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Virginia Hidalgo: “Emprendí para conciliar porque en el mercado laboral no había hueco para nosotras”

La emprendedora Virginia Hidalgo.

María Bosque Senero

Zaragoza —

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Este sábado se ha celebrado el Día Nacional de la Conciliación y la Corresponsabilidad. Una fecha que se pone en el calendario con el objetivo de concienciar a la sociedad de la importancia del reparto equilibrado de responsabilidades. Según el Observatorio de Igualdad y Empleo del Gobierno de España, más del 65 % de los españoles tiene problemas para conciliar su vida profesional con la personal. En el caso de las mujeres, ocho de cada diez sufren esta situación. El teletrabajo es demandado por más de tres cuartas partes de los trabajadores en España (según un estudio de Factorial), aunque las empresas siguen siendo reacias y la cultura y herramientas de las que disponen no están adaptadas para poder desempeñarlo con garantías. Para las mujeres, el emprendimiento se ha convertido en una de las opciones más valoradas a la hora de buscar conciliar su carrera y desarrollo profesional con su vida personal, sean o no madres.

¿Cuándo decide Virginia Hidalgo emprender?

Emprendí hace 12 años. Trabajaba en un puesto de responsabilidad en una multinacional. Después de seis abortos volví a quedarme embarazada. Decidí entonces guardar reposo desde el momento en el que conocí la noticia. Sabía muy bien que la empresa no me iba a proporcionar las condiciones que necesitaba y tomé la decisión de marcharme. Cuando les comuniqué mi salida no hicieron nada por intentar poner solución. Es la política laboral de las grandes empresas, en las que la exigencia, el estrés y la presión son enormes, y no están preparadas para ayudar a conciliar, especialmente a las mujeres, y tampoco quieren hacerlo.

Una vez que toma la decisión de salir del mundo laboral por cuenta ajena, ¿cómo fue la transición hacia el emprendimiento?

Durante los meses que estuve en cama hasta que nació mi primer hijo, que fue prematuro, me dediqué a formarme, a buscar nuevas opciones laborales en las que pudiera poner en valor mis conocimientos en ventas y toda mi experiencia, que no era poca. Hice un curso de creación de páginas web, de ahí nació mi primera empresa, dedicada al márketing y comunicación. A lo largo de estos años he ido evolucionando, personal y profesionalmente, lo que me ha llevado a poner en marcha nuevos negocios y también a formarme cursando el grado de psicología, además de un grado de Liderazgo y Comunicación en la Universidad Cardenal Cisneros de Madrid.

El teletrabajo parece haberse implantado en España tras la pandemia. ¿Está el país y sus empresas preparados?

Durante la pandemia el teletrabajo aumentó y sirvió para que muchas empresas se dieran cuenta de que es una fórmula de trabajo posible. Pero a nivel de plantillas, no se dotó a los trabajadores de las herramientas necesarias, sobre todo a nivel emocional. Por eso se produjo un efecto negativo, y en muchos casos la productividad de los profesionales que teletrabajaron se vio mermada. En este sentido, en España vivimos en una sociedad arcaica donde el rendimiento va asociado a las horas que pasas sentado en una silla o en un puesto laboral. Una visión errónea, porque ¿cuántas personas hay que calientas silla y cuántas que tienen ideas valiosas fuera de sus horarios de trabajo? La flexibilidad ayuda a la creatividad e incentiva la potencialidad de los profesionales, sean hombres o mujeres. Una persona con libertad es más asertiva, y eso se traduce en clientes más felices y en resultados más beneficiosos para la empresa.

En el caso de las mujeres, este problema de la conciliación se agrava, con ocho de cada diez reconociendo que les es muy complicado conciliar. Teniendo en cuenta su experiencia, ¿cuál es la vía que eligen para compatibilizar los planos profesional y personal?

A nivel empresarial no se está pensando de manera inteligente, y se están dejando escapar parte del talento. Por ejemplo, una mujer que es madre es mucho más productiva, pero necesita ser mucho más funcional en su día a día. Por eso es necesaria una flexibilidad de horarios y de presencialidad para potenciar que mujeres profesionalmente muy válidas no estén limitadas por unas normas que no las ayudan, que las echan del sistema.

¿Se está apoyando lo suficiente a las mujeres para que sean sus propias jefas?

