El periodista y escritor Emilio Gancedo (León, 1977) ha publicado 'Barrio Húmedo' con la editorial Pepitas de Calabaza. Un nuevo libro en el que el protagonista no es un personaje sino todo un barrio, un casco antiguo que podría ser el centro histórico de casi cualquier ciudad.
“Una suma de historias tabernarias, ambientadas en épocas dispares, que revela cómo hombres y mujeres no han cambiado demasiado con el correr del tiempo y también que hay lugares donde la vida, de repente, se intensifica con una potencia, una crudeza y un fulgor asombrosos”, según se desprende de la sinopsis.
Tras alumbrar antes de la pandemia una historia de maquis para cerrar heridas de la guerra civil -'La brigada 22'-, Gancedo -que es coordinador de Proyectos y Actividades Culturales en el Instituto de Cultura Leonés (ILC), regresa a la carga con un trabajo “cómico y trágico, tierno y feroz”, en palabras de Elvira Valgañón (Logroño, 1977). “Emilio Gancedo nos adentra en las calles y callejuelas de este Barrio húmedo y nos ofrece un retrato fascinante de una ciudad y sus habitantes”, según la escritora.
El cogollo de callejas y plazuelas pisadas por una generación tras otra con todo su cortejo de anhelos, angustias, desvelos y pasiones confesadas o inconfesables. Los barrios que parecen dispensar una especie de licencia oculta a quienes deciden internarse en ellos.
¿Cuántas cosas no habrán sucedido en esos lugares fascinantes que parecen atraer todo lo bueno y todo lo malo de una sociedad? ¿Cuántas historias no se habrán desplegado en ellos, historias nocturnas, historias insólitas, historias de vino, amistad, amor o violencia, historias en las que anida buena parte de las noblezas y de las indigencias del ser humano?
“Solo hay una cosa peor que estar sobrio: estar borracho y no saberlo”. Así empieza un libro que, según ha avanzado el también escritor leonés Julio Llamazares, “escucha los latidos del Barrio Húmedo y los interpreta literariamente sabiendo que todos los cascos antiguos del mundo laten al mismo ritmo: son esos corazones viejos que se desgastan como los nuestros pero que hasta el último momento conservan la memoria de cada uno de sus vecinos”.