Todoterreno de la escritura, pues ha abordado todos los géneros, desde el relato breve hasta la novela, pasando por la poesía, el teatro y aun el guión cinematográfico, Andrés Martínez Oria se define como esencialmente narrador. Como queda constancia a través de sus novelas, entre ellas 'Jardín perdido' sobre la tristemente desaparecida saga de los Panero, o su obra recién publicada 'Invitación a la melancolía'.
'Jardín perdido', aunque habla de la familia Panero, en especial de Leopoldo Panero, contiene algo más de lo que aparece a primera vista –apostilla su creador–. Se sirvió de personajes y hechos más o menos conocidos para hablar de cosas que intentan trascender la anécdota en sí. Se trata de una reflexión sobre el comportamiento humano y los sentimientos, especialmente el amor, la complejidad y el peligro del mundo que hemos construido, el arte y la creación literaria. “El conocimiento interior de unos seres, de sus conflictos íntimos, de sus breves etapas de felicidad, de sus sobresaltos emotivos, de su lenta decadencia hacia la extinción definitiva”, en palabras de Ricardo Senabre.
Respecto a 'Invitación a la melancolía', es un volumen con el que se siente “satisfecho”, quizá porque es su última creación, hasta ahora, una novela asequible y compleja a la vez; unitaria y múltiple, según su autor, que trata de conectar el yo con lo de fuera, la realidad con la fantasía, el ahora con el antes y el después; y para ello acude a lo que caracteriza a la literatura hoy: “narración de una historia de amor y otras muchas que se entrecruzan, reflexión sobre un asunto-eje que es la melancolía, aunque hay otros, reflejos de un yo que en el relato es a la vez narrador, personaje, autor y hasta lector”.
No es fácil determinar si uno escribe por haber sido profesor o si se ha hecho profesor por el deslumbramiento de la materia
Este salmantino de Astorga o astorgano de Salamanca dice frecuentar la poesía por inclinación natural, para estimular la creatividad, porque le parece el germen literario, y por lo que tiene de verdad íntima. 'Ritual de la ceniza' es el título provisional para su poesía, que no ha publicado, porque “no dejan de ser apuntes a pie de obra” y aún “necesita tiempo y reposo”, aclara. Asimismo, está convencido de que no es fácil entender que un escritor aspire a cierto grado de excelencia de espaldas a este género. Y, aunque resulte difícil, él busca hacer literatura, tanto en poesía como en narrativa, como si no estuviera haciendo literatura. “Cuando escribo poesía, persigo más que el ingenio la verdad del corazón; no me interesa tanto lo deslumbrante como la pureza del sentimiento y la emoción. En la narrativa busco también esa percepción de verdad convincente, de escenario no preparado”. Así se expresa este profesor de Lengua y Literatura, ahora jubilado, que sigue mirando dentro de sí mismo, “lo cual es un estímulo para la reflexión”, devoto viajero y escritor marcado por su tierra natal y por supuesto por la Maragatería, donde ha vivido gran parte de su vida, cuyo paisaje y sus gentes reaparecen continuamente, de una forma u otra, en casi todas sus novelas, y también en un libro de viajes, 'Flores de malva', un viaje a pie por los pueblos de la Sequeda maragata, al igual que hicieran Cela con la Alcarria, Juan Goytisolo con Níjar o Carnicer con La Cabrera. No en vano, son autores muy destacados en el género de viajes y un referente claro en esta obra de Andrés, que reivindica también 'El río del olvido' o 'Trás-os-Montes, Un viaje portugués', de Julio Llamazares, entre otros.
El viaje, esencial en la creación
“El viaje –señala– es uno de los asuntos más fecundos para la creación. Viajar es esencial, la vida es en sí un viaje, pero depende de cómo se haga. No es lo mismo viajar para ver que hacerlo para estar y, sobre todo, sentir. Es muy diferente ir a ver Lisboa, por ejemplo, que ir a percibir Lisboa por todos los sentidos y por la razón, lo que implica una actitud determinada y conocimiento”.
