'Sé lo que hicisteis el último verano': el miedo

El cine de terror maneja unos resortes narrativos y formales absolutamente reconocibles y poco dados a la experimentación. Se trata de asustar al personal, y el fin último de cualquier producción de este tipo es ese, dar miedo. Es un género tan menospreciado por la crítica como seguido por el público. Y me aventuro a afirmar que, los motivos que han condenado históricamente a las películas con grupo de adolescentes perdidos en algún misterioso paraje donde les espera un asesino desquiciado, residen precisamente ahí: en su falta de originalidad, en la reiteración abusiva de un modelo convencional y de rentabilidad contrastada. Es más, en muchas ocasiones vemos como la única diferencia entre unas y otras son los rasgos que adornan al malo malísimo de la historia, o sus distintas y macabras formas de acabar con los incautos y guapos efebos que le han tocado en suerte.

Aunque decir que el cine de terror se acaba en los estereotipos citados es algo temerario. Porque conseguir despertar en los espectadores esa excitante turbación que llamamos miedo no es moco de pavo. Estamos en lo de siempre: hay a quien le asusta ver como matan a un personaje a hachazos hasta empapar la pantalla de sangre y de gritos, hasta que la víctima sea la imposible suma de sus vísceras esparcidas por el suelo de un tétrico sótano; y hay a quien le atemoriza pensar en lo que le espera a nuestro protagonista al fondo de un silencioso e inquietante pasillo. Pongamos un ejemplo, ¿recuerdan la ópera prima de Alejandro Amenábar? Bien, pues en Tesis (1996) encontramos una escena que a este espectador le acojonó especialmente. Hablo de cuando el personaje interpretado por Eduardo Noriega tiene atada y preparada para ensañarse con ella a la estudiante caracterizada por Ana Torrent. Él enciende su cámara, y le dice algo parecido a esto:

— Ahora voy a explicarte lo que voy a hacer contigo a continuación…

Ese momento es infinitamente más terrorífico que mostrar unas cuantas y explicitas escenas de la snuff movie que se aprestaba a rodar el cruel y frío Bosco con Ángela, su desdichada compañera de facultad. Las emociones sugeridas o insinuadas, sean de la naturaleza que sean, siempre serán más sofisticadas y profundas que las mostradas o impuestas abiertamente. Estas últimas, además de simples y efectistas, son tan superficiales y efímeras como la alegría que esconde la cocaína o la tristeza que nos invade en el funeral de un desconocido.

Y que hay de esta innecesaria secuela. Pues Sé lo que hicisteis el último verano (2025) es un filme tan correcto como insustancial, tan depurado en la forma de armar las escenas de violencia como poco perturbador, con algo de humor paródico pero unos giros de guión tan evidentes que llegan a sonrojar. Es curioso también comprobar como la cinta no tiene ningún pudor para recrearse con obsesiva meticulosidad en la sangre y, en cambio, se retrae con puritanismo trasnochado a la hora de filmar un desnudo. En fin, cuatro sustos, mucha sangre y alguna risa.