Yolanda Alba: “Soy bastante ‘outsider’ del pensamiento oficial, oficioso y tradicional”

Yolanda Alba. Fotografía: Lela Katsarava

Manuel Cuenya

Nacida en pleno corazón del Bierzo, Yolanda Alba, que es Licenciada en Ciencias de la Comunicación además de escritora, traductora y editora, ha tenido la ocasión de vivir en diferentes lugares y países del mundo, desde Gales, pasando por Norteamérica, hasta ciudades como París, Barcelona o Madrid, donde reside en la actualidad. Y donde ejerce como periodista. Ha trabajado en diferentes medios de comunicación, entre otros 'El País', 'Factual', 'Libertad digital' o 'Intermed'. Asimismo, ha dirigido revistas internacionales. Y es autora de varios documentales.

Autodefinida como 'poli-autora', su espíritu renacentista la ha llevado también a trabajar, como asesora editorial y directora de comunicación, en grupos editoriales de la talla de Planeta o Ediciones B.

La posibilidad que ha tenido de viajar por diversos lugares del mundo, en su afán de búsqueda, le han permitido literalmente abrir su mente hacia “lo diferente”. Y de este modo desarrollar su capacidad de análisis, forjando una personalidad escéptica: “La duda, siempre la duda para avanzar”, matiza esta ensayista originaria de Cacabelos, 'Bergidum Flavium', según ella, cuya herramienta fundamental es, en su opinión, la hermenéutica de la sospecha, además de la investigación, el rigor, la curiosidad, la veracidad... con “una mirada transversal del pensamiento, una visión holística”.

Para Yolanda Alba, el cosmopolitismo es la modernidad, la apertura de espíritu, la belleza infinita de lugares diferentes. Y en este sentido se siente no sólo viajera sino nómada, “de ningún lugar en concreto y un poquito de todos”. Y a vez artista o extranjera del mundo, que ve las cosas con distancia.

Siendo adolescente, a través de la literatura, comenzó a descubrir, a sentir la necesidad de viajar y de conocer otras culturas, otros paisajes, otros continentes, otras sociedades diferentes, otra suerte de misticismos y religiones.

“Siempre me atrajo lo exótico, he sido y soy bastante 'outsider' del pensamiento oficial, oficioso y tradicional, es decir, vivo en la heterodoxia y desde la libertad suprema. Ni patria ni partidos”, afirma la autora de 'Sacerdotas'. La mujer en las diferentes liturgias y religiones' (Almuzara, 2018), un libro que surge precisamente a partir de sus viajes.

El papel de la mujer en las diferentes culturas y religiones

Un interesante ensayo acerca el papel que ha desempeñado la mujer, a lo largo de la historia, en las diferentes religiones y culturas: Sumeria, Antiguo Egipto (divinas adoratrices, sacerdotisas de Isis), Antigua Grecia (las pitias), las sibilas greco-romanas, Roma (vestales), las druidesas celtas, las sacerdotisas del sol en el pueblo inca, las cihuatlamacazque aztecas, las ajq mayas, las machis mapuches, las chamanas, las curanderas iroquesas, las espiritistas y calundureiras, las santeras cubanas, las wiccas o sacerdotisas-brujas, las rabinas (Floriane Chinsky, Amy Eiberg, Laura Geller...), pastoras y obispas luteranas y anglicanas (Eva Brunne, Katherine Gibson...)... ayatolás (Zoreth Sefati)... O la importancia que tuviera la asceta y gran viajera berciana Egeria, “beatísima mujer, más valiente que todos los hombres del siglo”, según San Valerio, que peregrinó de Galicia a Jerusalén. Y defendiera la igualdad entre hombres y mujeres.

“En las primeras comunidades cristianas las mujeres ejercían el sacerdocio... predicaron, profetizaron, bautizaron... Las civilizaciones antiguas veneraron numerosas diosas que emanaban de la figura de la Tierra Madre”, escribe Yolanda Alba, hasta que el 'kyriarcado' (falo-egocentrismo, según el filósofo francés Derrida) hizo que las mujeres fueran excluidas del derecho a ser ministras de la iglesia y de impartir sacramentos, subvirtiendo el mensaje de Yehoshúa el rabino (Jesús el Cristo).

En las primeras comunidades cristianas las mujeres ejercían el sacerdocio... predicaron, profetizaron, bautizaron... Las civilizaciones antiguas veneraron numerosas diosas que emanaban de la figura de la Tierra Madre

Se pasó de la diosa 'omniparens' al dios 'omnipotens'. Y la subordinación de la mujer al hombre en las religiones –apostilla– es una regla general que conoce escasas excepciones, habida cuenta de que los dioses, en las religiones monoteístas, están hechos a imagen y semejanza de los hombres. “El dios cristiano es absolutamente paternal. Y las religiones son machistas”. No obstante, en España tenemos el honor de contar con Christina Moreira, la primera cura católica, apostólica y romana, según Yolanda Alba. Incluso en el mundo islámico hay mujeres imanas, puesto que no hay versículo en el Corán que prohíba a una mujer serlo y por ende dirigir la oración. También en el mundo contemporáneo Regina Jonás ejerce como la primera mujer rabina.

