Emilio Silva: “El Bierzo ha sido el espacio de los veranos de mi infancia”

Emilio Silva, periodista, escritor y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

Manuel Cuenya

Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas, Emilio Silva es asimismo el Presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (A.R.M.H.), una asociación constituida en diciembre del año 2000, cuyo objetivo principal es la localización de víctimas de la represión durante la Guerra Incivil y la dictadura franquista.

“La memoria histórica en nuestro caso es un concepto que explica que llegamos a lugares donde ocurrieron hechos históricos como con las fosas comunes, a través de la memoria de algún testigo, porque los enterramientos en las cunetas no están registrados en ningún archivo”, explica Emilio Silva.

Por su parte, el escritor Julio Llamazares dice que la Memoria Histórica de un país es su literatura. En este sentido, Silva aclara que la memoria se construye desde muchos lugares y una de sus voces es la literatura, “de hecho a veces la ficción literaria o cinematográfica puede ser una de las mejores puertas para acceder al conocimiento del pasado”.

Cabe recordar que el origen de la A.R.M.H., con la que he tenido el honor de participar en diversas ocasiones, fue la exhumación de una fosa en octubre del año 2000 en Priaranza del Bierzo, donde se hallaron los restos de trece personas asesinadas por falangistas en 1936, entre ellos el abuelo de Emilio Silva.

Entre los fundadores de esta Asociación está también el escritor ponferradino Santiago Macías, otrora vicepresidente de la A.R.M.H, quien recientemente ha presentado la cuarta edición de 'El monte o la muerte' sobre el guerrillero antifranquista Girón. En la actualidad, el vicepresidente es Marco Antonio González.

Emilio Silva, que ejerce como periodista en diversos medios y es autor/coautor de libros como 'Las fosas de Franco', destaca la labor ejercida por la A.R.M.H., con sede en el campus de Ponferrada, como han sido las exhumaciones, “en las que hemos ayudado a cientos de familias a dar una sepultura digna a un ser querido”.

También resalta que, además de las exhumaciones, han abierto un debate acerca del pasado, “un debate necesario y categórico, porque profundiza en la cultura de los Derechos Humanos y en el fortalecimiento de la democracia”, de la impunidad de los crímenes de la dictadura. Y de lo benevolente que ha sido la democracia con los franquistas.

En el desván de la casa de mi abuela Modesta Santín había algunos objetos de la tienda que montó mi abuelo paterno en Villafranca del Bierzo, La Preferida, un comercio de coloniales que abrió después de pasar una década emigrado por Argentina y Estados Unidos. Era una balanza, las pesas, algunos papeles con el sello de la tienda y otros documentos que encarnaban a un abuelo asesinado en una cuneta, del que nunca hablaba mi abuela y que carecía de tumba en el cementerio del pueblo y leía alguno de mis apellidos en cada tumba.

“A menudo nos acusan de querer cambiar la historia o ganar una guerra que perdimos hace 80 años, pero desde el presente lo único que podemos hacer con el pasado es cambiar su significado y eso ha hecho por ejemplo que la tumba del dictador en el Valle de los Caídos, que durante décadas no ha sido causa de ningún debate político, se haya convertido en una realidad incómoda y ese cambio en el significado haya provocado una actuación política. Somos un escáner del franquismo que sobrevive en nuestro presente y tratamos de extirparlo de los órganos y realidades sociales de nuestra democracia”, señala contundente este escritor, “escribidor”, como él mismo se autodenomina, como hiciera su abuelo “en una respuesta en la Parroquial Berciana, en 1932, a un artículo de Antonio Carvajal y Álvarez de Toledo en el que el aristócrata de la villa se burlaba de quienes defendían la igualdad”.

El Bierzo afectivo

“El Bierzo ha sido el espacio de los veranos de mi infancia, cuando llegaba a Pereje y comía fruta de los árboles, nos bañábamos en Calamoco, subía por la ladera del Valescuro y siendo niño trataba de ayudar a 'mallar', a recoger cereal o legumbres y acompañaba a mi tío Manolo a las colmenas para extraer la miel”, rememora con afecto y nostalgia este periodista con raíces en el Bierzo, con la nostalgia de la infancia, con la tristeza también por un abuelo asesinado.

“Además de eso allí había un secreto familiar; en el desván de la casa de mi abuela Modesta Santín había algunos objetos de la tienda que montó mi abuelo paterno en Villafranca del Bierzo, La Preferida, un comercio de coloniales que abrió después de pasar una década emigrado por Argentina y Estados Unidos. Era una balanza, las pesas, algunos papeles con el sello de la tienda y otros documentos que encarnaban a un abuelo asesinado en una cuneta, del que nunca hablaba mi abuela y que carecía de tumba en el cementerio del pueblo y leía alguno de mis apellidos en cada tumba”.

Su Bierzo también es un Bierzo inspirado por la literatura. Y su León también es un León en el que sobresalen grandes voces como la Antonio Pereira, que había estudiado con su padre en el mismo colegio de Villafranca y con el que se veía de vez en cuando.

“En sus relatos transpira la belleza berciana pero también la oscuridad de la historia que marcó la vida de mi familia”, matiza Silva, que también reivindica al Premio Cervantes Antonio Gamoneda, “un gigante de la memoria con una durísima biografía y un pensamiento poético que entronca con quienes tanto pagaron por construir la primera democracia de nuestra historia”.

