red Acamet, la estación de Vega de Liordes y justo un mes antes la de Villaceid, una localidad leonesa que defienden con datos es el pueblo más frío de España.

El 'polo del frío' es un concepto arraigado en una provincia leonesa conocida por sus bajas temperaturas, “algo hace que mucha gente en León que ha visto mucha nieve le pillemos el gusto al frío y la nieve”, señala. “Lo que nos marca son las temperaturas mínimas, y algo tiene que haber, cultural o geográfico, que hace que nos animemos y la búsqueda del polo del frío sea primordial”.

De ahí el impulso a la colocación de estaciones como las de la Vega de Liordes (alta montaña), Prado Venerio-Babia (zona habitable) y Villaceid (localidad) buscando ese ansiado 'polo del frío'.

De hecho en Prado Veneiro, un paraje de la comarca de Babia al lado de la carretera que une San Emiliano con Villablino, el pasado 7 de enero se registraron -29,7 grados; un récord de medición en el lugar que verificó además, 'in situ', uno de los miembros de Noromet, Ángel Argüelles, que ha cedido las imágenes de este reportaje.

Esta bajísima temperatura es destacada por los miembros de Noromet incluso por encima de la Vega de Liordes por ser un lugar “donde puedes dejar el coche muy cerca”. Miguel Iglesias explica que aquí “algo de CAP (piscina de frío) sí que hay pero no tiene nada que ver con el fenómeno de Picos”.

Con estos dos lugares compiten también como 'polo del frío' la pequeña localidad de Villaceid, que definen como el 'pueblo más frío de España', aunque no es el que temperaturas más bajas ha registrado. Parrado, conocido por su Twitter como Meteo Bedunia, señala que la diferencia es que en el Sistema Ibérico ha habido marcas de temperaturas más bajas, “pero es el que habitualmente más días marca las temperaturas más mínimas”. La explicación es la siguiente: “en pleno invierno en las situaciones de inversión térmica el Ibérico es imbatible porque es más seco, por eso es más difícil que baje más en zonas como León que es más húmedo”. De ahí que localidades de provincias como Teruel, Guadalajara o Cuenca sean las que tengan registros históricos más bajos.

Todos los días por la mañana, la red Noromet elabora un listado de los puntos más fríos del país, con datos provenientes de 15 webs meteorológicas. Estos primeros días del año una docena de localidades han superado de los 15 grados bajo cero como Villamanín, Lugueros, Boca de Huérgano, Burón, Buiza, Maraña o Villaceid en León o Santa Eulalia del Río Negro en Zamora, entre otros.

Tras lograr el registro récord de temperatura mínima en España se muestran “contentos” en Noromet, aunque siguen con su principal labor. “Siempre buscamos otros pueblos que pueda hacer más frío”, explica Parrado. Ahora buscan seguir expandiéndose, fundamentalmente en el cuadrante noroeste, pero con amplitud de miras a otros territorios, buscando que instituciones echen una mano para obtener más datos meteorológicos. Una sencilla estación y una wifi bastan para ayudar a cazar un 'polo del frío' más. O, al menos, a ofrecer más datos que ayuden “a que la meteorología sea una afición y que los 'pueblines' aparezcan ahí”.