Toño Benavides en el Bar Amarone o el Barrio Húmedo es un sueño dentro de otro

Los dibujos de Toño Benavides, como el rostro de Audrey Hepburn, tienen algo adorablemente puro, y por eso son únicos… De hecho pocos artistas gráficos hoy como Toño Benavides nos hacen sentir de modo tan fehaciente que un dibujante es alguien que sabe que la realidad es la vecina de al lado de los sueños. Y, más aún, que un ilustrador es quien ha aprendido a convertir para nosotros los sueños en un fetiche que nos ayude a mejor soñar…

Si quieren pruebas no dejen de visitar la pequeña gran exposición que el más identificable y voluptuoso dibujante del Madrid de hoy (el leonés Toño Benavides) acaba de inaugurar en el Bar Amarone Vinneria de la calle Cascalerías (todo en León sucede en el Barrio Húmedo, ya se sabe).

Se trata de una antología de trabajos selectos en pequeño formato (tintas, acuarelas, guaches, joyas) que vienen de ser portadas de libros de la Editorial Nórdica, o de Canalla Editores, o de la Revista Vinalia Tripers, o sobre todo de el periódico El Mundo.

No pocas piezas (las cuales pertenecen a la ilustración que este artista hizo en su día del texto de Guy de Maupassant La Noche) son dibujos en blanco y negro que bien parecen negativos de pesadillas dominadas; sombras chinescas reflejadas en espejos; surrealismo de personajes tan descoyuntados y deformantes y expresivos como los de El Greco que, como diría Djuna Barnes, son habitantes insignes del bosque de la noche.

Pero también hay aquí delicadas acuarelas con personajes inventivamente geométricos que recuerdan a Tintín en modo marinero.

Y retratos de personajes imposibles con semblantes coloristas que, en su torturada pose, no llegan a la crudeza de Lucian Freud, pero, dados sus semblantes asombrosamente coloristas, están como emparentados con el virtuosismo cromático de Benjamín Palencia.

Y hay algunos inéditos como el titulado Luna Robada que son tan densamente imaginativos y metafóricos, y, además, apelan de tal modo al inconsciente, que invitan al espectador a recostarse en el diván de Freud.

Y hay también acaballadas figuras tan coloristas como líricas que componen la parte más soñadora del conjunto (miren sino la inquietante y genial pieza con un punto cubista pero aun así preciosista titulada irónicamente Crimen pasional).

Y una embelesadora ensoñación en blanco y negro tan poética como simbólica que hizo como cartel de una Feria del Libro de León y que titula Filandón

Pero además de la poesía surrealista y la imaginería de Remedios Varo, Ángeles Santos y Maruja Mallo, la narrativa de la imaginación prospectiva conforma el lenguaje visual propio de Toño Benavides, y eso se ve en su aquí expuesta portada de La Guerra de los Mundos de H.G. Wells

Todo, en un conjunto visualmente extravagantemente auténtico, icónico e inspirtador.

Sí, saber captar la seriedad, densidad y hondura que hay en los dibujos aparentemente frívolos de Toño Benavides le hace al espectador mejor persona.

En efecto, en el mundo de hoy hay demasiada realidad y demasiada actualidad y demasiado racionalismo empírico corroborado: por eso necesitamos tanto esa sombra flambeada y ensoñada de la razón que es el arte.

Los dibujos de Toño Benavides, en lo que tienen de melancolía esperanzadora, nos ayudan a llegar al final del arco iris.

En verdad los dibujos de Toño Benavides, como el rostro de Audrey Hepburn, tienen algo adorablemente puro, y por eso son únicos.

Luis Artigue, “el Kurt Vonnegut español”, es un escritor leonés con seis poemarios y ocho novelas a sus espaldas. La última, Trumpsilvania, editada por Eolas este mismo año año 2025. “Solo una novela como ésta puede ser a la vez una película escrita y dirigida a cuatro manos por George A. Romero y Dario Argento, protagonizada por Brad Pitt y Marilyn Monroe y con música compuesta expresamente por Johan Sebastian Bach”, afirma la crítica.