Ocho motivos por los que aprovechar los beneficios de las fresas en primavera

Fresas

Marta Chavarrías

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Estamos en plena temporada de fresas. Los meses de primavera nos deleitan con el momento más dulce para degustar esta fruta, muy interesante y saludable desde el punto de vista nutricional. Pero es que además son muy versátiles y podemos prepararlas en infinidad de platos: ensaladas, postres, batidos... Hablamos de un fruto cuyo consumo en España, según datos del Informe del Consumo Alimentario en España 2022, se sitúa en los 2,40 kilos por persona y año, situándose entre las diez frutas más consumidas durante 2022, por detrás de peras, mandarinas o sandías.

¿Sientes curiosidad por esta fruta y te preguntas por qué deberías tenerlas siempre en la cocina, además de por su sabor dulzón y su jugosidad? ¿Qué hace que sea interesante desde el punto de vista nutricional?

Las virtudes nutricionales de la fresa

Las fresas ofrecen mucho más que una explosión de dulzura. Son interesantes también por su contenido nutritivo y antioxidante:

  • Son pobres en calorías: las fresas nos aportan apenas 33 kcal por cada 100 gramos, una cantidad pequeña para lo dulces que son. Este bajo poder calórico se debe a que aportan unos cuatro gramos de azúcares libres por cada gramo.
  • Antioxidantes: las fresas son una fuente importante de antioxidantes, que ayudan a reducir el estrés oxidativo. Las conclusiones de un estudio publicado en Nutrition Journal exponen que, tras analizar más de 3.100 alimentos, las fresas y las bayas se encuentran entre las fuentes más potentes de antioxidantes, además de arándanos y moras. Los antioxidantes lo que hacen es neutralizar los radicales libres, moléculas de oxígeno inestables que pueden dañar las células. En general, las frutas ricas en antioxidantes se asocian con un menor riesgo de enfermedades crónicas relacionadas con el estrés oxidativo.
  • Vitamina C: uno de los antioxidantes más potentes es la vitamina C, un nutriente que no solo es exclusivo de la naranja ya que ambas contienen una cantidad similar. Contienen casi 98 miligramos de vitamina C, que es más de la cantidad que se encuentra en una naranja. Esta vitamina nos ayuda a que el sistema inmunitario funcione como es debido y nos permite la formación de colágeno de vasos sanguíneos, cartílagos, además de dientes y piel.
  • Potasio: las fresas son una buena fuente de potasio, que se ha demostrado que ayuda a proteger contra las enfermedades cardíacas. Este nutriente puede ayudar a reducir la presión arterial porque ayuda a debilitar el efecto del sodio sobre la presión arterial. Por tanto, priorizar el consumo de alimentos ricos en potasio a la vez que se reduce la ingesta de sodio es la suma perfecta para reducir el riesgo de hipertensión arterial.

A todos estos nutrientes debemos añadir el calcio, el fósforo, el magnesio y los carotenos.

Por qué otros motivos deberías comer fresas

Hay más razones por las que nuestro cuerpo agradecerá que agreguemos más fresas a nuestra dieta, con razones como estas:

  • Mejoran los niveles de colesterol: un metanálisis publicado en British Journal of Nutrition demuestra que, tras un elevado consumo de fresas, se producen mejoras significativas en el colesterol.
  • Ayudan a reducir la inflamación: además de ser ricas en vitamina C, las fresas también lo son en antioxidantes, sobre todo antocianinas, agentes antiinflamatorios que nos ayudan a reducir la inflamación crónica. De acuerdo con un estudio publicado en Antioxidants, los antioxidantes de las fresas pueden ayudar a prevenir y controlar afecciones relacionadas con la inflamación, como las enfermedades cardiovasculares. Las antocianinas también son pigmentos vegetales, responsables de los colores azul, morado o rojo de verduras y frutas, incluidas las fresas.
  • Facilitan la digestión: gracias a su alto contenido en fibra, las fresas pueden ayudar a mejorar la digestión y prevenir el estreñimiento, de acuerdo con una investigación publicada en Nutrients. Además, y gracias de nuevo a la fibra, distintos estudios demuestran que pueden ayudar a reducir la respuesta de la insulina y mejorar la resistencia a la insulina, así como a retardar la absorción del azúcar.
  • Ayudan a disminuir el riesgo de sufrir ataque cardíaco: de acuerdo con los resultados de un estudio de Harvard realizado sobre unas 100.000 mujeres jóvenes que, tras comer al menos tres porciones de fresas a la semana, se redujo en un 32% el riesgo de ataque cardíaco. Los expertos lo explican por el efecto de los altos niveles de antioxidantes, las antocianinas.

¿Podemos tener alergia a las fresas?

Cualquier fruta puede provocar alergia. Uno de los grupos que se asocia de forma frecuente con reacciones alérgicas es el de las rosáceas como el melocotón, el albaricoque, la nectarina, la cereza, la manzana, la pera y también la fresa, entre muchas otras.

De todas ellas, la que más provoca alergia es el melocotón y, al contrario de lo que solemos pensar, y tal y como informa la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), la alergia a la fresa es poco frecuente. Aunque tengamos alergia al melocotón, lo más probable es que toleremos bien otras rosáceas.

Qué necesidades de manipulación y conservación tienen las fresas

No todas las frutas van a la nevera. Pero antes de detallar cómo podemos conservar mejor las fresas debemos tener presente que estamos frente a una fruta no climatérica, es decir, que no madura una vez se ha recolectado y que necesita hacerlo en la propia planta. De ahí la importancia de recogerla cuando ya ha alcanzado su punto máximo de maduración antes de consumir.

Es clave que, a la hora de la compra, elijamos las que no tienen magulladuras ni estén dañadas. En casa, lo primero que haremos será ponerlas en la nevera para que se mantengan frescas más tiempo –las fresas, a diferencia de otras frutas como el plátano o la piña, son resistentes al frío y toleran bien las temperaturas de la nevera.

Antes de comer las lavaremos con agua y después las cortaremos (no al revés). Es un error común hacerlo justo al revés con el afán de lavarlo todo antes de guardar. Sin embargo, con este inocente gesto lo que estamos haciendo en realidad es quitar la película que las protege y la que permite que no se estropeen tan rápido.

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