El desmantelamiento de las torres de la Sama-Velilla sella la lucha ecologista para salvar el paisaje de León

Sara Lombas

23 de septiembre de 2022 20:34 h

La provincia de León ha visto muchas protestas a lo largo de los años a raíz de macroproyectos energéticos, pero pocas como las que nacieron a raíz de la presentación del de Sama-Velilla; una línea de evacuación de energía de centrales térmicas asturianas a través de 124 kilómetros de montaña leonesa.

Todo comenzó en 2005, cuando un grupo de leoneses, después de conocer cómo el proyecto afectaría a León, se unieron contra la instalación de la enorme línea de evacuación que afectaría a 13 municipios leoneses. 

El tiempo acabaría dándoles la razón, después de que las centrales térmicas de Velilla (en Palencia) y Lada (en Asturias), entre las que se iba conectar la línea de evacuación eléctrica, cerrasen en 2017 después de que Iberdrola lo solicitase para aplicar su política de reducción de emisiones.

A pesar de ello, no ha sido hasta este martes 20 de septiembre cuando Red Eléctrica Española ha presentado en el Ministerio para la Transición Ecológica el estudio de impacto ambiental para desmantelar las centenares de torres que se construyeron para evacuar la energía y que nunca se han utilizado, ya que la línea no se hizo efectiva en ningún momento, con todo el coste público que supusieron.

Las primeras negociaciones para crear una línea de evacuación para las centrales asturianas ya comenzaron en la década de los 80, que fue el germen del proyecto presentado por Red Eléctrica en el año 2005 con el beneplácito del Gobierno de Zapatero y de los gobiernos autonómicos de Castilla y León y, especialmente, el de Asturias.

Una lucha verde y poética

En León la lucha comenzó aquel mismo año cuando en un concejo un grupo de vecinos recaudaron 300 euros, después de sentir la necesidad de hacer algo para salvar sus montañas. La presidenta de la Asociación Bodón, Camino Alonso, fue una de ellas: “Se creó una sinergia entre todas las personas que pensábamos que aquello era innecesario”.

Aquel modesto fondo les sirvió para comprar tela verde con la que crear lazos verdes que colgaron de todas las ventanas o balcones de las casas de Curueño o Ciñera.

Así el verde se convirtió en el símbolo de la Plataforma Contra Sama-Velilla, como verdes querían ver sus montañas, sin torres de energía que destrozasen su paisaje, su modo de vida y su ecosistema. “Fuimos un hito a la hora de luchar porque lo hicimos de forma pacífica y no política. Supimos organizar la lucha”, afirma Camino al recordar aquellos años de los 2000 en los que no dejaron de organizar manifestaciones o de reunirse con políticos para buscar apoyos que detuvieran el proyecto de forma efectiva.

Camino se emociona al recordar aquel día de 2007 en el que se colaron en la Delegación Territorial de la Junta en León con velas escondidas y un poema en la mano: “Nos distribuimos por todas las plantas y fingíamos que hacíamos cola para hacer algún trámite. Entonces sonó un silbato y todos encendimos las velas y comenzamos a recitar los poemas que teníamos preparados”, rememora, “Todavía se me ponen los pelos de punta cuando lo recuerdo. Al final cantamos una canción, mientras los de seguridad nos intentaban echar”.

Otra de sus protestas más recordadas ocurrió en el año 2010. El expresidente Zapatero, aunque por entonces todavía ostentaba su cargo, acudía a León para inaugurar el nuevo cuartel del Grupo de Reserva de Seguridad (CRS).

La Plataforma decidió desplazarse hasta allí con una nube de globos verdes. “Pasábamos por San Marcos para llegar al cuartel y entonces un coche de Policía nos detuvo porque Zapatero se alojaba en San Marcos. Nos preguntó qué hacíamos y un chico que nos acompañaba dijo 'Vamos a buscar unas chuletas a E.Leclerc que están de oferta'”, Camino se ríe al recordarlo, “Al final nos acompañaron hasta el cuartel”.

“Fue una lucha tan singular y bonita, sin trampa ni cartón, que mucha gente nos respaldó. Además, desde el primer momento teníamos claro que no queríamos que se derivase el proyecto a otro punto de la provincia. Es que no queríamos que esa barbaridad se hiciera ni aquí ni en ningún otro sitio”, razona la presidenta de la Asociación Bodón.

