Miguel Eladio López Alegría, conocido como Mike L-A en el mundo aeroespacial, nació en Madrid hace 64 años. “Mi sangre es española y también mi corazón, pero me he criado en Estados Unidos y soy muy fiel al país”, comenta este condecorado astronauta de la NASA, que en 2007 llegó a ser el comandante de la Estación Espacial Internacional (ISS).
Este mes de abril lo ha vuelto a ser de Axiom-1, la primera misión completamente privada a la ISS, organizada por la compañía Axiom Space a la que pertenece y en la que también han participado tres empresarios filántropos.
¿Has visto muy cambiada la ISS desde tu anterior visita hace casi 15 años?
Sí, mucho. En mi época estaba más en construcción. Desde entonces han añadido varios módulos, tanto en el segmento ruso como en el americano. Ahora es todo mucho más grande, más amplio. Además es bastante más complejo, con más cables, ordenadores y experimentos. Se parece mucho a un laboratorio.
Vosotros también habéis realizado experimentos. Cuéntanos algún ejemplo de cada uno de los tripulantes.
Uno muy interesante ha sido el de la holoportación que ha desarrollado el canadiense Mark Pathy [en colaboración con compañías como Microsoft]. Se puso unas gafas de realidad virtual, con las que veía a personas que estaban en tierra, pero como si estuvieran a bordo de la estación. Y viceversa, ellos le podían ver a él desde donde se encontraban en ese momento. Además, podían interactuar entre ellos. Esto tiene su importancia, porque, por ejemplo, se puede aplicar en tratamientos médicos a larga distancia, donde un médico podría ver de forma virtual al paciente sin necesidad de estar en su mismo lugar.
Mark Pathy, especialista de la misión Ax-1, durante la primera sesión de holoportación bidireccional entre la Estación Espacial Internacional y la Tierra, donde estaban –en el Control de la Misión de la NASA– los astronautas canadienses David Williams y Joshua Kutryk. // Axiom Space
¿Qué hizo el israelí Eytan Stibbe aprovechando la falta de gravedad?
Por ejemplo, fabricar lentes usando un fluido polimérico. Lo echaba con una pipeta dentro de una montura circular. Al ser líquido, se extiende hasta contactar con la superficie más próxima. Luego se cierra y bajo luz infrarroja se solidifica. Dependiendo de la cantidad de líquido que se eche, se pueden hacer lentes de distintos grosores y calibres. Esto puede servir para construir telescopios y microscopios en el espacio.
¿Y el estadounidense Larry Connor, que colaboraba con la Clínica Mayo?
Larry hizo experimentos con células madre [en el marco de estudios sobre envejecimiento celular]. Las muestras estaban vivas dentro de una incubadora y probó distintos líquidos –algunos mataban a las células– para ver efectos que todavía no se habían estudiado en condiciones de falta de gravedad. Los resultados todavía no se saben, pero fue un trabajo muy intenso porque pasó hasta siete horas, en tres ocasiones, utilizando una instalación denominada Life Science Glovebox. Es un pequeño espacio cerrado donde solo puedes trabajar con las manos enfundadas en guantes frente a un cristal. Es muy limpio, pero a menudo un trabajo duro.
Todos estos experimentos y los meses de preparación previa demuestran, como has dicho muchas veces, que esta misión no era turismo espacial. Sin embargo, sus miembros pagaron 55 millones de dólares, según algunos medios
Lo primero aclarar que esos precios no están actualizados. No puedo decir la cantidad, porque son contratos entre la empresa y ellos, pero la cifra de 55 millones de dólares (unos 51 millones de euros) es un poco exagerada. En cualquier caso, es una experiencia y lo que los integrantes de la misión querían hacer con ella no era solo mirar por la ventana, sino también contribuir a la ciencia que se hace en la estación. Esto es un señal muy positiva para el futuro: estamos abriendo la exploración científica en el espacio a gente que no es profesional.
¿Cómo fue la relación con los otros tripulantes de la estación espacial, especialmente con los rusos?
Cuando llegamos a bordo se llevaron perfectamente con nosotros. Los políticos se pueden meter unos con otros en Twitter o donde sea, pero a nivel de los trabajadores todo ha ido bien y así continúa. En ese momento la tripulación de la ISS estaba formada por tres rusos, tres americanos y un alemán. Los rusos se quedaron más bien en su segmento, y nosotros en la otra parte con los otros cuatro, con los que establecimos un relación muy próxima y nos ayudaron muchísimo. Especialmente, en los primeros días, que siempre son más difíciles, o en cosas cotidianas. Por ejemplo, aunque hemos entrenado bastante, en la estación es fácil no saber dónde están las cosas o perderlas, al tener esa sensación de flotar sin gravedad. Esto le pasa hasta a los más profesionales.
El regreso se retrasó
La verdad es que nos vino bien. El problema es que los astronautas privados habían decidido realizar demasiado trabajo. Los que teníamos más experiencia les advertimos que era demasiado y que les iba a ocupar todo el tiempo, pero eran ambiciosos y quisieron intentarlo. Si hubiéramos regresado cuando estaba previsto, efectivamente hubieran llevado a cabo los experimentos pero sin poder disfrutar de la parte más lúdica de este viaje, como mirar sin prisas hacia la Tierra, sacar fotografías y eso. Por tanto, aquellos días extra nos permitieron hacer precisamente eso, y al final el equilibrio entre trabajar y gozar de la experiencia salió bien.
