La leonesa que hizo cumbre literaria rescatando la historia de la rata a la que ‘maquillaron’ para ser presumida

Ana Cristina Herreros y un fragmento de 'La verdadera historia de la rata que nunca fue presumida'.

César Fernández

Por si no fuera suficiente una pandemia, todavía quedaba superar un temporal. No parece mal argumento para un cuento, pero realmente se trata del final de la intrahistoria del que ha servido a la leonesa Ana Cristina Herreros para entrar en la prestigiosa lista de los 25 mejores libros para niños del año del periódico The New York Times. Ha llegado a la cumbre literaria tras dar un rodeo hasta cerrar círculos que conectaban nacionalismos de dos siglos diferentes, historias populares del Mediterráneo y una ilustradora que ha sido como un hada madrina. Herreros, que ha hecho cima con 'La verdadera historia de la rata que nunca fue presumida', se vio en enero tirando de pala para quitar la nieve de los exteriores de una imprenta de Móstoles en una secuencia que también deja su propia moraleja.

Podría parecer por el título que el libro trata de darle a una vuelta al cuento cuando en realidad lo que hace es ir a los orígenes. La escritora y editora leonesa hizo una versión basándose en la obra 'La ratita' ('Sa rateta'), escrita por el archiduque Luis Salvador de Austria, un noble que se había interesado por los cuentos tradicionales de Mallorca a finales del siglo XIX cuando el cuento ya estaba pasando por el tamiz de la educación religiosa de la época en España. “La visión de las monjas era la de que estaban educando señoritas en el recato para ser buenas esposas”, enfatiza la autora, que ha rescatado la historia de una “rata revolucionaria” que es protagonista “no por guapa, sino por vivir sola”, que “no se compra un lazo, sino un repollo para construir una casa” y que “no se la comen por ser presumida, sino por elegir mal”.

Hasta llegar a escribir 'La verdadera historia de la rata que nunca fue presumida', Ana Cristina Herreros (también conocida por su faceta como narradora oral como Ana Griott) fue enderezando renglones para recomponer la historia. Dio con 'La ratita' cuando estaba inmersa en el estudio de los repertorios de folcloristas de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX en la Biblioteca Nacional de Madrid. Lo hacía porque en 2003 el Centro de Investigación para la Paz (CIP) le había encargado un trabajo de investigación sobre cuentos populares del Mediterráneo. Fue tratando de demostrar a principios del siglo XXI que estas historias no entienden de fronteras ni de nacionalismos todavía con las cicatrices abiertas de las sucesivas guerras de los Balcanes como 'navegó' por el Mare Nostrum para hallar en su extremo occidental un relato 'maquillado' cuando a finales del XIX era costumbre hacerlo... para servir a los intereses nacionales.

El libro es una versión de basada en la obra 'La ratita', del archiduque Luis Salvador de Austria, que la escribió cuando la historia original ya estaba pasando a finales del siglo XIX por el tamiz de la educación religiosa. Y la visión de las monjas era la de educar a señoritas en el recato para ser buenas esposas, señala Ana Cristina Herreros

Su investigación dio como resultado la publicación de 'Cuentos del Mediterráneo' (SM, Madrid 2005) y 'Cuentos populares del Mediterráneo' (Siruela, Madrid 2007), donde ya aparece 'La ratita'. Podría parecer premonitorio que aquel trabajo se viera entonces reconocido con un premio, el concedido en 2012 por la Fundación Dieta Mediterránea en un listado de galardonados en la que también aparece Michelle Obama. Casi diez años después, 'La verdadera historia de la rata que nunca fue presumida' ya había obtenido en este 2021 el tercer premio al libro mejor editado en 2020 en la categoría de libros infantiles y juveniles que otorga el Ministerio de Cultura. La llamada de una periodista sirvió hace unos días para informarle de su inclusión en el listado de The New York Times. “Para mí es un honor y a la vez un respiro, una forma de constatar que no todo está perdido”, señala la autora.

Un libro con doble lectura

Y es que su libro se presta a una doble lectura. George Orwell publicó en 1945 'Rebelión en la granja'. Bajo la apariencia de un cuento infantil, el autor británico ponía en solfa un régimen político en un relato coronado por una frase: “Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”. La obra de Ana Cristina Herreros puede ser leída por niños. “Y también sirve para construir un relato sobre las mujeres maltratadas. No es un libro fácil porque habla de la violencia de género”, advierte la autora, quien, no obstante, remarca que no se trata de una versión feminista moderna, sino de un regreso a la “versión antigua” de la historia al entroncar con su trabajo de investigación hasta plantar cara a las “versiones edulcoradas de los cuentos”. Y en este caso no se habla de presumir, sino de rechazar la violencia.

Para mí es un honor y a la vez un respiro, una forma de constatar que no todo está perdido, dice la autora sobre la inclusión en la prestigiosa lista del diario estadounidense de una obra que habla sobre violencia de género y que ya había obtenido el tercer premio al libro mejor editado en 2020 en la categoría de libros infantiles y juveniles que otorga el Ministerio de Cultura

Como la intrahistoria del libro es una sucesión de círculos, Herreros cerró otro con la elección de la ilustradora, Violeta Lópiz, a la que conoció cuando le encargó esta tarea para 'La asombrosa y verdadera historia de un ratón llamado Pérez', publicado por Ediciones Siruela. Tras dejar su trabajo para esta editorial, a la leonesa le pareció “hermoso y simbólico” comenzar su andadura editorial en solitario, en el sello Libros de las Malas Compañías, otra vez con Lópiz como ilustradora, ahora de una rata. “Ella es superperfeccionista”, destaca sin obviar que el paralelismo entre los dos trabajos fue también una manera de “conciliar lo masculino con lo femenino”.

En una clave más pegada al terruño, la inclusión de 'La verdadera historia de la rata que nunca fue presumida' en la lista del emblemático diario estadounidense también supone un guiño a los orígenes de esta autora leonesa afincada en Madrid. Ella muestra su orgullo por una provincia “con la mayor densidad de escritores por kilómetro cuadrado” y con “la mayor tradición oral” hasta sentirse heredera de una pauta literaria que ha dejado un importante reconocimiento singularmente a la producción literaria volcada en géneros como el cuento o el relato.

El caso es que con esta obra ha derribado fronteras. El libro ya había sido traducido al inglés y al coreano. Y negocia su extensión a los mercados británico, alemán y francés, ahora sobre la ola de una distinción tan importante dado el prestigio del periódico norteamericano. Herreros había dado con la clave investigando sobre avatares históricos del siglo XIX y vivió la recta final del proceso de edición en medio de una pandemia que condicionó la relación comercial con la editorial estadounidense con la que compartió la publicación. A principios de enero se agotaba el plazo de entrega al Instituto Balear junto cuando 'Filomena' se cruzó por el camino, por lo que hubo que armarse con palas para retirar la nieve de una imprenta de Móstoles. “La condición que puse fue que el libro se imprimiera en España o, al menos, en un país con legislación laboral”, cuenta Herreros para constatar la última moraleja que deja un cuento del que se puede presumir.

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