El Lago de La Baña, el Monumento Natural rodeado de pizarreras que se seca ante la pasividad de la Junta
La comunidad universitaria manifestó su preocupación hace décadas, por lo que la administración llegó a comprometer encargar una investigación para conocer los motivos por los que se pierde el agua hasta su desaparición, pero jamás lo hizo
El Lago de La Baña, en la despoblada comarca leonesa de Cabrera, está reconocido como Monumento Natural dentro de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León desde hace tres décadas, pero al menos en las dos últimas es frecuente que se seque, casi totalmente durante los meses de verano. La Junta de Castilla y León se comprometió en 2014 a encomendar a investigadores universitarios que dilucidasen las causas de su vaciado, pero según ha reconocido la propia Consejería de Medio Ambiente a este medio “no se llegó a ejecutar”. Por qué no solo se permite esta situación año a año sino que ni siquiera se trata de esclarecer cuál es el problema es una incógnita por ahora sin respuesta.
La Junta de Castilla y León declaró el Lago de La Baña Monumento Natural hace ahora 33 años. La decisión se adoptó en Junta de Gobierno el 11 de octubre de 1990, y el decreto se publicó oficialmente en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) seis días más tarde. En él se reconoce textualmente que, junto al Lago de Truchillas, “son unos de los enclaves de modelado glaciar más significativos del medio natural de la región castellano-leonesa, concurriendo en los mismos una serie de características geomorfológicas y paisajísticas de alto rango que determinan la necesidad de establecer un régimen jurídico de protección que los salvaguarde de las amenazas de degradación a que se ciernen sobre ellos”, y que la competencia de su gestión y protección recae sobre la administración autonómica.
Dejando al margen los errores de que no se trata de un lago glaciar ni que tampoco está ubicado en la mal llamada 'región castellano-leonesa' sino en la parte más occidental de la provincia de León, en el municipio de Encinedo, el artículo 4 del Decreto expone que “quedan prohibidos expresamente en toda la extensión de los Monumentos Naturales: cualquier actividad extractiva de los recursos geológicos de la zona; cualquier movimiento de tierras que comporte una modificación de la geomorfología y el paisaje actual de la zona; cualquier actividad que altere o modifique el cauce o caudal del lago, lagunas, arroyos, ríos o aguas subterráneas; y la introducción de cualquier elemento artificial que limite el campo visual, rompa la armonía del paisaje o desfigure la perspectiva”, entre otros condicionantes.
La norma deja poco margen a la interpretación pero, ¿se cumple? El Lago de La Baña está rodeado por completo de explotaciones pizarreras a cielo abierto, hasta tal punto que para llegar a él hay que cruzar un laberinto de pistas hechas por y para el transporte en vehículos pesados de los enormes bloques del mineral que se extraen de la tierra. Montañas enteras minadas con dinamita, con más pisos que un rascacielos, y montones de escombreras con los restos que no tienen aprovechamiento industrial son el paisaje que hay que atravesar, sin apenas señalización, hasta conseguir llegar a una estrecha senda de apenas dos kilómetros antes de llegar al agua, ¿agua?, del lago.
Un grupo de investigadores de las universidades de León y Salamanca denunciaron ya en 2005 que el lago, incluido en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León, se seca casi de manera total porque el agua se filtra y hace que el Monumento Natural desaparezca durante varios meses al año. Sin que lo pudieran asegurar, sospechaban que el motivo de la pérdida del agua podía ser por las explotaciones pizarreras y sugirieron llevar a cabo una investigación para certificarlo o descartarlo. La Junta se comprometió años más tarde, y se llegó a publicar en medios de comunicación de la provincia de León, a encargarlo a la Universidad de Salamanca, pero lo cierto es que jamás se hizo y el lago se sigue secando.
José María Redondo Vega, catedrático de Geografía Física en la Universidad de León, sostiene que el origen del Lago de La Baña no es glaciar, “es más singular, más valioso. Su origen es por un deslizamiento”, que le confiere “una estructura poco favorable para la conservación del agua”. Porque el aporte natural de agua que recibe es únicamente el de la lluvia o nieve que cae y porque el fondo no está colmatado sino que sería similar “a un colador”, que facilita las filtraciones y señalando a las pizarreras como “la causa más que probable de la desecación reciente”.
“El valle está absolutamente degradado. Termina el límite del Monumento Natural y empiezan las escombreras. Yo conocí ese lago completamente lleno cuando no había ni una explotación de pizarra, en los años 70. Precisamente el lago ha ido a menos, los distintos niveles que ha ido dejando en las rocas de un nivel cada vez inferior coinciden con el aumento de las explotaciones pero, ¿hay una relación causa-efecto? No lo sabemos”, manifestó a ILEÓN, porque nunca se intentó averiguarlo.
Ante esta situación y la importante preocupación de la comunidad investigadora, propuso otro estudio que la Junta tampoco desarrolló nunca. Se pretendía conocer la dinámica del lago, saber qué cantidad de agua entraba y salía, y cómo. “Pero se quedó ahí”, durmiendo el sueño de los justos en un cajón, como el que pretendía descubrir las causas del desangramiento del Monumento Natural, porque “a los profesores de universidad no les hace caso nadie, prácticamente”.
¿Cuál fue la única decisión de la Junta en este tiempo? “Poner en 'los sumideros' por donde se pierde el agua del lago un plástico de color azul, para evitar que se siguiera desangrando”, explica Redondo Vega. Una solución a medias, porque “se consiguió que se pierda menos agua pero sigue perdiéndola”, y que va en contra de su propia Ley que prohíbe “la introducción de cualquier elemento artificial que limite el campo visual, rompa la armonía del paisaje o desfigure la perspectiva”.
Ya en otoño y después de un verano más lluvioso de lo normal, el Lago de La Baña está seco casi de manera total según se ha podido comprobar en una visita reciente, ante la pasividad de la Junta que está obligada a establecer “las medidas de conservación necesarias” para evitarlo. Asediado por numerosas explotaciones pizarreras, en la comarca de Cabrera, una de las más despobladas de Europa, con una densidad de población de tres habitantes por kilómetro cuadrado, y lejos de las miradas críticas y de la actuación de la administración autonómica.
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