ð Viene de la cuarta parte
Aunque existen tantas razones como peregrinos para hacer el Camino de Santiago y a cada uno nos empujan unos motivos concretos, dependiendo de nuestro momento vital o situación personal, hay algo que une a todos aquellos que deciden emprender esta aventura.
Esto es: la búsqueda de un espacio de recogimiento, de un lugar donde poder detener el tiempo y nuestras rutinas diarias para tomar cierta perspectiva sobre nuestra vida.
Todas las demás motivaciones confluyen y nutren esta especie de viaje interior que parece vivir el peregrino una vez comenzado su periplo. Y por supuesto, son numerosas y todas enriquecedoras.
Aquí os dejamos algunas de ellas:
Conocer gente de todo tipo y condición
Si emprendemos el Camino en solitario, este nos brindará una oportunidad única para compartir experiencias, alegrías y dificultades con personas de diferentes culturas y edades, llegados desde casi cualquier lugar del planeta. Y si lo comenzamos acompañados tendremos la ocasión de profundizar en esa relación. En cualquier caso, el ambiente de compañerismo y hospitalidad que se respira hace que finalmente al peregrino apenas le cueste compartir su historia o sentimientos con un desconocido que muy posiblemente acabará siendo un amigo.
Recrearse con la belleza de la naturaleza en todo su esplendor
El poder escapar por unos días o semanas de nuestros entornos mayoritariamente urbanos para sumergirse en la naturaleza es, sin duda, uno de los mayores alicientes del Camino. Desde los frondosos bosques del norte hasta los cielos horizontales de la meseta, detenerse y conmoverse ante la belleza de parajes y senderos es algo que termina por trascender nuestro espíritu, una extraordinaria medicina para cuerpo y alma.
Disfrutar de la increíble y rica variedad gastronómica del país
No es ningún secreto que España cuenta con una de las mejores gastronomías del mundo. Y uno de los mayores placeres del peregrino es degustar, con apetito renovado cada jornada tras el esfuerzo diario, de la maravillosa variedad de sabrosos productos y platos que encontramos a lo largo de la ruta: las legumbres de Navarra, la huerta de La Rioja, la carne de Castilla, las tapas de León, el botillo del Bierzo, los productos del mar de Galicia…
Descubrir España y sus gentes
No hay mejor manera de conocer un país que caminarlo. Al atravesar con la lenta cadencia del peregrino el paisaje y contemplar todo ese espectacular patrimonio histórico-artístico que encontramos en pueblos y ciudades, nos embebemos de forma natural de su historia y tradiciones. Y luego está el paisanaje, la charla distraída con las gente que vamos encontrando o con otros caminantes y hospitaleros, el poder escuchar y aprender de todos ellos.
Ponernos a prueba, conocernos mejor a nosotros mismos
Hay algo de realización personal en afrontar un reto como este y finalizarlo. El hecho de levantarte cada mañana sin más preocupación que caminar llega a liberar nuestra mente de tal manera que ponemos en perspectiva nuestras prioridades. Es un tiempo para pensar en lo que realmente necesitamos, deseamos o nos hace felices.
Acercarse a Dios en unos casos, o meditar sobre el sentido de la vida en otros
Aunque el origen del Camino entronca con la religión, en realidad no importa si lo hacemos movidos por nuestras creencias o por una búsqueda personal, el peregrino acabará sumergido en un silencio enriquecedor y trascendente que nos hará plantearnos las grandes dudas existenciales.
Ponerse en forma
El mero hecho deportivo, el vigor físico y la relajación mental que nos invade a los pocos días de Camino justificaría por sí solo el emprender esta aventura. No es difícil de entender que, al recorrer 20 o 25 kilómetros diarios, nuestro cuerpo se depura y fortalece hasta el punto de sentirnos renovados y pletóricos al alcanzar nuestra meta.
ð Sigue en la sexta parte