Asimismo, “por razones poéticas, intelectuales y afectivas tengo que incluir a Juan Carlos Mestre, esa voz lúcida e iluminadora, con una biografía que nos une a través de la amistad de su abuelo sastre y mi abuelo desaparecido”.

En esta nómina de escritores leoneses también incluye a Josefina Aldecoa, “porque su homenaje literario y vital a las maestras y maestros de la República forma parte del rescate de uno de los mayores compromisos sociales de nuestra historia”, y por supuesto a Julio Llamazares (a quien antes hacíamos mención), porque, cuando leyó su 'Lluvia amarilla', recuerda que compartió la angustia de una España que se despoblaba y unos modos de vida que desaparecían.

Cree Emilio que es un poco decimonónico, lo que ha influido en su educación sentimental, según él.

“Me han marcado mucho obras de Flaubert, Stendhal o Marcel Proust. He leído cosas muy diversas, ahora mismo estoy volviendo a leer 'El árbol de la ciencia', de Pío Baroja, y me estremece cuando habla de la 'simpatía y el respeto que siempre ha tenido España por lo inútil', una especie de síndrome de Diógenes en el que las élites de nuestro país se empeñan en almacenar en el presente los peores hábitos de nuestra historia”.

Por otra parte, reconoce haber leído muchos ensayos a resultas de cursar estudios de sociología y política, mostrando su admiración por el sociólogo cántabro Jesús Ibáñez y obras como 'Más allá de la sociología' o 'Más allá del sujeto', o bien obras básicas de la antropología, “que son una excelente forma de abrir la cabeza y llenarla de tolerancia”, apostilla el autor/coautor de obras como 'Las fosas de Franco', 'La memoria de los olvidados' o 'Políticas de memoria y construcción de ciudadanía'.

Cuenta que el libro de 'Las fosas de Franco' fue para él algo personal, porque era el rescate de la historia de su abuelo, “contando quién fue y que ocurrió alrededor de su exhumación”.

En todo caso, considera que todos sus libros han pretendido contribuir al debate acerca del pasado y ser una herramienta para empoderar a las víctimas de la dictadura franquista.

Me han marcado mucho obras de Flaubert, Stendhal o Marcel Proust. He leído cosas muy diversas, ahora mismo estoy volviendo a leer 'El árbol de la ciencia', de Pío Baroja, y me estremece cuando habla de la 'simpatía y el respeto que siempre ha tenido España por lo inútil', una especie de síndrome de Diógenes en el que las élites de nuestro país se empeñan en almacenar en el presente los peores hábitos de nuestra historia.

“Hay que tener en cuenta que encontré la fosa de mi abuelo cuando me estaba documentando para escribir una novela que contaba la historia de dos exiliados bercianos que regresaban de Argentina para volar el Valle de los Caídos, que terminé hace años, pero es inédita”, declara Emilio Silva, que en estos momentos está trabajando en un libro que recopila los artículos que ha publicado en prensa a lo largo de estos años, “con un extenso prólogo que lo contextualiza”.

Por otro lado, está con una novela gráfica que cuenta la historia de su abuelo y la exhumación de 'Los Trece de Priaranza'.

Y en algún momento le gustaría reeditar 'Las fosas de Franco', “interpretando desde la distancia lo que supuso la exhumación de trece hombres en Priaranza y de cómo ese pequeño agujero en la niebla del franquismo sociológico se fue convirtiendo en la posibilidad de mirar al pasado y a los crímenes de la dictadura desde la cultura de los Derechos Humanos”, revela.

Entrevista breve a Emilio Silva

“La escritura es una potente herramienta política”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Pues el que estoy leyendo ahora, 'El árbol de la ciencia', de Pío Baroja.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Robinsón Crusoe, que simboliza un momento de la historia y el pensamiento en el que la conciencia de la individualidad asfixiaba la existencia.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Siento rechazo al uso político que hacen de la literatura Javier Cercas o Andrés Trapiello.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Tranquilidad.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La lealtad como una forma de solidaridad hacia lo común.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Creo que hay sectores muy poderosos de la política española que todavía no han encontrado la puerta de salida del siglo XIX. Creo que nuestra política es demasiado partidocéntrica y a menudo me parecen mucho más interesantes los movimientos sociales que hacen política operando directamente en transformar la realidad.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

El bienestar colectivo.

¿Por qué escribes?

La escritura es una potente herramienta política y en el universo de los significados es tremendamente útil. A eso le añado que puede ser una forma de autoconocimiento y un ajuste de cuentas y cuentos con el entorno y con la propia biografía, una forma de deshacer nudos.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Pueden tener un enorme impacto y hay gente muy brillante emitiendo mensajes desde ellas, pero aprecio la literatura más destilada.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Ideas que me asaltan la cabeza, historias que escucho o leo y una voz interior que a menudo está oculta por la premura del 'presentismo' pero que de vez en cuando necesita y reclama su espacio porque la escritura es también una forma de reflexión.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Soy muy irregular en la escritura. Tengo un blog que avanza a trompicones.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Si pudiera resumir mi forma de entender el mundo en una sola frase sería otra persona.

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