El confinamiento total de un lacianiego viajero

Julio Álvarez Rubio, en su casa.

Luis Álvarez / Julio Álvarez

Julio Álvarez Rubio (Villablino, 1949) probablemente equivocó su carrera. Tenía que haber estudiado alguna especialidad en letras en lugar de tecnología. Su abuela Domitila, omañesa ella, siempre le pidió que estudiara latín, historia y literatura. Con diez años, se fue a hacer el bachillerato en el Auseva de Oviedo, cuando dicho colegio aún estaba en la Calle Santa Susana, frente al Instituto Alfonso II.

Más tarde, en Gijón, estudió Ingeniería Técnica Industrial. Luego, llegada la puta mili, se vio obligado a perder año y medio de su tiempo antes de coger el tren e irse con su novia a Cataluña. Allí trabajaron ambos hasta el año 1976, cuando nació su hija Rosa Helena. Apenas tres meses después, paseando con el carrito en un domingo luminoso y azul -por el lugar que hoy lleva el nombre Jardins Doctor Duran i Reynals- la niña sonreía adormecida sin imaginar que, allí mismo, una infección bacteriana estaba incubando en ella un daño irremediable.

En el otoño de 1981, enterado de que se estaba construyendo una central térmica de Unión-Fenosa, Julio decidió prepararse -en Madrid, La Coruña y Anllares del Sil- para integrarse en el equipo de operación. En la primavera de 1982, el trío familiar retornó al valle de Laciana porque una niña como ella no podría vivir en una ciudad tan enorme y ruidosa.

De vuelta a casa, Julio ya venía con un libro bajo el brazo que tituló Sendas de Laciana. En adelante, fue publicando sucesivos trabajos destinados a viajeros inquietos, montañeros y lectores curiosos: 'Por el país de las brañas' (Edilesa,1994), 'Alto Luna, Babia y Laciana' (Edilesa, 2006), 'Omaña' (Edilesa, 2007), 'El Bierzo' (Edilesa, 2008), 'Ancares' (Calecha ed., 2011), 'Babia y Luna' (Calecha ed. 2017) y varios textos para la serie 'Por los caminos del agua' (El Sil I y II), 'El Burbia, El Luna y El Omaña' ilustrados magníficamente por Puri Lozano y Miguel Sánchez (Producciones El búho viajero) para La Crónica de León durante unos meses del año 2008.

Su afición de andarín y montañero fue siempre aderezada con observaciones, mapas, indagaciones, ingenio y calidad de expresión escrita y hablada. Un bagaje divulgador incluyendo tratados de geología, biología, etnografía e historia donde se entremezclan charlas con la gente de los pueblos, leyendas, costumbres, construcciones y edificios singulares, obras artísticas... También la descripción de fenómenos geológicos y el tesoro de la fauna y la flora de cada lugar que han hollado sus pies. Porque no cuenta ni describe de oídas o por referencias, sino que aclara la realidad que él mismo ha comprobado sobre el terreno, palmo a palmo. A ello añade su capacidad para la fotografía con los ojos habituados a encuadrar la belleza que observa.

Mientras él trataba de descubrir y ensalzar tesoros medioambientales y paisajísticos en el alto Sil y las cuencas cercanas, colectivos económicos, políticos y sociales fijaban el futuro con un punto de referencia muy distinto que pronto sería perecedero: el carbón, la suciedad de las escombreras y los ríos y las salvajes explotaciones a cielo abierto.

'Por el país de las Brañas' (Edilesa, 1994) ya quiso ser algo más que una simple guía. A sus apuntes de historia y tradiciones se sumó un torrente de imaginación, humor y bromas como la disparatada Leyenda de Flacus, taraceado todo ello con fotografías, mapas y rutas amenas por los territorios brañeros del noroccidente astur-leonés (Palacios del Sil, Laciana, Omaña, Babia y Somiedo).

