El valle de Lumajo, situado en el límite oriental norte de la comarca de Laciana, es el diferencial y más peculiar de toda ella. Establece el límite con las comarcas de Babia en León y Somiedo en Asturias y también es el valle de la transición geológica desde el área silícea al área calcárea de la zona occidental de la Cordillera Cantábrica.
En el conviven ambos tipos de suelo y ya tiene una parte de su subsuelo trufado de algunas oquedades (cuevas) kársticas. La más conocida, la cueva de La Ensancha en el valle y braña de la Almozarra, a 2,6 kilómetros del pueblo.
Esta cueva, ahora con acceso restringido, fue noticia en el año 2022, cuando un equipo de arqueólogos y paleontólogos de la Universidad de León (ULE), buscando osamentas antiguas de úrsidos, se encontraron con restos humanos que, a falta de medios técnicos de datación hasta el momento, en su estimación preliminar los sitúan probablemente entorno a la edad del broce (siglos II - III antes de Cristo).
Sobre ese hallazgo y la previsión de nuevos trabajos de investigación versó una de las ponencias de las Jornadas de Geolaciana de este verano y se ha publicado un amplio artículo en la revista editada de las citadas jornadas firmado por R. Rubio, A. Trigo y D. Fidalgo, equipo de investigadores de la ULE y autores del hallazgo. Revista que se puede adquirir en el Aula Geológica de Robles de Laciana.
Además de sus características geológicas, es también diferencial por la altitud a la que se ubica el pueblo, 1.371 m de altitud, junto con su vecino de La Cueta (Babia), los más altos de la provincia leonesa. Y en sus inmediaciones y terrenos de la pedanía se hallan las tres cumbres más altas de Laciana, el Muxivén, el Cornón y el Cornín, los tres por encima de los dos mil metros.
Picos muy visitados por senderistas y montañeros, pues para lograr el acceso a los mismos no se requiere ser un experto escalador. Pueden considerarse de dificultad media, fuera de la temporada invernal. El Muxivén, sobre el cordal que separa este valle del contiguo por el oeste valle de Sosas, preside y reina sobre el valle de Lumajo, en el trazado de su característica línea del cielo.
Percibiéndose su presencia desde antes de llegar al pueblo por la estrecha carretera de acceso desde la localidad de Villaseca, que sube por la margen derecha del río, del mismo nombre que el pueblo, hasta el puente que lo cruza justo a la entrada del pueblo ubicado todo él en la margen contraria del río.
Los vaqueiros y la música
Este pueblo, del que el musicólogo y etnógrafo norteamericano Alan Lomax dijo ser “el pueblo más auténticamente vaqueiro”, de cuantos conoció en España. Porque el colectivo social de los vaqueiros de alzada, por algunos considerado como una tribu, tuvieron en Lumajo durante siglos una de sus sedes de verano. Ellos fueron el último grupo humano en España que hizo del nomadismo su forma de vida, hasta mediados del siglo pasado.
Cuenta la leyenda del pueblo que un otoño cuando los vaqueiros, levantaban sus habitáculos, reuniendo familia, animales y enseres, para hacer la alzada e irse a pasar el invierno hacia las tierras bajas de la marina asturiana. Una mujer llamaba a uno de sus gatos para incorporarlo al grupo trashumante, gritándole “muxín ven, muxín ven, muxín ven…”, reclamando la presencia del minino. De ese grito de llamada dicen que surgió la palabra Muxivén, que da nombre al picacho.
Corría noviembre del año 1952, cuando el afamado musicólogo Alan Lomax recogió en sus grabaciones los cánticos y la música de los vecinos y vecinas de este pueblo. Las grabaciones conocidas más antiguas de los cantos de esta tierra de Laciana, como: el baile del país o garrucha, las tonadas de boda, el baile de los pollos, la ronda y las vaqueiradas. Quedaron de esa forma registrados para la historia.
Sobre esta visita de Lomax y sus grabaciones existe un artículo de Carlos A Porro, publicado en el número 349 de la revista Folklore de la Fundación Joaquín Díaz. En el que detalla las transcripciones de las coplas cantadas y sus cantores como esta vaqueirada que le cantó Manuel Llano Fernández: Soy vaqueiru, soy vaquieru, / nacido en la vaqueirada / tengo un xatina pinta / dei echina una xarrala. / Paveiru, paveiru,....
Mucho que ver, aprender y disfrutar
Además de estos breves apuntes geológicos, culturales y etnográficos. El valle del río de Lumajo ofrece al visitante un espectáculo natural muy atractivo y de fácil tránsito para senderistas. Antes de iniciar la aventura los caminantes buscan información sobre el lugar de su destino.
Una de las mejores referencias que van a encontrar es el blog personal de Julio Alvarez Rubio -lacianababia.blogspot-, en el que hallarán hasta tres entradas dedicadas a este territorio. La primera de diciembre de 2010 sobre la cascada de Lumajo, 'El saltu l´agua', las otras dos de julio de 2012 'miel del Cornón' y la más reciente 'Lumajo, no te lo pierdas'. En ellas el visitante encontrará información sobre el territorio, historia y unas espectaculares colecciones de fotografías, alguna de las cuales ilustran este artículo.
Ya la subida por la carretera desde Villaseca, que entre la primavera y el otoño se convierte en un túnel de vegetación. Con el paso de los días va modificando los colores de su envolvente decorado, como en estas fechas de transición entre el verde y el amarillo.
