La visita del ministro Ábalos a León ensancha la distancia entre el alcalde Diez y el PSOE

Peio García / ICAL. La visita del ministro Ábalos a León ensancha la distancia entre el alcalde Diez y el PSOE.

E. Alba

El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y número dos del PSOE, José Luis Ábalos, continúa este viernes de ruta por la provincia de León. Los saludos, las sonrisas debajo de la mascarilla para las fotos y la inauguración de inversiones, para honra política, como la de la restauración del Castillo Viejo de la fortaleza templaria de Ponferrada este jueves se transformaron en cerca de cuarenta minutos de espera, caras largas y tensión que se podía cortar con un cuchillo esta mañana en la capital de la provincia a los pies de la muralla romana.

La esencia de ambos: un ministro socialista, con un alcalde socialista, en un acto que supuestamente resalta el trabajo y la colaboración de las instituciones a las que representan. ¿Las siete diferencias? Pues que, posiblemente, si solo fueran siete las diferencias ambas partes se darían por conformes.

El ministro madrugó para hacer una visita institucional a la Diputación de León, en la plaza de Botines de la capital, para entrevistarse con su presidente, el también socialista Eduardo Morán. El delegado del Gobierno en la Comunidad, José Javier Izquierdo; el subdelegado del Gobierno en León, Faustino Sánchez; y el diputado por León y secretario general del PSOE en la provincia, Javier Alfonso Cendón, asistieron también al encuentro como invitados, de la misma manera que otros cargos públicos de todos los ámbitos como el secretario general de vivienda del MITMA.

La gran ausencia, el alcalde de la ciudad y también socialista, José Antonio Diez, que esperaba en su despacho del Ayuntamiento de San Marcelo, como convidado de piedra, al otro lado de la plaza, a que llegaran las diez para ir a visitar las obra de restauración de la muralla romana en la Era del Moro y pedir explicaciones a sus compañeros de partido. Pero la espera no fue solo esa.

Cuando llegó la comitiva de la Diputación, cuarenta minutos más tarde de lo previsto, Diez llevaba ya cuarenta minutos dando vueltas a su discurso de reproche. Se agarró al atril y con voz temborosa afeó a Ábalos que no cayera en reunirse con el alcalde de la ciudad que estaba visitando, ni la casa de todos los leoneses, el Consistorio, pero que no por ello iba a dejar de trasladarle sus reivindicaciones y peticiones, en muchos casos históricas, como la integración del ferrocarril en la ciudad “que no satisface en nada a los leoneses” y que “se ha resuelto con 25 millones, sin comparación con ningún sitio”.

“Feve es otro proyecto enquistado desde hace años” que, aunque reconoció que el Gobierno de Pedro Sánchez ha dado pasos para la obra de urbanización de la estación de Matallana y su entorno, “evidentemente, necesitamos plazos y certezas de la llegada del ferrocarril”.

Además, Diez recordó la necesidad de soterrar la rotonda de La Granja y de aprobar la ronda este por la zona norte. “Son muchísimas las cosas que tenemos pendientes. Estoy seguro de su compromiso y solo desearle una buena estancia en León. Gracias”, acabó casi en un susurro al que siguió el silencio sepulcral del resto de los presentes solo roto por algún murmullo y risa nerviosa.

Diez dio entonces dos pasos atrás para dejar libre el atril y colocarse junto al resto de sus compañeros de partido. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. La distancia que lo separa del resto del partido es cada vez más ancha y evidente. Y ni siquiera trataron de disimularla. Entonces, el ministro dio dos pasos al frente para contestar al órdago: “Es un privilegio estar aquí pero la visita no puede desprenderse de los problemas de León, que conozco” porque “soy un lector asiduo de la prensa”. Aunque, resaltó, “es importante reivindicar lo que hacemos”, dejando de lado la “ansiedad” por conseguir lo que tantas ocasiones se ha prometido y no acaba de llegar o “se ha hecho mal”, por otros Gobiernos. “Estos gruesos muros (los de la muralla romana leonesa) se edificaron con más paciencia”.

Su discurso de los proyectos del Gobierno para la ciudad y la provinica se alargó cerca de una hora. Intercalado, este sí, por varios arranques de aplausos del resto de la comitiva, para, acto seguido, dar una vuelta de reconocimiento a los trabajos que se están efectuando.

Sería difícil saber quién buscó a quién para salir juntos en las fotos como si no hubiera pasado nada. Aún así, las instantáneas recogen una incomodidad que si bien surgió a nivel interno ya es vox populi.

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