Larry Connor tomando fotografías de nuestro planeta desde la cúpula de la Estación Espacial Internacional. / Axiom Space
Personalmente, ¿cuál fue el peor y el mejor momento de esta misión?
El mejor, cuando estábamos todavía en Dragon –el vehículo de transporte– y apenas habíamos llegado a la órbita. Los otros tres tripulantes se levantaron de sus asientos y se fueron a quitar la escafandra, el traje. Por primera vez pudieron mirar por la ventana a la Tierra, y las exclamaciones que hicieron me llenaron el corazón. Es decir, una cosa es ver fotografías y escuchar a otros describiendo la sensación, pero hasta que no lo sientes, es imposible anticipar como va a ser ese momento. Sus reacciones me llenaron de una alegría tremenda.
Respecto a lo peor, no quiero entrar en detalles, pero fue una experiencia en el aseo [risas].
Visto ahora con perspectiva, ¿cuál es el balance de Ax-1, se han cumplido los objetivos?
Sí, yo creo que ha sido un éxito. Hemos aprendido mucho, tanto nuestra empresa, como la NASA y Space X [encargada del lanzamiento y el transporte]. Es un primer paso, y los primeros pasos siempre son los más difíciles, pero se ha logrado lo que queríamos y podemos estar orgullosos de lo que ha pasado. Ahora es el momento de centrarse en la siguiente misión.
¿Cuándo se lanzará Axiom-2?
Más o menos en un año. Todavía no se han dado a conocer todos los miembros de la tripulación, aunque sí quien será la comandante: Peggy Whitson, otra astronauta con mucha experiencia. Dentro de los estadounidenses, tiene el récord de permanencia en el espacio [665 días a lo largo de toda su carrera].
¿El objetivo final es construir la primera estación espacial comercial?
Sí, cien por cien. Estas primeras misiones privadas son todas para dar pasos hacia nuestra estación espacial privada, que ya está en construcción. Los módulos, su armazón, se están fabricando en Italia. Cuando terminen el primero, lo mandarán a Houston, donde integraremos la aviónica y toda la parte interior. Este primer módulo se lanzará a finales de 2024, el segundo seis meses después y el tercero seis meses más tarde. Al principio se acoplarán a la ISS.
Evolución prevista de la primera estación espacial comercial del mundo. / Axiom Space
Después trabajaremos con la NASA y el resto de los socios de la estación espacial, hasta que sus respectivos gobiernos decidan bajarla y hundirla [en el océano Pacífico]. Esto ocurrirá entre 2028 y 2030, es una decisión política. Entonces mandaremos un cuarto modulo para proporcionar electricidad y las condiciones térmicas adecuadas, realizaremos la separación de la ISS y quedaremos en la órbita como una plataforma comercial abierta a recibir a los mismos astronautas de esos gobiernos, más los que lleguen desde el mercado privado que hemos comenzado a desarrollar.
¿El modelo de negocio de Axiom Space sería obtener ingresos de instituciones científicas y tecnológicas, tanto públicas como privadas, para realizar sus experimentos en el espacio?
Exactamente. Queremos permitir la permanencia de astronautas estatales, como los de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), pero también de otras instituciones que sean comerciales o de ciencia básica, como pueden ser universidades, centros nacionales de investigación y entidades individuales privadas, como hemos visto en esta primera misión.
Además la NASA también ha seleccionado a su empresa
Es otro paso importante, porque vamos a tener que seguir realizando salidas espaciales para las reparaciones, como las que se hacen ahora en la ISS, pero también habrá mucha demanda para los paseos espaciales de la gente no profesional. Este contrato nos ayuda a desarrollar nuestro propio traje para cuando se requiera en órbita o en la superficie lunar.
Estos trajes son supercomplicados, y lo que vamos a intentar al principio es fabricarlos un poco más sencillos para poderlos recambiar y reparar en el espacio. Los que se utilizan hoy en día nunca han estado diseñados para permanecer meses en el espacio. Estaban pensados para dos semanas como mucho, y luego ya se revisaban en tierra. Sin embargo, ahora se ha visto que conviene realizar estas revisiones en órbita y están surgiendo problemas. De hecho, actualmente no se puede dar un paseo espacial con los trajes americanos a menos que sea algo urgente, por algunos problemillas que se han detectado.
Supongo que la NASA dejará a las dos empresas adjudicatarias seguir con el desarrollo hasta cierto punto, luego evaluará los diseños y decidirá entre uno y otro, pero de momento no está muy claro cómo va a proceder.
¿Cuál es su consejo a los y las jóvenes que quieran seguir sus pasos?
Siempre he dicho que uno tiene que perseguir sus sueños, porque así van a tener más éxito y les va a gustar más la vida.
La dificultad en ser seleccionado como astronauta sigue siendo muy alta, pero ahora hay otras vías para llegar al espacio. Una es tener mucho éxito en la vida profesional o empresarial, es decir, ganar mucho dinero; pero también puedes ser un investigador que trabaje para una empresa privada o una institución pública. Hay muchas más posibilidades y creo que eso es bueno para todos. Poco a poco se está produciendo una democratización del espacio.