Los hitos contra el proyecto

La Plataforma utilizó todas las herramientas en su mano para lograr detener el proyecto, e hicieron uso de ellas al máximo. Presentaron 27.000 alegaciones al proyecto. Eran tantas que en Subdelegación del Gobierno no quisieron admitirlas porque decían que colapsaría el registro. “Tuvo que bajar gente de Ciñera para presionar. Tengo que decir, porque es lo justo, que los funcionarios de la Junta nos ayudaron en ese proceso. Nos dijeron que lo hiciésemos de 200 en 300 para no bloquear el proceso y así lo hicimos”, rememora Camino.

Los integrantes de la Plataforma incluso se subieron a un avión y viajaron en 2007 hasta Bruselas para intervenir en la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Camino fue una de las tres personas que acudieron a la cámara para recitar un discurso en el que ponían en conocimiento de la Comisión lo que estaba sucediendo: “Estuve ensayando una semana, tenía que hablar muy rápido porque había un máximo de siete minutos”, recuerda Camino, “La sorpresa fue que cuando comencé a hablar me pidieron que parase. Pensé que no querían que siguiera más pero lo que querían era darse la vuelta para ver mejor las fotos de la presentación que habíamos llevado”. 

La Comisión publicó una resolución en la que acordaron investigar sobre un posible incumplimiento de las normas europeas en el proyecto en lo relativo a hábitats naturales, sobre la red de espacios protegidos natura 2000. 

Un desastre ecológico sin utilidad

La intervención en la Comisión de Peticiones estuvo basada en un documento muy importante realizado por el profesor de economía de la Universidad de León, Julio Lago, que con un equipo de seis profesionales, entre los que se encontraban biógrafos o geólogos, estudiaron el caso y llegaron a una conclusión muy clara: “La línea era innecesaria, un error de planificación energética”, asegura Julio, “Ya en 2006 se había anunciado que España tenía más potencia eléctrica de la que necesitaba. Si aportabas datos, y lo hicimos, aquello era un disparate. Una barbaridad”. 

Por entonces, Julio quiso mantenerse al margen de la Plataforma Contra la Línea Sama-Velilla, así que nunca fue un integrante como tal, aunque Camino menciona lo decisivo que fue su trabajo. “Yo quería dar mi opinión desde un perfil académico y la Plataforma estuvo de acuerdo. Coordiné el grupo de trabajo para el informe técnico y asistí a muchas protestas”, cuenta Julio.

“Era un sacrificio estéril. La demanda de energía no era suficiente como para justificar tal proyecto”, afirma Julio, “Sigo pensando que aquello fue un capricho político de la Junta de Asturias. El ex-presidente Vicénte Álvarez Areces creía que aquel proyecto resucitaría la economía y estaba equivocado”. 

A pesar de todo se instalaron un centenar de torres eléctricas, algunas de ellas en territorio leonés, aunque Julio Lago apunta que fueron pocas y que no supusieron un gran impacto ecológico como lo hubiera sido si se hubiese completado el proyecto. “Si no se hubiera hecho esa oposición estaríamos pagando hoy en día esa equivocación. Esas torres no sirvieron para nada y los causantes siguen ahí, sin asumir ninguna responsabilidad”, critica el profesor Lago.

“Fueron unos delincuentes, es increíble que no haya consecuencias”, comenta duramente Camino, “Esta gente dispara fuego con pólvora ajena y es un proyecto que hemos pagado todos”. 

Camino tiene claro que en el futuro volverán a existir protestas ciudadanas como la que organizó a toda la provincia contra la línea Sama-Velilla, pero esta vez contra macroproyectos eólicos o solares: “El cambio energético está claro que tiene que suceder, pero no a través de los macroparques y en zonas donde no hay demanda de energía a ese nivel”, opina Camino, “Deberíamos aportar cada uno nuestro granito de arena instalando placas solares por nuestra cuenta. Ahí está el cambio”.

Julio piensa como ella: “Se están volviendo a equivocar con la energía. El futuro más inmediato es abastecerse mediante energía solar, pero autoabasteciéndonos, poniendo paneles en los tejados. Yo ya tengo los míos. El sol es el auténtico petróleo de España”, zanja.

Por ahora, la Plataforma Contra la Línea Sama-Velilla respira aliviada tras conocer la desinstalación de las torres de energía que cierran la puerta a un proyecto que políticos y empresarios abandonaron en un cajón a la espera de que llegase quizá una oportunidad que, ahora sí, parece que nunca se presentará: “Seguíamos el tema, sabíamos que esto estaba paralizado. Esta ha sido la derrota final, pero una derrota en diferido”, celebra Camino.