La Colección Zoológica de la ULE reúne más de 70.000 animales: “Si el bicho está muerto, lo queremos”

Campillo / ICAL . El decano de la Facultad de Bioñogía de la ULE, Antonio Laborda, en el Servicio de Colecciones Zoológicas del campus de Vegazana

Miriam Badiola / ICAL

“Ni matamos ni compramos, pero si el bicho está muerto lo queremos”. Con esta premisa nació el Servicio de Colecciones Zoológicas de la Universidad de León, Czule, gracia a la labor “absolutamente altruista y voluntarista” de Antonio Laborda, su director, que contó en 2008 con la cooperación de Luis Miguel Fernández Blanco para su puesta en marcha.

Con el objetivo de construir un mueble sustentado en la docencia universitaria, la investigación y la divulgación, porque “la Universidad pública se debe a la sociedad que la paga y por tanto ésta le debía devolver algo más a la sociedad”, a día de hoy, doce años después de su puesta en marcha, gestiona aproximadamente 400 mamíferos, cerca de 2.000 aves, unas 1.500 peces, anfibios y reptiles, cerca de 20.000 insectos y unos 50.000 ejemplares de invertebrados marinos.

“Los animales se mueren todos los días y en el mundo a millones, lo único que hay es acceder a ellos, mientras que otros muchos animales ya llevan muertos mucho tiempo, así que nos dedicamos a buscarlos”, explica Laborda.

Así, Czule bebe de muchas fuentes, entre las que se encuentra el Museo de la Fauna Salvaje de Valdehuesa de la Fundación Doctor Romero nieto, que cedió gran parte de los mamíferos y de las aves que la Colección expone en el Centro de Idiomas de la ULE, así como la donación de la colección de mariposas de Murciego, que cuenta con más de 10.000 ejemplares, de las que 5.000 se encuentran en cajas, perfectamente datadas y con su información recogida en bases de datos.

El Czule también se ha nutrido del Acuario de Gijón, con el que firmaron un convenio hace años, mediante el que éste donaba a la colección aquellos peces que murieran en las instalaciones del acuario, como una hembra de tiburón toro de más de dos metros de longitud que murió días antes de inaugurarse, “que aún se encuentra metido en un arcón por falta de fondos para naturalizarlo”.

Asimismo, también cuenta con una resolución conseguida con la Junta de Castilla y León para que de los centros de recuperación de fauna, se donasen los animales que no superaban la recuperación y fallecían.

A todo ello se suma la donación de colecciones de investigación de personal de la universidad que ya se ha jubilado, como es el caso del doctor Salgado Costas, entomólogo, con una colección de más de 6.000 muestras de fauna de cuevas para investigación, muy importante desde el punto de vista científico, porque unos 350 son holotipos, es decir, el animal sobre el que se ha descrito una especie, algo que “tiene que estar en una institución con garantías de conservación, porque cualquier investigador de cualquier parte del mundo pueda consultarlo”. Por su parte, el propio Laborda ha donado su colección personal de invertebrados marinos, gusanos o moluscos.

“El animal puede desaparecer, pero si tienes la información que te daba tienes lo más importante, que es trabajar con ello”, asegura Laborda, para quien la relevancia de la colección zoológica es su capacidad investigadora y científica, que permite por ejemplo estudiar desde mariposas de 1.920, algunas de las piezas más antiguas, hasta las que se encuentran guardadas en el congelador, entre las que se encuentran focas, torturgas, tiburones o un pájaro que se encontró el mes pasado muerto en el jardín de su casa.

Sin embargo, la falta de espacio donde acumular los animales naturalizados, junto con la falta de fondos suficientes para hacerlo, ha obligado a Czule a paralizar la recepción de animales. “Nosotros no somos taxidermistas, podemos hacer pieles de colección, es decir, vaciar un animal, tratar la piel para que no se pudra y rellenarla para darle la forma del cuerpo, aunque la naturalización o taxidermia es un arte que permite imitar la formardel animal en su ámbito natural y que es muy caro”, explica.

Por ejemplo, este es el caso de la hembra de tiburón toro que se encuentra en el congelador, donde lleva desde hace muchos años, que no admite una taxidermia normal al hacerse en seco y ofrecer resultados poco naturales, permitiría introducirla en una urna de metacrilato que costaría 6.000 euros.

“Palitos en la rueda”

Laborta insiste en la labor altruista de Czule, donde nadie cobra nada ni cuenta con ningún tipo de ingresos, ya que desde la Universidad no se destinan fondos. “Hemos pasado muchos avatares, desde estar en la cresta de la ola con talleres en los que se cobraba un precio simbólico con lo que se pagaba al conservador y se abrió al público la exposición hasta tener palitos en las ruedas”, ya que el rector que había cuando nació, “pensó que la locura acabaría con nosotros mismos”, pero “todo fue creciendo y acabó dejándonos en la nada cuando lo único que pedíamos era que nos dejaran trabajar”.

Sin embargo, el nuevo rectorado, encabezado por Francisco García Marín, “ha retomado el proyecto con entusiasmo”, algo que el director de Czule agradece, por “el reconocimiento y el apoyo, que seguro que en el futuro va a ser mayor”.

A ello, se suma el cambio de la imagen que percibe la gente del Czule desde los cursos de conciliación que organizaron en alguna ocasión durante el curso pasado, en el que proponían actividades para los hijos de los trabajadores de la Facultad, lo que “hizo que todo el mundo pensara que no éramos tan mala gente”.

Talleres

A pesar de no ofrecer una exposición visitable al público, el Servicio de Colecciones Zoológicas de la Universidad de León, Czule, organiza talleres destinados a todos los públicos, aunque el principal número de visitas son niños de colegio, así como usuarios de centros de mayores, asociaciones de personas con discapacidad o colectivos en riesgo de exclusión.

En estos talleres, que se imparten de manera gratuita y se adaptan al tipo de público que los visita bajo demanda, han recibido más de 30.000 personas a lo largo de los años, permiten la opción de participar en actividades programadas y de visitar la exposición del Centro de Idiomas.

Sin embargo, Laborda no estudia en este momento la apertura al público en general, que supondría “la musealización de la colección” algo que requeriría de un personal que al estar en un ente público “requiere unas normas” y para lo que al mismo director del centro no le vale “cualquier persona”.

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