En el año 2001 falleció su hija Rosa Helena y, en el 2002 salió de la imprenta 'Laciana un Otoño (Relatos y caminatas por el valle espléndido)', el más divertido de todos sus libros -opinión personal-, por la coña que rezuman muchos de sus doce relatos. El quinto, titulado 'IPE', es quizá el mejor de su autor. Comienza con un párrafo tomado de 'Las Mocedades de Ulises', obra del genial Álvaro Cunqueiro:

Descansaba sobre una pequeña almohada. Era una hermosa cabeza de mujer. Helena sonrió a Ulises. Era la sonrisa de una mujer madura y ensoñadora. Por entre la sonrisa asomaba, húmeda, la punta roja de la lengua. Del minúsculo cuerpecillo, tamaño de muñeca de Florencia, se levantó un bracito escuálido, infantil. De la hermosa boca brotó una babilla blanca y espumosa. El joven Amadís, dolorido y misericordioso, desdichado pero verdaderamente fiel, arrancando de la maceta de la celosía un alhelí, dijo mirando a los ojos de la enferma: acaso se llame con el más hermoso y turbador de los femeninos nombres.

A 'Laciana, un otoño' sucedió 'Aventureros del Tiempo (Leyenda de caminos y poderosas razones para viajar)' (Edilesa, 2004). Fue éste un notorio trabajo de investigación sustentado y convertido en una enciclopedia, con 187 notas a pie de página, a la que pueden acudir los interesados por el conocimiento de la historia local y del área geográfica del noroeste asturleonés.

Conversador ameno, amigo de sus amigos, esposo y padre, son algunas de las condiciones humanas anejas a su trabajo de literato, observador y descubridor de lugares e imágenes increíbles, como se puede comprobar acudiendo a algunos de sus blogs

https://lacianababia.blogspot.com/

http://julio-islandia.blogspot.com/

El primero de ellos se ocupa de sus tierras de origen, con mayor amplitud geográfica de la que sugiere el título. El segundo, dedicado a los viajes por la isla de hielo y fuego, fue disfrutado durante tres semanas en julio de 1996 y repetido durante todo el mes de julio de 2010.

Fueron muchos los viajes lejanos y prolongados, presa de una pasión y fascinación más propia de arrebatos de amor que del juicioso criterio de sensatez de un adulto prudente. Pero estas son las cosas del amor, que así describe Eça de Queiroz en su novela 'El misterio de la carretera de Sintra'. El amor es una limitación de la libertad, una disminución del carácter; especializa, circunscribe al individuo; es una tiranía natural...

El I.E.O. concedió a Julio el galardón de Omañés del año 2012, por su labor como divulgador del patrimonio paisajístico y cultural de Omaña.

Sus últimos trabajos incluyen dos narraciones breves para dos ediciones colectivas de la editorial Rimpego: 'Leyendas de León contadas por... (Las bruxas de la Veiga´l Palo)' y 'Cuentos de León narrados por ... (Noche estrellada)'.

Hecha esta presentación, aprovechamos el acogimiento para entrar en su casa, romper la rutina diaria y hablar de todo un poco. Ahora que la grave avería cerebral ocurrida en enero de 2017 lo ha alejado de la escritura -que no de la lectura-, apenas puede recuperar su condición de montañero. Hace unos días nos contó que había disfrutado de la maravilla otoñal del bosque entre El Villar de Santiago y la braña de San Justo. Apenas seis kilómetros con la cámara al hombro, la cacha bien amarrada y una pareja de amigos.

La actualidad de Julio

Cuando el tiempo nos alcance con su discurrir lento pero implacable, merman las capacidades físicas y es obligado pautar nuevas actitudes y hábitos. Unos años atrás dejábamos postergadas muchas actividades para cuando llegue la jubilación. Pero la jubilación llega pronto y la demora se hace presente.

Amainadas las prisas por vivir, los paseos se vuelven más serenos y pausados. Es tiempo para la lectura, la fotografía, la contemplación del firmamento, la astronomía, la música y tantos recuerdos de infancia y juventud, trabajo, estudio, amistades... Y eso es lo que buscamos en esta charla; extraer tantos recuerdos acumulados para ser compartidos con nosotros.

Así hablamos de aquel primer libro, 'Sendas de Laciana', del que logré una primicia que desconocía. Lo escribí en Barcelona -me dice- pero no fue editado por Edilesa hasta octubre de 1982, cuando ya llevaba seis meses aprendiendo y trabajando en la Central Térmica de Anllares del Sil cuya puesta en marcha ocurría durante aquellos días otoñales.

