Los bancos de cerebros necesitan más donaciones de personas sanas

DiCyt

La investigación de las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer o el párkinson, requiere que los científicos tengan a su disposición cerebros que poder analizar. En los últimos años se ha dado a conocer la existencia de los bancos de tejidos neurológicos que los almacenan, también llamados bancos de cerebros, y la mayor parte de los donantes son personas concienciadas que han sufrido alguna enfermedad. Sin embargo, la investigación científica requiere también de cerebros sanos que sirvan de control para poder realizar comparaciones y ver las diferencias que se manifiestan en los casos patológicos y ésta es la asignatura pendiente, según ha explicado hoy en Salamanca el experto Alberto Rábano.

“Los investigadores buscan por todo el mundo, ávidamente, tejido cerebral de control”, ha afirmado en declaraciones a DiCYT. En la actualidad, “conseguimos que muchos pacientes se hagan donantes, pero todavía no hemos logrado en ningún sitio que las personas que no tienen enfermedad neurológica se hagan donantes de forma masiva”, ha señalado el director del Banco de Tejidos Neurológicos de la Fundación Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas (Fundación CIEN), de Madrid, que actúa como banco nacional bajo el auspicio del Instituto de Salud Carlos III.

“El paso que nos queda por dar es convencer a la población de que en este momento es casi más importante donar tejido normal que tejido enfermo”, recalca el especialista, que ayudó a poner en marcha hace dos años el Banco de Tejidos Neurológicos del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl) de la Universidad de Salamanca, convertido ya en referencia para la región. Esta mañana este científico ha ofrecido un seminario técnico para los investigadores, mientras que esta tarde el Incyl acoge una jornada divulgativa abierta al público en general.

Rábano asegura que entre los ciudadanos sigue habiendo “cierta confusión” entre donar el cuerpo para que practiquen los estudiantes de las facultades de Medicina y las donaciones específicas para investigación, como es el caso de los bancos de cerebros, pero que ha avanzado mucho en los últimos 15 años. De hecho, cada año aumentan las donaciones entre un 30 y un 40 por ciento en el banco de Madrid y no existe ningún reparo por parte de la población por el hecho de que el cerebro sea un órgano especial, según el experto.

El mensaje en jornadas como la de hoy se intenta transmitir es “que la población entienda que sin tejido humano no se puede avanzar en el conocimiento de estas enfermedades” y que “la donación es muy sencilla, sólo tienen que ponerse en contacto con el banco de cerebros más próximo”.

Incluso en Salamanca, donde el banco lleva apenas dos años de funcionamiento, ya “hemos notado un cambio”, apunta. “El mensaje tarda en llegar a los médicos, a la sociedad y a las asociaciones de familiares de enfermos, pero finalmente llega”, aunque “no podemos dejar de hacer divulgación nunca”.

Creación de una red

En España hay una docena de bancos de cerebros, a los que habría que añadir algunos más en fase de creación y la mayoría trabajan en el ámbito de su comunidad autónoma, mientras que el banco que dirige Alberto Rábano actúa como banco nacional y cúbrelas zonas en las que no existe este tipo de instalaciones, como Canarias, Baleares o Extremadura. “El objetivo sería, como en otros países, acabar teniendo una red de bancos de cerebros, de manera que actuásemos todos coordinados”, indica.

Un banco de cerebros sirve para que los médicos puedan dar un diagnóstico definitivo de la enfermedad. Además, las familias pueden saber si se trata de una patología genética. Pero el propósito fundamental “es tener tejido en condiciones óptimas de conservación, congelado a muy baja temperatura para que se puede utilizar en investigación durante muchos años.

Los científicos piden este material neurológico a los bancos para estudiar sobre todo el alzhéimer, pero también se destinan muchas muestras al estudio del párkinson y de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), así como a enfermedades raras.

El banco del Incyl acaba de llegar a 15 donaciones, una “cifra excelente”, afirma Rábano, que siempre ha estado pendiente de este proyecto y le ha dado cobertura desde Madrid cuando momentáneamente, el pasado año, se quedó sin financiación.