Rosario Granell y Swing Combo iluminan León con su jazz

Rosario Granell sacó ayer a la estatua del rey de León Alfonso IX a bailar jazz.

Y por eso los no pocos espectadores no sabíamos si la tarde se apagaba o se encendía en esa plaza mientras el cuarteto de jazz de Rosario Granell Swing Combo dio un concierto memorable; uno de esos a los que asistir es como ser testigo del infrecuente y trascendente momento el que la belleza sale de la madriguera.

Si a la imprescindible cantante francesa Zaz la cruzáramos con la emperatriz del blues Bessie Smith, con Sarah Vaughan, con Ella Fitzgerald la de la voz de matrona generosa y con la mismísima diosa afrodita daría como resultado ese milagro de voz intensa y cuerpo vibrátil llamado Rosario Granel: ella, la que nos hace volar mientras hondea la bandera de su cuerpo ensortijado en medio del ramo sin espinas de frescas melodías.

Hubo momentos de puro swing americano cruzado con música country, y con rock and roll, charleston, copla, blues, desenfadados ritmos europeos del palo de Djando Reindhardt y Bodolino y hasta piezas de blues de plantación y de Elvis Presley interpretados con la voz de diosa caída de pie como un gato sobre el mundo de Rosario Granell que además toca el ukelele como si la vida fuera un juego, y baila como si estuviera sola alrededor de una hoguera en el campo demostrando que la música de jazz swing es esa alegría que sintoniza el cuerpo con el alma para dejar atrás la vida cotidiana con su duro bregar y curarnos todo lo que escuece y aviva y salva.

La guitarra eléctrica medida pero no comedida prometía en cada punteo esa rapidez vertiginosa que nos llega de cabeza al torbellino.

El contrabajo era hipnótico como un gato que camina por cada melodía dejando huella.