Veinticinco años de trabajo. Primero en Anllares del Sil, luego con viajes frecuentes para conocer instalaciones en Galicia, Asturias, León y otras más alejadas y también, a menudo, acudir a la sede central de Unión-Fenosa en Madrid. Todo ello me brindó la posibilidad de conocer la enorme transformación tecnológica que estaba ocurriendo. Cuando llegué de Barcelona aún existían las máquinas de escribir, los aparatosos teléfonos y los sistemas de control analógico de los años 80 pero, con el cambio de siglo, pude asistir a la evolución asombrosa de los sistemas digitales en las salas de control y la comunicación directa y en tiempo real con la red de la empresa. Todo era apasionante pero, además, aprovechaba algunas horas para escribir.

Un libro con cuya elaboración disfruté mucho -nos dice- fue 'Aventureros del Tiempo. Leyenda de caminos y de poderosas razones para viajar', (Edilesa, 2004) por la cantidad de documentación y archivos que hube de buscar entre Oviedo, León y Madrid. Los días y horas hurgando como un ratón de biblioteca fueron fantásticos.

Desde el archivo parroquial de San Miguel de Laciana pasando por el Histórico Nacional, el General de Indias o los Archivos Históricos Provinciales de León y Asturias, además de otros fondos documentales han dejado en él un poso de polvo añejo del que le es difícil desprenderse.

De las numerosas guías que han salido de sus conocimientos, a la hora de valorar se decanta por el último, 'Babia y Luna', (Calecha ed. 2017). Nos dice que quisimos ponerle el título Entre Babia y la Luna pero esta hermosa expresión -con doble sentido- ya estaba registrada.

En cualquier caso, tiene los mejores y más variados contenidos. Y la mejor fotografía. Recorrió a pie, uno a uno, todos los pueblos, puertos, valles y cumbres de las dos comarcas.

Nos vamos de viaje

Llegó el momento de charlar sobre los viajes, los de cerca y los de lejos porque, además de disfrutar con la búsqueda de la documentación, 'Aventureros del tiempo' es un poco parte de la misma esencia personal de Julio Álvarez. Ya lo expresa en la introducción del libro: siempre he sentido curiosidad por quienes hollaron durante siglos el enredo de caminos y senderos incontables de esta comarca de Laciana y, sobre todo, por los motivos poderosos que les movieron a hacerlo. El viajero se convierte por sí mismo en aventurero y Julio retoma las ideas de Gustavo Bueno para dividirlos en aventureros de itinerario -aventurero sin viaje- y aventurero de suceso -viajero con aventura-.

El propio Julio fue aventurero de las dos formas y viajero de ambos tipos. El que viaja por obligación, -me fui de Villablino con diez años para hacer el bachillerato en Oviedo, continuar con la ingeniería técnica en Gijón, sufrir los catorce meses de la mili y trabajar unos cuantos años en Barcelona- pero también la vida le permitió ser aventurero del suceso por el simple placer de viajar y conocer.

A comienzos de los 90, junto con otros tres compañeros de la Central Térmica de Anllares, se fueron con sus coches desde León a Irún, de ahí a Ginebra atravesando Francia y a Chamonix con intención de coronar el Mont-Blanc.

-Subimos a dormir en el antiguo refugio de Goûter donde nos despertaron a las dos de la madrugada para salir disparados hacia la cumbre pero, llegados al refugio Vallot (4.365 msnm), tuvimos que dar la vuelta asustados por las cornisas, las grietas y un vendaval de nieve de mucho cuidado. Al descenso retornamos desde Chamonix a Ginebra y seguimos hacia Viena para detenernos en Mauthausen-Gusen -tremenda visita-, pasamos cuatro días en Viena e hicimos el retorno hacia Francia por el Estado Libre de Baviera.

A principios del XXI, el recuerdo de un gran viaje nos eleva sobre el suelo para desplazarnos por Sudamérica.

-Fuimos de Buenos Aires a la Península Valdés. Volamos luego sobre la Patagonia observando desde el aire el Cabo Vírgenes -entrada al estrecho de Magallanes- y descendiendo hacia el canal Beagle para aterrizar en Ushuaia. Hicimos el retorno a El Calafate para navegar por el Lago Argentino en el Parque Nacional de los Glaciares.

