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Cunqueiro antes de ser Cunqueiro: un libro rescata los artículos del escritor en 'El Pueblo Gallego' durante la República

Álvaro Cunqueiro (esquerda), Francisco Fernández del Riego e Ricardo Carvalho Calero na Compostela da II República.

Daniel Salgado

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Álvaro Cunqueiro difícilmente podía imaginar lo que sucedería apenas diez días más tarde. “Coincidamos todos en que hay que galleguizar Galicia y si el Estatuto no va a ser un instrumento de galleguización”, escribía en gallego el 8 de julio de 1936, “el día 28 habremos votado todos en vano”. Era el último del medio ciento de artículos que el entonces joven escritor publicó en El Pueblo Gallego durante la II República y que ahora recoge O mundo e outras vésperas (El mundo y otras vísperas, Galaxia, 2022). “Meditemos en los días que vienen y porque sean mejores, porque sean nuestros, porque sean descanso y ocio del alma”, seguía el texto. El golpe fascista de Franco abortaría todo deseo y el Cunqueiro que emergió después de la Guerra Civil ya era otro muy distinto al de este libro, próximo al nuevo régimen e incluso por una temporada con carné de Falange.

“El Cunqueiro que vemos en estos artículos está perfectamente integrado en la estela de la Xeración Nós y, al tiempo, es compañero de faenas de los llamados Novísimos [artistas y escritores gallegos de la quinta republicana]”, explica el profesor y crítico Armando Requeixo, responsable de la edición, “esa fraternidad ayuda a entender cómo, tras el hiato de la guerra, fue posible su reconexión con el galleguismo, a través sobre todo de Del Riego”. Sería un autor diferente pero al mismo tiempo ya latente –considera Requeixo– en su escritura en prensa entre 1932 y 1936. Es decir, la facturada entre los 21 y los 25 años. Por las 216 páginas de O mundo e outras vésperas desfilan al fin y al cabo el Cunqueiro poeta, el Cunqueiro traductor, el Cunqueiro crítico de arte o el Cunqueiro comentarista literario. Y comienza su consolidación, temporalmente retrasada por el 36, como figura publicada vinculada a la literatura.

“Estampas y colores. Souto en Santiago. Otoño. Llegar […] Lo bello sin milagro: maravillas en fuga para el descanso de las estelas”, dice la cuartilla en honor del pintor Arturo Souto –exiliado en México después de la guerra– con la que inaugura sus aportaciones a El Pueblo Gallego el 2 de octubre de 1932. El periódico, propiedad de Manuel Portela Valladares, también su director, era uno de los principales en la Galicia de la época, con tiradas de hasta 30.000 ejemplares. Los militares golpistas lo incautaron antes del fin de julio del 36. “Era el gran periódico de la época”, señala Requeixo, “y en sus páginas Cunqueiro pasa de desconocido a referente en apenas unos años”. Tan referente que, en la última etapa de las colaboraciones, sus artículos aparecían anunciados en primera plana el día anterior. “Eso da una idea del calibre que había adquirido”, señala el editor.

Era en todo caso un Álvaro Cunqueiro militante del Partido Galeguista, que se relaciona con los viejos nacionalistas –Castelao, Vicente Risco, Otero Pedrayo– y con sus coetáneos: Luís Seoane, Ánxel Fole, Manuel Antonio, quizás el poeta inevitable de esa generación, muerto con 30 años. “Era un poeta claro y quebrado, tan de vidrio como el vidrio mismo. Muchos estamos con él”, escribe en el quinto aniversario de la muerte del autor de De catro a catro. Y está al tanto de la gran literatura de su tiempo, de la que da cuenta en el periódico: García Lorca, Panait Istrati, Paul Verlaine, Valle–Inclán, Knut Hamsun. En paralelo a la labor periodística de esos años, brotaba el poeta de cierta respiración vanguardista, que daba a la imprenta sus primeros libros. De Mar ao norde (1932) deja registro en El Pueblo Gallego del 16 de diciembre del 34, al publicar el poema que comienza “SOL: / Cinco fiestras colgadas / da mesma i–alba rosal”.

El Cunqueiro de los periódicos

Cunqueiro practicó, a lo largo de su extensa trayectoria, prácticamente todos los géneros. “Siempre se reivindicó, no obstante, poeta, a pesar de ser libérrimo en la cuestión genérica”, dice Armando Requeixo, “pero el pulso poético, lírico, está siempre presente. Hay artículos que comienzan con un hilo ensayístico y acaban teñidos de poesía”. No siempre fue así. La popularidad en vida del escritor, sobre todo a partir de los años 60, se debió más a su conexión con los medios de comunicación –llegó a dirigir el Faro de Vigo– que a los libros literarios, entiende Requeixo. Pero los artículos de esa etapa evolucionaran respecto de los recopilados en O mundo e outras vésperas: “Sin dejar ese poso poético, introdujo otras vías, como la del saber enciclopédico entre lo real y el imaginario”. Es el Cunqueiro que traza caminos por veces borgianos, en los que el conocimiento inútil es el más útil de todos los conocimientos, totalmente alejado de la política y, así, aquiescente con el estado de cosas en la dictadura. Pero en El Pueblo Gallego, este Cunqueiro “todavía no ha brotado” y lo que se percibe es el hombre integrado en el galleguismo republicano, “un chico con toda la fuerza renovadora”.

Se calcula, expone Requeixo, que el escritor produjo unos 20.000 textos periodísticos. “El articulista es el último de los grandes continentes cunqueirianos que estamos reconstruyendo”, dice, “y la de El Pueblo Gallego era una colección aún por mapear”. Estudiosos como Xosé Enrique Costas, Iago Castro Buerger, Xesús González Gómez o Xosé Enrique Acuña se habían detenido en las incursiones de Cunqueiro en el periódico de Portela Valladares, pero O mundo e outras vésperas es la primera recogida sistemática. “Es el Cunqueiro inicial, cuando comenzaba a ser”, resume el editor del volumen. A su juicio, continuarán apareciendo artículos olvidados, pero “no será frecuente que haya grandes colecciones por exhumar”.

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