Cuando el consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, el leonés Juan Carlos Suárez-Quiñones, acudió a clausurar la 'Jornada formativa en incendios forestales para periodistas' a finales de junio de este año 2025, nada le hacía sospechar que estaba poniendo el prólogo del peor verano de la historia de muchas de las provincias de Castilla y León, especialmente las de la Región Leonesa. Un prólogo plagado de frases que ahora, viendo el calado de la tragedia vivida, con varios muertos, pueblos calcinados, negocios perdidos, evacuaciones masivas, espacios naturales esenciales arrasados o especies como el urogallo más comprometidas que nunca, llaman poderosamente la atención.
Y es que en este verano de 2025, por poner una cifra fría pero sin precedentes, han ardido la friolera de cerca de 150.000 hectáreas en total. En concreto, el 27 de agosto, cuando la Junta dio a conocer su primera cifra de superficie afectada por las infernales se refirió a más de 141.000, todavía avanzaban a un ritmo aterrador los peores de ellos. Los expertos incluso aumentaban esa cifra ya de por sí desorbitada en hasta 25.000 hectáreas más.
Suárez-Quiñones fue el último en tomar la palabra en aquella cita que convocó a periodistas de numerosos medios de comunicación, algunos presentes en el Centro de Recursos Ambientales del edificio PRAE de Valladolid y otros en streaming. Le habían precedido el director general de Patrimonio Natural y Política Forestal, José Ángel Arranz, y dos técnicos que desgranaron las novedades del nuevo plan Infocal, aprobado pocos meses atrás, y las consecuencias de su aplicación en los nuevos recursos informativos disponibles en esta campaña para los profesionales de la información.
Todos los asistentes fueron testigos de una intervención del consejero de Medio Ambiente más distendida y desenfadada que de costumbre, en ocasiones adoptando incluso un tono jocoso, irónico. Lo hizo, por ejemplo, cuando lejos de entrar en disquisiciones técnicas, más propias de los expertos, vino a desear un verano de incendios forestales “lo mejor posible”. Advertía en ese sentido que, por encima de otras causas, que el azar era determinante: “La estadística indica que siempre son dientes de sierra, es decir, años buenos y años malos, que se van produciendo no se sabe por qué”.
Por mencionar motivos aleatorios, Quiñones señaló como 'culpables' de los peores años a “la naturaleza, dios si existe o lo que sea, pero lo cierto es que es así”. “Esperamos que este año no sea lo de los del diente, el canino, que sea más bien un molar así planito”, remató el símil.
Pero no fue el único que ahora, visto en perspectiva, llama poderosamente la atención. El máximo responsable del operativo antiincendios de la Comunidad advirtió a los periodistas y responsables de prensa de todas las delegaciones territoriales convocados que la previsión sí era de un verano de muy altas temperaturas, (“viene caluroso, y está viniendo caluroso, un mes (de junio) anormal”), pero se apresuró a tranquilizar con un vaticinio: “Pero lo cierto es que llevamos un año de lluvias de humedad importante”, aseguró, concluyendo que “eso es bueno”.
Su lógica fue que la lluvia tan intensa y prolongada de toda la primavera por un lado “genera mucho matorral, mucho combustible” en el monte, “pero también mucha humedad que tarda en perderse”. “Por tanto no parece, y miro aquí a los técnicos”, añadió, “que sea un año que pueda haber eventos catastróficos como el año 22”. Se refería a uno de los peores referentes históricos de Castilla y León en incendios, el año 2022, con algunos devastadores en la Sierra de La Culebra, como Ferreras, Sarracín y Losacio, sumando en conjunto más de 66.000 hectáreas arrasadas y gravísimos daños personales.
El consejero mostraba así su confianza, a priori, en que no se produjeran aquella misma conjunción de graves características de 2022, “que vino precedido de casi casi un año sin llover y las humedades casi cero en el subsuelo y la vegetación y en el ambiente”. “Y eso unido a todo lo que ocurrió de temperaturas, vientos erráticos, tormentas eléctricas secas... ocasionó lo que ocasionó”. El tiempo, y unas condiciones bastante diferentes, ha demostrado que en 2025 de nuevo en Zamora y sobre todo en la provincia de León, el desastre ha estado cerca de triplicar aquellas cifras ya entonces sin precedentes.