Andaluz originario de Sahagún y leonés de Sevilla, José Luna Borge es poeta, ensayista, antólogo, crítico literario y diarista. Un hombre polifacético, que lleva toda una vida en la capital hispalense, aunque reconoce que su tierra le tira mucho, al igual que le ocurre con Asturias, donde también anduviera errante.
En todo caso, Sahagún es “el lugar fundacional, allí donde todo comenzó, un territorio de la memoria y de la melancolía donde uno se cobija y encuentra amparo cuando pintan bastos o vienen mal dadas”, matiza José, que siente su tierra natal como un refugio sagrado, protector, donde se encuentra a salvo.
“Sahagún no es nada, es un pueblo despoblado, olvidado pero a la vez lo es todo y allí vuelvo como si fuera la primera vez. Son los territorios de la memoria que han conformado nuestra sentimentalidad y nunca se olvidan”, apostilla el creador de 'Los días inciertos', quien, desde el sur de España, percibe que la provincia de León está muy desamparada y maltratada por las instituciones, y aun por sus propios hijos e hijas, porque, a su juicio, ahí nadie hace patria.
“León y Castilla en general van camino de convertirse en un circuito turístico-cultural de segunda, con manadas estabuladas de gentes de todo tipo y pelaje a los que se pastorea por rutinarios monumentos eclesiales y barrios más o menos húmedos. Nuestros pueblos se van muriendo de soledad y llegará un día en que tendrán que cerrar por abandono generalizado”, se expresa contundente Luna Borge.
En lo tocante a la literatura leonesa, aunque confiesa que apenas tiene trato con escritores leoneses, se siente identificado con la prosa viajera de Julio Llamazares, con su mundo de memoria y olvido, así como con el cuentista y novelista José María Merino, sobre todo con aquel fundacional libro de versos 'Cumpleaños lejos de casa', que fue todo un descubrimiento.
Asimismo, reivindica a Andrés Trapiello por su enorme talento literario, a Luis Mateo Díez por haber logrado un territorio con señas de identidad propias. También muestra su interés por las crónicas viajeras de Ernesto Escapa y los libros de viajes y peregrinaje del siempre olvidado Jesús Torbado, “escritor de temple y amplios registros” -entre ellos 'Tierra mal bautizada'-, que abrieron, en su opinión, caminos que pocos se atrevieron a transitar.
León y Castilla en general van camino de convertirse en un circuito turístico-cultural de segunda, con manadas estabuladas de gentes de todo tipo y pelaje a los que se pastorea por rutinarios monumentos eclesiales y barrios más o menos húmedos. Nuestros pueblos se van muriendo de soledad y llegará un día en que tendrán que cerrar por abandono generalizado
“Pablo Andrés Escapa, de una generación más joven, me interesa mucho. Sus historias, siempre arropadas en un especial lirismo, resultan memorables. El día que se atreva a dar el paso a la novela de cierta envergadura, asistiremos al nacimiento del gran novelista que lleva dentro. Un reciente descubrimiento ha sido Avelino Fierro, sus diarios”, señala Luna Borge, al que le gusta releer a Leopoldo Panero, a Antonio Colinas, quien, “desde hace tiempo, brilla con luz propia”, a Antonio Manilla, con sus artículos, “que son la mejor crónica de la ciudad de León... el poeta que mejores obras está cuajando, por edad y madurez, en la actualidad. Ha sabido construirse un mundo identificable y su estilo es inconfundible”.
Entre todos estos creadores y creadoras está la poeta de Bembibre, Pilar Blanco, cuyo mundo –agrega José- le resulta caro y próximo, “esa sentimentalidad a pecho descubierto y a palabra desmembrada y recreada me llega y emociona”. Y es que Pilar Blanco escribe que José Luna Borge se ha convertido, desde sus diarios y crónicas, de sesgo autobiográfico, tramados en un lenguaje excelente, en intérprete de la aventura interior, cuyo punto de partida se arraiga en una memoria, que fija campos, personas, afectos y estampas como antídoto contra lo cambiante. Que analiza y construye ficciones verídicas contra el avance de la desmemoria que de todo se adueña.