A Andrés le interesa mucho el relato de viajes, y quizá publique alguna cosa más; “siempre territorios pequeños, marginales y próximos. Lugares, más que para ver o descubrir, para encontrarse”, matiza. En realidad, no sólo le gusta el relato de viajes, sino el relato breve en general, que considera muy difícil escribir bien, “casi tanto como la poesía”, pues “el relato largo es más fácil”. En todo caso, Andrés, que fue galardonado, entre otros premios, con el Internacional “Miguel de Unamuno” de cuentos, por 'El bar de la curva', reivindica a Poe y Pereira como dos grandes maestros del cuento. La fuerza interior, el misterio y la sutileza de Poe y la gracia natural de nuestro querido Pereira. “Poe decía que desde el primer momento todo ha de ir dirigido al desenlace. Para que llegue al lector, debe provocar sacudimiento y desconcierto”.
El relato breve, según Andrés, puede ir dirigido a la razón, la fantasía o el sentimiento, pero debe concentrarse en lo necesario y podar lo demás. Aplicar en definitiva la economía narrativa. En cambio, la novela puede expandirse en excursos, peripecias, etc.
Poe decía que desde el primer momento todo ha de ir dirigido al desenlace. Para que llegue al lector, debe provocar sacudimiento y desconcierto.
Aparte de los autores ya citados, como Cela, que “tenía sensibilidad y esa fantasía gallega que le venía de la Pardo Bazán, Valle-Inclán y Álvaro Cunqueiro, además de un dominio extraordinario del vehículo expresivo”, Andrés reivindica a Unamuno, que como Cervantes, “buscaba esa verdad del corazón”, a Calvino, “que es sutileza, erudición, fluidez de la lengua y el pensamiento, hallazgo prodigioso”. O bien a Julien Gracq, “que es misterio evanescente, epifanía y magia del lenguaje. Valéry, ”que es la actitud estética y la soledad del pensamiento en mitad de la noche“. Kafka o Walser o la Mansfield o Pessoa, ”que son la pureza extrema de lo literario“. W. G. Sebald, ”que es la sensación de autenticidad que se percibe en sus libros, y la belleza poética y la melancolía que nos asalta de pronto en cualquier rincón“. Lo que quizá tiene que haber en cada momento es el maestro adecuado –dice Andrés–, lo difícil es dar con él.
Dos veces finalista en el premio de la Crítica de CyL por sus novelas 'Más allá del olvido' y 'Jardín perdido', Andrés se muestra escéptico con los premios literarios, “reconocimientos, con frecuencia inmerecidos, que no añaden nada esencial al quehacer literario; si acaso, distraen bastante”. No obstante, reconoce que nadie los desprecia, y a todo el mundo halagan, pero pasado el tiempo al lector le importa muy poco si tal libro fue premiado o no. Y que él siente un especial cariño por el premio “Miguel de Unamuno”, que recibió en su día, “por el jurado que lo otorgó, por el nombre que lleva y por la ciudad que lo acoge. Y sobre todo, porque me animó en un momento en que empezaba a desistir”.
Como tantos profesores de Lengua y Literatura, que se han dedicado a la creación literaria, “baste recordar a Machado, la mayor parte de la generación del 27 o Torrente Ballester, por citar solo algunos ejemplos”, Andrés no cree, sin embargo, que entre la docencia y la creación haya mucha relación, porque “el trabajo en las aulas se convierte con frecuencia en antídoto contra la escritura. El acercamiento al proceso literario y cierta familiaridad con el lenguaje escrito parece que podría funcionar inicialmente como estímulo, aunque por naturaleza el profesor se halla quizá más abocado al ensayo que a la creación en sí”. “No es fácil determinar si uno escribe por haber sido profesor o si se ha hecho profesor por el deslumbramiento de la materia”.
Además de sus diversas facetas creativas, Andrés, que también se muestra descreído ante “el mito de los escritores leoneses”, pues “tampoco escasean en otras latitudes”, ha publicado, como articulista en prensa local, varios artículos sobre historia, arte y literatura, reconociendo que el articulismo es una buena escuela de aprendizaje para escribir de un modo literario, “porque ahí te tiras al ruedo a pecho descubierto y el público, lector en este caso, ve al instante de qué pie cojeas y qué mano se te da peor. A veces hay artículos importantes para entender a un escritor”. En su caso, la revista 'Argutorio' publicó en su número 30 de 2013 un artículo titulado 'Novela, río total', que viene a ser el soporte teórico de 'Invitación a la melancolía'. Asimismo, en 'El Faro' y en los medios digitales ha publicado artículos que reflejan su actitud ante la vida tanto como mis libros, “si no mejor”, aclara.