A medio camino está la cascada de Lumajo ('El saltu l´agua'), que exige detenerse para acercarse a la vereda del rio y contemplar el salto de casi 19 metros, según la temporada con mayor o menor caudal, y con hielo y nieve en invierno.
Ya entrados en el pueblo, recorrer su calle principal no va a traernos a la memoria la descripción breve que Lomax hizo en 1952: “la calle principal estaba embarrada, las casas parecían sacadas de la edad media. Había pequeños graneros sobre zancos de piedra sacados de algún oscuro pasado celta”. Con esa peculiar descripción que hace de los hórreos.
El aspecto es ahora muy diferente las calles están perfectamente asfaltadas. Las casas de piedra con cubiertas de pizarra se ven sólidas y confortables aptas para albergar y proteger a sus vecinos de las inclemencias invernales de estas altitudes. La bolera del pasabolos en medio de la plaza que, por las fiestas de La Magdalena, bulle de actividad y diversión.
Los dos lavaderos remozados y restaurados, con sus abrevaderos y fuentes. La Iglesia de La Magdalena y sus retablos, en cuyo atrio cuentan que antaño se celebraban los concejos. La magnifica casa del pueblo, con dos grandes salones en el sótano y en la primera planta y el local social y bar en el entresuelo, que gestiona la Asociación Cultural y Recreativa Muxivén.
Los hórreos y el restaurado potro de herrar. O la gran casa de la familia Caunedo, con dos fuentes naturales que manan en su interior, una de las cuales se utiliza para crear una ochera en uno de sus muros (hueco en el que se hace pasar el agua de una fuente para crear un habitáculo refrigerado en que conservar la leche). Son cosas que merecen la visita.
Salir hacia el valle de la braña una vez superado el pueblo, nos ofrece una hermosa vista. Además, dispone en su inicio un lugar de aparcamiento incluso para autobuses. Y a la derecha en unas paredes verticales hay instalados anclajes de varias rutas de escalada.
En cada afloramiento de terreno calizo que se produce en el valle es normal poder ver formaciones variadas de fósiles marinos. El recorrido es cómodo hasta las últimas rampas, incluso accesible para bicicleta de montaña y podemos visitar los distintos puertos de merinas de La Peña, Lugreras, Almuzarra, Regadas y Navaliegos, en este último aún perduran las ruinas de los asentamientos vaqueiros.
Sus gentes
Siempre ha sido un asentamiento de pequeña entidad. Ya a finales del siglo, XVIII cuando se hizo el catastro del Marqués de la Ensenada, su población era estable, con 49 vecinos (en torno a los dos centenares de habitantes) y 42 casas, pocas más viviendas hay en la actualidad.
Su época de mayor población fue en las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo donde alcanzó los 250 residentes. El pueblo ha perdido desde principios del presente siglo hasta la actualidad un 35 % de su población (de 107 en el año 2000 a 67 en el año 2022). Algo menos que la tendencia general del municipio en ese mismo período.
Como muestra de esa resistencia a la despoblación, este verano han recuperado dos nuevos habitantes, Estrella Cano y su hijo de 11 años que decidieron abandonar Lugones en Asturias para asentarse en el pueblo. La razón, que la madre asumió la gestión del bar del pueblo, que la asociación que lo regenta le ofreció.
De esta forma lograron dos objetivos tener dos nuevos vecinos y reabrir el bar y centro social en el pueblo, como lugar de reunión, donde disfrutar de la televisión, de red wifi, de prensa diaria y una pequeña biblioteca. O simplemente jugar unas partidas, conversar y tomar algo.
Estrella que dejó su trabajo en una cadena de supermercados para embarcarse en esta nueva aventura, cree que con esta nueva ocupación podrán vivir dignamente los dos. Por eso se esmera en ofrecer a los visitantes y vecinos el mejor servicio y presentarles una oferta atractiva.
El chocolate o café con fisuelos, muy extendido en toda la comarca. Y comidas como un buen cocido, caldo de berzas, paellas, siempre por encargo previo (606365051). Aunque si llegan sin avisar y no son grupos numerosos “sin comer no se van a quedar, compartiremos lo que tengamos en casa”.
Si visitas Lumajo vas a encontrarte, con un lugar donde descansar y tomar un refrigerio a precios económicos y como todo en esta tierra con una amable hospitalidad.
De sus naturales más reconocidos públicamente o de mayor renombre, destacan dos en el pasado siglo. Juan Caunedo Feito, ingeniero de minas que fue durante décadas director técnico de la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP). Caunedo, junto a los también ingenieros Roberto Sterling Álvarez (Hulleras de Sabero) y Leonardo Manzanares y Serrano (Hullera Vasco-leonesa) fueron los principales impulsores de la Escuela de Minas de León, que abrió sus aulas a la primera promoción en 1944. Y los tres formaron parte del primer claustro de profesores de la Escuela, que en sus primeros años solo impartía clases los sábados y domingos, porque los alumnos eran trabajadores mineros de las empresas leonesas que acudían esos días a clase y el resto de la semana a sus tajos en las respectivas empresas.
El otro hombre natural de Lumajo que alcanzó gran popularidad fue el periodista televisivo Secundino González, jefe de informativos en TVE y presentador de varios telediarios en los años 70 y 80. Fue también pregonero en las fiestas de San Roque en Villablino, en agosto de 1984.