Además de la poeta Pilar Blanco, Luna Borge reconoce el potencial poético del joven Sergio Fernández Salvador, que fue todo un acontecimiento con su primer libro 'Quietud', corroborado en 'Lo breve eterno'. Estos son los autores (y autoras) de la provincia leonesa que le entusiasman, consciente de que en su lista no figure algún rezagado u olvidado, “pero la vida está ya andada y las quebradas del camino uno ha ido aprendiendo a orillarlas”, argumenta el autor de 'Reloj de melancólicos', una poética sobre el paso inexorable del tiempo, en la que pueden rastrearse versos con sabor a Gil de Biedma, aunque el propio José dice que, más que este poeta catalán de la Generación del 50, tras su poemario está toda esa corriente de literatura moral que recorre la Alta Edad Media, “cuyo fruto maduro sería 'Relox de Príncipes', del benemérito obispo de Mondoñedo Fray Antonio de Guevara, fiel consejero del Emperador Carlos V a quien acompañó en sus viajes por Europa, al que, por cierto, algún poeta del setenta, como mi buen amigo J. Juaristi, acostumbraba a saquear en una época en alguno de sus títulos, como 'Arte de marear'”. Y agrega: “Ese mensaje moral del Tempus fugit y del Memento mori que llega hasta hoy en los relojes de sol de algunas casas solariegas, con su leyenda impresa de Omnes vulnerant, ultima necat (Todas hieren, la última mata) es la que he querido recoger en mi libro”.
Cree Luna Borge que, aparte de los clásicos y alguna antología más o menos palatina, posiblemente sea la Generación del 50 la que más haya leído. “Y en esa constante criba algo haya influido para que me decidiera a escribir un poema”. Entre los escritores que más le han marcado estarían Á. González, F. Brines, C. Sahagún, R. Defarges, J.G de Biedma, C. Simón... y algunos poetas de la del setenta como Miguel d´Ors, V. Botas, J. Juaristi, E.S. Rosillo, J. Salvago.... “todos ellos han pasado a ser de la familia, personajes habituales de mi casa”, precisa este ensayista, crítico literario y antólogo, que lleva años dedicado a estos menesteres y ha publicado algunos volúmenes como el dedicado a la 'Generación poética del 70', 'Antología de la joven poesía sevillana' o 'Bazar de lecturas'.
En realidad, sigue haciendo crítica de aquello que le gusta, “nunca bajo pedido, y la sigo enviando a la prensa o a la revista que te hace un hueco y te invita”.
El ensayo y los diarios
Respecto al ensayo, está convencido de que es un empeño de mayor calado, que requiere tiempo y dedicación; “tengo algunos trabajos abiertos (Eugenio de Andrade, J.A. Muñoz Rojas, F. Brines, etc.) a los que vuelvo de tarde en tarde, pero sin demasiada ilusión y poco convencimiento pues para esos empeños se necesita el ímpetu del poeta joven que aún no ha cambiado la primera pluma”, admite este diarista, cuyos diarios vienen a ser una costumbre, según él, “un paño de lágrimas que limpia y cauteriza las heridas y te ayuda en tu trabajo solitario. Llega a ser una fatalidad y un espejo donde te ves reflejado y a veces sientes que no te gustas”. En el fondo, “un diario debiera ser el reflejo de la vida del paseante solitario que lo escribe, vida fijada en el papel sin demasiado artificio, sin voluntad de estilo, como las que uno se encuentra por la calle: una vida de diario, sin trajes de gala”.
En este sentido, en sus diarios trata de reflejar, en un lenguaje sobrio y con palabras verdaderas, lo que le pasa, que no es otra cosa que la vida de cada día sin florituras, sin componer la figura ni hinchar el pecho, “pues la vida que tenemos los ciudadanos de a pie, la vida que nos pasa, no da para largos recorridos ni otras enormidades. Y es que creo que en este país se ha perdido la perspectiva y la tradición del buen diario, aquella que sentara S. Pepys o Kafka, por apuntar dos diaristas tan distintos y distantes, que es la del mero reflejo del diario acontecer en tu entorno. R. Cansinos-Assens lo supo hacer como nadie y su obra 'La novela de un literato', que no es exactamente un diario, pero que tiene su estructura, es, con diferencia, su mejor obra que, sin embargo, dejó inédita”.
Su atracción por los libros surge en la infancia, acaso la única patria y/o matria verdadera. Rememora con entusiasmo, cual si fuera un gran sueño, cómo se encontró con un librote, encuadernado en pasta española, en una estantería de la vieja casa de su niñez. “Recuerdo aquel temblor a pesar de que era un doméstico dietario de asientos de una casa labradora, con sus entradas, gastos, pagas a obreros, obras, etc. Sin embargo, contemplar aquella ortografía desmañada, de plumín barato y tinta desvaída, me llevaba a soñar con viejas historias que pudieran haber sucedido entre aquellas paredes de adobe. Quiero creer que con aquel libro grandioso que aún puedo visualizar en la polvorienta estantería surgió mi vocación literaria que de manera larvada se iría desarrollando con los años”.