Ahora, aunque es pronto para hablar de nada concreto, según el autor, está reflexionando y dando los primeros pasos en algo sobre la belleza y los bajos instintos, pasiones o deseos, “a lo que sería conveniente a lo mejor quitar el adjetivo”, remata.
Entrevista breve a Andrés Martínez Oria
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
Hay tantos; habría que vivir dos o tres vidas y quedaríamos cortos. Cito uno, al azar, El barón Bagge, de Alexander Lernet-Holenia; apenas ochenta páginas plenas de misterio y maravilla, magistrales.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida)
Siempre me han conmovido los personajes de Tolstoi.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable)
Naturalmente, entendemos por libro insoportable al imprescindible. Desde el mismo Quijote, que pocos han leído aunque parezca mentira, hasta el Ulises de Joyce, La montaña mágica de Thomas Mann, la serie En busca del tiempo perdido de Proust o La muerte de Virgilio de Hermann Broch, son muchos los rabiosamente insoportables. ¿Añadimos Rayuela, de Cortázar?
Un rasgo que defina tu personalidad
Creo que soy leal y un poco honesto, pero he fallado a tanta gente.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La inteligencia.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
Lo fácil y lo que pide el cuerpo es la crítica acerada, pero en todas partes hay valores que debemos tener en consideración. Claro que hay corruptos, ineficaces e insanos que buscan solo el interés personal; mucho codicioso y perverso. Pero tanto entre políticos como entre los ciudadanos de a pie. Lo que pasa es que la crisis ha exacerbado los ánimos, es natural, y esto lo saben aprovechar muy bien algunos; lo que no es tan fácil es aportar soluciones y arrimar el hombro para sacar el carro del atolladero. Conviene ser juiciosos y mantener cierta calma para que reine el sentido común, que es la única manera de encontrar soluciones. A lo mejor hay que indignarse, pero la ira y el sobresalto no aportan nada. Sobre todo, hemos de permanecer unidos para salir adelante juntos; el cantonalismo, tirar cada cual por un lado, nos llevó al desastre en el siglo XIX; y el enfrentamiento, en el XX. Hay que aprender de la historia. La reciente desaparición de Suárez debe hacernos pensar; no son innecesarios los políticos, lo que es necesario es una catarsis en profundidad para limpiar la vida política y medidas urgentes para reducir el gasto, crear empleo y hacer verdadera nación.
¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
Divertirme, pocas cosas, la verdad; pero siempre hay motivos para un momento que merezca la pena. Un buen vino, una buena compañía y un buen libro no es demasiado pedir, ¿no?
¿Por qué escribes?
Si lo supiera. Nunca debí cruzar ese río. Creo que es parte de un proceso de búsqueda y hallazgo, y por lo tanto de felicidad y sufrimiento. ¿Para construir mundos y quedar a vivir en ellos, aunque sabemos que un día seremos expulsados? Quién sabe. Quizá para entender un poco mejor el mundo y esto que pomposamente llamamos vida y nos quedamos tan anchos.
¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
No creo mucho en eso, viendo los juicios que se emiten. Es como la llamada del macho joven o la hembra en primavera. Desde luego al estilo literario no creo que aporten mucho, y al cultivo de la inteligencia menos. A veces se encuentra algún blog que merece la pena, pero no es frecuente.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Suelo manejar libros concretos, por necesidades de información y de estilo, en cada uno de los proyectos. Leo para informarme y para aprender a escribir. En 'Invitación a la melancolía', por ejemplo, se hacen explícitos muchos de ellos, que no son sin embargo más que la parte visible del iceberg. Uno va estableciendo su propio canon y lo explicita de alguna manera.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
Me he encontrado en la Red, al azar, con algún blog de mucha altura a la hora de enjuiciar la literatura o el arte, y he tomado nota de ello, pero la mayor parte vale muy poco. No me implico personalmente en esa tarea, por falta de tiempo y convicción.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
En el 'Libro del desasosiego', que es otro de los insoportables necesarios, me he encontrado esto, “Vamos a bordo de un navío, hacia un puerto que desconocemos”.