De ruta entre León y Braganza: una comunicación histórica, cultural, económica y necesaria (II)

👉 Viene de la primera parte

De La Bañeza a Braganza, la mañana del sábado se presentó soleada y en calma, ni rastro del aire del día anterior. Un buen desayuno y un lento pedalear me sirvió de despedida de esta villa que fue declarada Bien de Interés Cultural en 1994. El recorrido comenzó con una suave pero prolongada ascensión, ya que pasamos de los 920 metros de altitud a los 1.075 en pocos kilómetros, aunque antes de alcanzar esa altura nos encontramos con Ungilde, Unxilde en senabrés. Por este pueblo trascurre la Cañada Sanabresa, una de las vías pecuarias más importantes de la provincia zamorana. Ya en el alto me detuve a disfrutar de las vistas a uno y otro lado de la raya antes de descender hasta los setecientos metros de altitud a los que se encuentra Ruidenore. Este pueblo es uno de los lugares más recomendables para visitar y con más encanto de los que conozco. Con una parte en España (Riohonor/Ruidenore) y con otra en Portugal (Rio de Onor). Pasear por sus calles sin prisa, cruzar sus puentes, hablar con sus gentes y observar el paisaje es algo que hay que hacer sin pensar en el reloj.

Al salir de este enclave casi místico, una fuerte subida nos indica que este paso es el de mayor dificultad a la hora de construir una nueva carretera. Un viaducto, a día de hoy, es la opción que manejan los técnicos, tal y como me dijo José Fernández. El siguiente pueblo es Varge, que es atravesado por otro río, el Igrejas. Tanto en el puente como en una de sus fuentes hay un homenaje a os caretos, una tradición como ya vimos, muy ligada al Reino de León.

Con un continuo sube y baja, conocido en ciclismo como rompepiernas, recorrí los casi quince kilómetros que separan Varge de Bragança, previo paso por su aeródromo. Como no voy a describir mejor que Julio Llamazares la llegada a Bragança, lo haré con las palabras que él utilizó en su obra Tras-Os-Montes: “Desde la lejanía, viniendo de España, Bragança es una estrella de piedra en la distancia, una luciérnaga inmensa que desaparece y reaparece a cada curva de la carretera”.

La ciudad recibe al visitante con un monumento formado por un arco y la escultura emblemática: tres figuras, que representan habitantes de la región, acompañados por tres burros cargados con sacas de brasas y carbón, haces de brezo, productos de la tierra y otras mercancías que el medio rural suministraba para abastecer a la ciudad. Callejeando por la ciudad llegué a la Praça da Sé, en la que había quedado con Mario y João Ortega, miembros de la Asociación Rionor. Después de desprenderme de la ropa de ciclista y mimetizarme como un viandante más, fuimos a tomar algo a uno de los bares aledaños a la plaza. Allí Mario y João me explicaron los inicios, en el año 2016, y los objetivos de su asociación precedida de la siguiente frase: “vuestros problemas y los nuestros son los mismos, por eso estamos aquí sentados”.

João me quiso poner un ejemplo muy claro para entender la problemática que vivimos a uno y otro lado de la raya. “Una buena amiga de Brasil me dijo que pudo llegar en transporte público desde Brasilia hasta Puebla de Sanabria, pero no lo pudo hacer desde Puebla hasta Bragança”. Con este ejemplo puso de manifiesto la importancia de lo público y lo que supondría, igual que me indicó el día anterior Daniel, una red de comunicación entre ambos territorios que a día de hoy es inexistente. “Sin vehículo propio, yo no puedo ir a Sanabria, y eso es lo que no puede ser”, matizó Mario.

Ambos me explicaron que los Fondos de Recuperación provienen de las grandes estructuras de poder, pero que si no empujamos desde las asociaciones y los colectivos locales, nunca se van a conseguir, por eso este momento y esta lucha son tan importantes. “Pocas veces tuvimos la posibilidad de tener una conexión digna como ahora”, repetía João.

Mientras recuperaba energías y observaba la maravillosa Praça da Sé, los Ortega pusieron otro punto encima de la mesa. “Fíjate la cantidad de incendios que tenéis en el oeste y los que tenemos aquí. Los pueblos se vacían y nadie los cuida. Estas infraestructuras ayudarían a fijar población, atraer proyectos y empresas y no todo el mundo se iría a las grandes ciudades como Madrid o Lisboa”. Sobre este tema, João habló de una ley de montaña, en la que a través de incentivos se facilitara la instalación de empresas. “No te pueden pedir las mismas condiciones y los mismos trámites en un pueblo pequeño que en una gran ciudad, porque las condiciones son muy distintas. Hasta que no veamos eso, las empresas seguirán en Oporto o en León”, aclaró. En la despedida, comentaron entre sonrisas que dos localidades como Puebla, declarada entre los pueblos más bonitos de España y Ruidenore, una de las 7 Maravilhas de Portugal, no pueden estar tan cerca y tan lejos.

A las dos hora española, una hora portuguesa, puntual a la cita, me estaba esperando a los pies de la iglesia de la Praça da Sé Samuel Castro, amigo y compañero de fatigas. Samuel se ofreció a llevarme de vuelta a León, ya que como se ha dicho, no hay transporte público directo entre Bragança y León sin pasar por Zamora y tardar un día entero. Un esfuerzo como el de recorrer ciento sesenta kilómetros en bicicleta merecía su recompensa, y como no podía ser de otra manera, paramos a comer en un famoso restaurante de Varge. Comida casera y productos cercanos es la mejor forma de apoyar lo local. Algo tan sencillo como la conocida como comida de la abuela que fue denostada, parece que, por suerte para todos, está empezando a ser valorada de nuevo. Al finalizar la comida dimos un pequeño paseo por Varge y nos dirigimos a Ruidenore, donde tomamos un café y ya sí, con pena, nos despedimos de Portugal y Sanabria.

Espero que la próxima vez que vuelva, no tardando mucho, el proyecto de la León-Bragança ya sea una realidad. Miguel Torga, seudónimo del célebre escritor de Tras-Os-Montes, Adolfo Correia da Rocha, dejo escrito:

Recomeça... se puderes, sem angústia e sem pressa e os passos que deres, nesse caminho duro do futuro, dá-os em liberdade, enquanto não alcances não descanses, de nenhum fruto queiras só metade

Que sus palabras sean ejemplo y nos sirvan para conseguir una comunicación digna entre estos dos puntos tan vitales del noroeste mágico.