Un diario debiera ser el reflejo de la vida del paseante solitario que lo escribe, vida fijada en el papel sin demasiado artificio, sin voluntad de estilo, como las que uno se encuentra por la calle: una vida de diario, sin trajes de gala
Años más tarde, ya en el instituto Bernaldo de Quirós de Mieres, descubriría la poesía. Y en la Facultad en Oviedo se desarrollaría su propensión y afición al verso. “Fue allí donde fui adquiriendo mi abecedario poético. Leí sin piedad y fui iniciándome sin mucha esperanza pero con algún convencimiento”. Esa poesía que, según José, ha de vivir en los ojos del lector, despertando esa llama y emociones dormidas, latentes en su corazón. “El artificio no sirve de mucho, pero conviene conocer bien la técnica, los viejos utillajes y rudimentos retóricos, sin ellos nadie es nada en poesía. Dame un buen ebanista, un fino carpintero que conozca bien el oficio y que no haga ascos a la vida y olvidémonos de muebles historiados o de la fina cohetería que se nos ofrece como una nada multicolor”, sintetiza Luna Borge, que en ahora anda preparando la quinta entrega de sus diarios, cuyo título quizá sea 'Pasos al atardecer'.
Asimismo, “van surgiendo, de tarde en tarde, poemas de los que llevo una gavillita a la espera de ser apañados y atados con una tierna mimbre para que vayan haciendo cama”, concluye.
Entrevista breve a José Luna Borge
“Escribir ayuda, consuela y restaña las heridas y desconchones del camino”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
Vuelvo a la obra de Quevedo, Jorge Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Borges... Acabo de releer 'Las novelas ejemplares' de Cervantes, volvería a 'La Regenta', a las memorias de Baroja, a los artículos de Camba y Ruano y los del inolvidable Álvaro Cunqueiro (los recogidos en La bella del dragón, releídos hace poco, son memorables).
No quisiera olvidarme de obras, para mí capitales, como la trilogía 'Los sonámbulos' de Hermann Broch o 'La muerte de Virgilio'. De R. Walser destacaría 'Jakob von Gunten', que tanto gustaba a Kafka, o el inolvidable 'Libro de los pasajes' de W. Benjamin.
Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
El personaje inolvidable que fue construyendo Robert Walser con su vida y su obra; ese don nadie o cero a la izquierda que deseaba ser, sin pretensiones ni ambiciones, omnipresente en sus novelas y en sus artículos. Walser simboliza esa desvalida voz anónima que contrasta con la de tantos celebrados voceros de su obra.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
Los hay, los hay, pero el riesgo de que te apedreen si lo cuentas es bien cierto. Hay obras tan citadas como poco o nada leídas. Confieso mi incapacidad para leer con el debido entendimiento y alcances -no se me concedió ese don, ¡qué le vamos a hacer!- el 'Ulises', o llegar a disfrutar como lector la grandeza de los 'Cuatro cuartetos', así como buena parte de la poesía de Octavio Paz.
Un rasgo que defina tu personalidad.
Como buen Capricornio la constancia, la fidelidad, el trabajo... son rasgos que me son familiares y en los que me apoyo para seguir creciendo.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La bondad, la falta de doblez y la generosidad.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
La situación, en general, está como para echarse al monte, para emboscarse y olvidarse del mundo. Buscar una suerte de eremitorio sin demasiadas disciplinas y hacerse un rinconcito con tus cuatro trastos de escritura.
¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
Vivirla sin complejos, sentirla con ojos curiosos. Leer, pasear, hacer viajes, sentarme a la mesa con los amigos de siempre, ir al cine semanalmente, asistir a conciertos y escuchar música en casa mientras leo... una vida sencilla y moderada que no la note nadie que la vea.
¿Por qué escribes?
Viene a ser ya un reflejo adquirido que uno no puede modificar ni evitar. Escribir ayuda, consuela y restaña las heridas y desconchones del camino.
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
No practico mucho, pero no deja de ser un magnífico ejercicio cuando se hace con cierto rigor y la debida cautela. Se han convertido en un eficaz vehículo de información, pero en su virtud lleva también la penitencia: la basura que origina.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
La vida y la lectura básicamente. También la música clásica, el cine y las exposiciones de pintura. Una vida satisfecha con estos ingredientes, además de la buena amistad, da mucho juego a la hora de ponerte ante el papel en blanco.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
El blog puede ser una herramienta literaria de primer orden si se usa debidamente. A su favor tiene la inmediatez y la gratuidad del medio, pero esa fortaleza que permite leer un escrito en unos segundos a miles de lectores en cualquier parte del mundo se puede convertir en su principal debilidad; la facilidad de lo inmediato se transforma en el paraíso de los mediocres.
No tengo blog, pero sigo varios con los que disfruto y me entretengo. Sin embargo, mantener la calidad y el nivel de un blog, con lo que supone la atracción y tentación de lo inmediato y gratuito, es muy complicado
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
Amar la vida hasta el final, antes de que el tiempo nos marchite.