No. Las mujeres que llegan al emprendimiento lo hacen en dos momentos que son claves en sus vidas. Unas, alrededor de los 35 años, cuando se plantean ser madres y se dan cuenta de que el mundo de la empresa le cierra las puertas a su crecimiento profesional. Y otras en torno a los 50 años, cuando son conscientes de que puede que esta sea la última oportunidad que tienen de trabajar a su manera aprovechando toda la experiencia adquirida a lo largo de los años, de ser sus propias jefas, dueñas de su tiempo. En mi empresa, la tasa de éxito es del 80%; es decir, de cada diez mujeres que emprenden, ocho salen adelante y además lo hacen con éxito.

¿Cuál es el perfil de mujer que llega a su empresa planteándose emprender?

El 90% son mujeres que se han sentido atrapadas por la sociedad, sus horarios y sus reglas. Muchas de ellas vienen de empresas en las que han desarrollado trabajos de gran importancia, pero en los que nunca se han sentido reconocidas ni respaldadas, y no hablamos del terreno económico, sino del emocional y del profesional. Todas sufren en síndrome de la impostora; creen que no están suficientemente preparadas para emprender o que no van a ser capaces de desarrollar el trabajo. La mayoría de las veces están equivocadas porque están formadas y capacitadas para salir adelante. Aunque hay que ser realistas y saber que no todas las personas están hechas para el emprendimiento.

¿Qué rasgos debe tener una persona emprendedora?

Hay muchas mujeres que se están formando toda la vida y nunca van a estar preparadas si no tienen mentalidad, actitud y la valentía. El síndrome de la impostora o no tener la resiliencia suficiente se pueden trabajar. Pero hay que saber convivir con la incertidumbre que supone emprender para trabajar por cuenta propia.

¿Qué es lo que más valoran cuando se saben por fin jefas de su vida?

Curiosamente, aunque tienen facturaciones elevadas en casi todos los casos, lo que más valoran estas mujeres es sentir que son dueñas de su tiempo. Cuando por fin son ellas las que se ponen sus horarios, que no tienen por qué ser los convencionales, cuando pueden cogerse días y horas libres, y ven que son incluso más creativas y más productivas, entonces es muy difícil frenarlas porque no hay nada más poderoso que una mujer que se sabe dueña de sí misma.

¿Es lo mismo que siente usted después de siete años trabajando por cuenta propia gracias a haber emprendido?

Mis dos hijos son prematuros, nacieron con seis meses. Ahora el mayor tiene 12 años, pero me sigue necesitando; las reducciones de jornada o los permisos de maternidad o paternidad no se ajustan a la realidad porque tus hijos te siguen necesitando a lo largo de su infancia y de su adolescencia; encorsetar los tiempos no resulta efectivo. Trabajando por mi cuenta soy dueña de mi tiempo; ningún trabajo me hubiera dado la posibilidad de estar con mis hijos y disfrutar de ellos como lo estoy haciendo ahora, y estar con ellos cuando me necesitan no es negociable. Tampoco hubiera tenido la posibilidad de sentirme tan realizada dedicándome a lo que de verdad me apasiona: ayudar a los demás a tener un negocio rentable.

La empresa en la que estaba no le ayudó a ser madre. ¿Ha cambiado algo en este sentido?

Una alta ejecutiva en una empresa tiene niveles de estrés y movilidad altísimos, que no son compatibles con un proceso de gestación. Tampoco hicieron nada para que lo fueran. Y esto no ha cambiado, por eso muchas mujeres siguen decidiendo quedarse en casa cuando se quedan embarazadas. Es muy complicado visibilizar este problema porque son formas de actuar, normas no escritas pero que están ahí y que nos limitan, sobre todo en la contratación de mujeres de entre 35 y 40 años.

Su vivencia personal, ¿le ha ayudado a cambiar la perspectiva en las contrataciones de la plantilla de su empresa?

Mi experiencia me ha ayudado a ser más práctica a la hora de contratar, pero también en la filosofía de trabajo en el día a día. Cuando me enfrento a un proceso de selección, valoro que sea buena persona, que le apasione su trabajo y que esa persona esté alineada con los valores de la empresa. No hacen falta horarios ni situación geográfica. No ponemos puertas, solo necesito que avisen y que el trabajo esté hecho. La confianza es fundamental, y por eso confío en que el trabajo se hace bien y que somos personas honestas. Actualmente en mi empresa somos todas mujeres, espero que algunas de ellas me hagan pronto “tía”. Yo creo que las mujeres somos el sexo fuerte, y que una mujer bien posicionada y apoyada es un cañonazo en una empresa.

En una sociedad globalizada, ¿hay lugar para más emprendimiento?

En mi opinión, todos deberíamos ser emprendedores; el mundo sería más amable. 

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