-En junio de 2013 nos juntamos unos cuantos amigos y montañeros lacianiegos, aterrizamos en Marraquech y fuimos disparados hacia Imlil, punto de partida para coronar la cumbre del Toubkal (4.167 msnm) en la cordillera del Atlas. Disfrutamos del propio Marrakech y de poblaciones tan hermosas como Essaouira -la ciudad del viento- y vistas tan espectaculares como las cascadas de Ouzoud.

https://lacianababia.blogspot.com/2013/06/con-los-imazighen-capitulo-i-veintidos.html

Túnez, Estambul, Croacia (Dubrovnik, Plitvice, Zagreb), Venecia, Moscú, San Petersburgo, nuevamente Moscú ... y en el verano de 2010 hay que volver al norte, hacia la tierra de fuego y hielo. Glaciares, volcanes, géiseres como el Strokkur -que en Laciana llevaría el nombre de la feridera-, enormes cascadas que hipnotizan la mirada y absorben toda la atención. Damos muchas vueltas, porque visitar esta tierra es una de sus mayores satisfacciones del viajero. Tanto que cuando le pregunto a Julio ¿qué lugar te ha quedado pendiente de ver y a donde te gustaría ir? su respuesta es contundente: he de ser sincero, si algún viaje me queda pendiente es volver a Islandia por tercera vez pero... ya no me queda tiempo.

En el otoño de 2016, los tres mismos compañeros que, en los años 90, habían hecho el viaje a Chamonix y al Mont-Blanc, sobrevuelan la cordillera de los Andes y aterrizan en Santiago de Chile y, al día siguiente, despegan hacia Calama desde donde se dirigen al desierto, a la población de San Pedro de Atacama, a 2.400 msnm.

-Otro viaje inolvidable y casi reciente. Los primeros días los dedicamos a la aclimatación y también pudimos acceder al Centro de Apoyo a las Operaciones situado a unos 30 km de San Pedro y a 2.900 msnm. Con seis meses de antelación ya habíamos conseguido el permiso para visitar el OSF del mayor proyecto astronómico que existe, el ALMA, constituido por sesenta y seis antenas situadas en la planicie que llaman Chajnantor, a 5.000 metros de altitud. Y como al llano de Chajnantor no se permite el acceso, contratamos a un guía con su todo-terreno para acercarnos a la base del Cerro Toco, subir desde allí a la cumbre (5.604 msnm) y observar desde arriba el espectáculo de las sesenta y seis antenas y el colosal vehículo que utiliza el ALMA para trasladarlas.

-El desierto de Atacama está repleto de antiquísimos volcanes inactivos pero el Láscar es uno de los tres que siguen activos. Acordamos coronar el Láscar (a 5.640 msnm) el 16 de octubre de 2016.

En días sucesivos, pasando de Chile a Bolivia -con guías y vehículos todo terreno-, fuimos a dormir (sobre camas de piedra y cemento con cinco mantas por persona) en el refugio Huayllajara, a 15 grados bajo cero, para despertar tres horas antes del amanecer, disparar rápidamente una fotografía a la Vía Láctea y continuar por los desiertos adelante hasta llegar al célebre Salar de Uyuni.

-Dejando atrás la primavera chilena volvemos hacia el otoño lacianiego, babiano y palaciego y, abreviando, el 18 de diciembre de 2016 llegó la hora de subir al Cornón para colocar allí el Belén.

-Tres semanas después, a primeros de febrero de 2017, la pareja de editores de Calecha me visita en una de las habitaciones de la zona de neurocirugía del Hospital Universitario de León y me trae un paquete de 20 ejemplares del libro 'Babia y Luna'. En febrero estoy empezando a caminar pero ... se acabó lo que se daba.

Siguiendo con la charla del confinamiento hay muchos recuerdos. Para las personas que ya no están, los seres queridos que nos dejan vacíos imposibles de llenar y unos cuantos jirones en el alma. De todos ellos, el recuerdo más vivo es el de Helena, el más hermoso y turbador de los femeninos nombres.

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