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Torrero no olvida: una ruta por la memoria histórica de este barrio zaragozano

Ruta de la memoria por Torrero

Alba Martín Amaro

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Zaragoza amaneció gris y fría el 28 de enero, con la niebla calando en los huesos. “Es casi simbólico”, comenta una de las mujeres del grupo. Enrique Gómez, presidente de la ARMHA, es el encargado de guiar esta ruta “por el terror” y la memoria. Ese miedo, que asoló más de cuatro décadas el barrio zaragozano de Torrero.

Cada parada de la Ruta de la Memoria por el barrio de Torrero es una lección de historia en la que los cincuenta asistentes también escucharon cantar al coro libertario de Torrero. El recorrido empieza en el chalet Bergua, en el paseo Ruiseñores. Esta antigua casa burguesa de los años treinta fue expropiada en la Guerra Civil por el bando sublevado y convertida en un centro de detención. “El último o penúltimo lugar de la vida de estos presos políticos”, sentencia Gómez. Aunque no fue el único en la capital aragonesa, el palacio que alberga hoy el museo Pablo Gargallo fue también un espacio de torturas de este calibre. Un hombre del grupo interrumpe a Gómez para contar que su padre se libró de ese final por los pelos. 

Después de la guerra, el chalet Bergua fue sede de varias empresas hasta pasar a manos de la Diputación Provincial. Así, RTVE estableció durante años su centro emisor en Aragón. En la actualidad, en un estado de semiabandono, todavía se puede leer el cartel de la cadena pública. Hace algún tiempo la ARMHA lo propuso como museo de memoria. Una triste canción sobre la comunista Matilde Landa cierra esta primera parada.

Frente al hospital San Juan de Dios, Gómez explica cómo la Iglesia puso a disposición del Golpe el colegio Luis Vives. Esta escuela acabaría convirtiéndose en un hospital militar y, más tarde, en un lugar de reclusión con presos vascos.

El recorrido continúa hasta el paseo Cuéllar. Ahí se alza el Sacrario Militare, también conocido como Torre de los Italianos. El edificio pertenece a la Repubblica, y en él yacen más de 3000 italianos que dieron su vida en la guerra de España. Fue construido por orden de Mussolini y así lo denota su aire fascista. Robusto, imponente o, como lo compara Gómez con sorna, “una erección hacia el cielo”. 

El músculo del Golpe

El cuartel de Castillejos se alza hoy casi invisible frente al canal.  “Mientras que Miguel Cabanellas fue el cerebro del Golpe en la Capitanía General, este cuartel fue el músculo”, asegura el guía. Además, advierte que fueron los propios militares de este enclave del ejército, quienes daban las órdenes a los grupos paramilitares de falangistas, requetés y Acción Ciudadana. Los mismos que se dedicaban a dar el paseíllo a todas esas personas opuestas al nuevo régimen.

Antes de descubrir el monumento a Ascaso, hay una parada frente a una pista de cemento donde hay niños jugando. Quién le iba a decir a esos pequeños que en el año 1977 a Vicente Basanta lo fueran a asesinar en ese mismo punto y que su verdugo quedara absuelto. ¿Su delito? Hacer una pintada en la fábrica Alumalsa con una hoz y un martillo al revés y con el siguiente mensaje: “Trabajo sí, policía no”.

Torrerico Libertario

Próxima parada: “el Torrerico Libertario”. Zaragoza fue la segunda ciudad con más militantes de la CNT y el barrio de Torrero, uno de sus lugares preferentes. ¿Y uno de sus más ilustres vecinos? Joaquín Ascaso, presidente del Consejo de Aragón. Ese “experimento libertario” que sería breve, pero intenso. No duró ni un año (del noviembre del 36 al verano del 37), pero es una prueba de que la utopía pudo hacerse realidad. 

Ascaso tiene un monolito en su honor. Se halla en los jardines del centro cívico del barrio, en la calle Monzón. Sin embargo, Gómez no olvida a la familia Muñoz Laviñeta, muy vinculada con el anarcosindicalismo. Y con esta misma ideología, el coro libertario concluye la etapa; al interpretar la Internacional Anarquista.

De una cárcel a un CSO

El camino continúa hasta la Kike Mur. Este actual Centro Social Okupado es la antigua cárcel provincial, ubicada -cómo no- en Torrero. Uno de los asistentes cuenta cómo su abuelo y su tío abuelo son unos de esos miles de republicanos asesinados, cuyos restos acabaron en el Valle de los Caídos, y cómo está luchando por recuperarlos. Su tío murió el año pasado sin haber podido enterrar a los suyos, pero su padre de 91 años sigue vivo. 

La ruta acaba en la cárcel, o sobre ella, en la plaza de la Memoria Histórica. Una prisión que se inaugura con la dictadura de Primo de Rivera y que como resalta Gómez: “fue tremendamente útil para el franquismo”. Desde ahí, entre octubre del 36 y enero del 37, ‘Los Hijos de la Noche’ salvaron a cientos de personas de la represión del golpe militar; a través de rutas clandestinas hacia la libertad.

Esa libertad que los presos de esta cárcel de Torrero simbolizaban con un laurel. Y la misma a la que cantaba José Antonio Labordeta en su más célebre himno, y que todos los asistentes entonan al unísono al final de la visita. 

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros

“Recuérdalo tú y recuérdalo a otros” son los primeros versos de ‘1936’, del poeta Luis Cernuda. Año que, por otro lado, comenzó un 18 de julio uno de los episodios más tristes de España. Esa Guerra Civil que, casi 100 años después, sigue todavía vigente. La herida que todavía sangra, que sigue abierta, que no ha subsanado. Y no será por plaquetas o factores de coagulación o personas que a día de hoy siguen luchando por que las voces de sus familiares o de ellas mismas sean escuchadas. 

Los tejidos de esta herida no se regeneran, porque el ambiente no lo permite. Una herida debe estar limpia para sanar. Y esta nunca lo ha estado. O si no, que le pregunten al Partido Popular o a Vox; presentando la derogación de la Ley de Memoria de Aragón el pasado 20 de noviembre. Fecha que no parece casual.

Este circuito histórico pertenece al ciclo ‘La Imagen de la Memoria’. Organizado por la Asociación de Memoria Histórica de Aragón, comenzó el pasado 9 de enero y concluirá el sábado 24 de febrero en el Centro Historias de la capital aragonesa.

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