“Los lugares de culto y su 'egregor', los monumentos religiosos en general, ejercían en mí una atracción no sólo estética: la sinagoga de la Ghriba en la isla tunecina de Djerba, Stonehenge, el Partenón, el monte Athos, las iglesias románicas, las iglesias ortodoxas del Cáucaso, los monasterios, las catedrales, el templo del Cielo en Pekín, las mezquitas de Estambul y del Magreb, las estupas budistas, las sinagogas y mezquitas de Tiflis y Kérkira, el Kotel en Jerusalén, los templos bahais de Haifa y Panamá city, la abadía del normando Mont Saint Michel... pero: ¿qué papel habían jugado y juegan las mujeres en esos lugares de culto?”, se plantea esta apasionada lectora de los clásicos, “algo que debería ser obligatorio en el actual e ignorante panorama”, que aboga por un pensamiento fuerte en detrimento de la debilidad o derrota de pensamiento, por decirlo en palabras de Alain Finkielkraut, uno de sus filósofos favoritos, entre los que también cabría incluir a Spinoza, Hannah Arendt o el español José Luis Sampedro.

“Yo me lo he leído todo, en español, en francés y en portugués, y de todas las culturas, como lectora y como editora después... 'Religión y ciencia' de Bertrand Russell fue fundamental en su momento... En la ficción me encantaron los rusos y el realismo mágico en la adolescencia, en poesía leo fundamentalmente ahora a mujeres... Valle Inclán me sigue pareciendo genial; y como periodista Umbral era un genio”, señala Yolanda Alba, que también ha sido/es consultora en derechos humanos e investigadora en temas de género. De ahí sus obras 'Sacerdotas' o 'Masonas' (Almuzara, 2014), entre otras.

“Creo que soy consciente de la desigualdad de género desde que crecí − aunque mi familia era liberal al respecto−, viendo a las mujeres ejerciendo funciones menos importantes que los varones, siempre en segundo plano, sumisas, cuando no sin derecho a opinión. Para las mujeres la ortodoxia católica española, en aquel tiempo, era asfixiante. Y esa circunstancia me hizo tomar consciencia de la realidad del colectivo femenino en el sistema universal denominado Patriarcado. La toma de poder histórica por parte de los hombres sobre las mujeres cuyo agente ocasional fue de orden biológico pero que se elevó rápidamente a las categorías política y económica: o sea, el sistema patriarcal que domina prácticamente el mundo”, destaca Yolanda, quien, como mujer, “lógica autoconciencia de especie que decía Hegel”, cuenta que empezó a luchar contra la discriminación de las mujeres en la Universidad Complutense en los años setenta y pico, engrosando el Movimiento Feminista Independiente. Y desde entonces no ha parado, “fuere desde los movimientos sociales, en las instituciones donde trabajé, el periodismo, la poesía, en la creación literaria, la edición o en la política, o como traductora incluso. Analizar y trabajar intelectualmente bajo una óptica feminista”. En este sentido fue pionera en su uso del lenguaje no sexista, “que ahora se denomina inclusivo” en los medios de comunicación.

Recuerda que en los años 80 ya daba conferencias por toda la península con propuestas para evitar el sexismo en el lenguaje que persiste en nuestra lengua. “Yo creo que cuando se establecen normativas lingüísticas desde una perspectiva androcéntrica, se perjudica directamente a las mujeres e indirectamente a toda la sociedad. Ahora, con mis últimos ensayos, quiero contribuir a rescatar la historia no escrita de las mujeres, lo que la Academia anglosajona denomina Her (Story) y dar a conocer las enormes contribuciones que muchas de ellas han proporcionado a la Cultura, para equilibrar lo que la catedrática en Harvard Karen King llama 'relato dominante', que es un relato incompleto y sesgado donde los roles de las mujeres están ocultados y/u omitidos”. Así, con claridad y contundencia, se expresa la creadora de 'Sacerdotas', su reciente libro, cuyo título es, a su juicio, una provocación, un neologismo incluyente que hace referencia a todas las mujeres que ejercen y/o dirigen los cultos en las diferentes religiones, “un término que engloba a las diferentes mujeres oficiantes: rabinas, imamas, mujeres sacerdotes católicas, pastoras protestantes, santeras, wiccas, chamanas, mikos, iyalochas... y un largo etcétera”.

Hace no tanto tiempo tampoco existían vocablos como médica o bombera o abogada u obispa; y la aparición de mujeres en las diferentes profesiones, según ella, ha hecho que las palabras para designarlas se feminicen, lógicamente. “Ello no quita que suscite automáticamente una reflexión: ¿hay en el siglo XXI mujeres que ejercen el sacerdocio en el catolicismo? Hay todo un capítulo dedicado a este tema en el ensayo que nos recuerda la larga historia de discriminación de la mujer en la Iglesia católica y que está siendo cuestionada en los últimos tiempos. En segundo lugar, yo utilizo el término en contraposición al término sacerdotisa, definición que solo tiene vigencia referida a religiones de civilizaciones desaparecidas”.

Prosiguiendo con su argumentación, en lo referente a la religión musulmana, nos recuerda el ejemplo, entre otros, de Sherin Khankan, la primera mujer imán de Dinamarca, que celebra matrimonios entre personas de distintas confesiones. Se trata de una líder religiosa moderna y flexible, una socióloga especializada en el Islam, máster en sociología de las religiones y filosofía de la Universidad de Copenhague, que busca sobre todo difundir los valores islámicos progresistas, incluido el feminismo islámico, que supone también una vuelta a las raíces.

Creo que soy consciente de la desigualdad de género desde que crecí −aunque mi familia era liberal al respecto−, viendo a las mujeres ejerciendo funciones menos importantes que los varones, siempre en segundo plano, sumisas, cuando no sin derecho a opinión

Mujeres sacerdotas, mujeres masonas

“Son ellas las que contestan las interpretaciones patriarcales del Islam, demostrando que es posible practicarlo y al mismo tiempo ser miembro de una sociedad democrática; son ellas las únicas que celebran matrimonios entre personas de distintas confesiones; sus contratos matrimoniales prohíben la poligamia y la violencia conyugal y reconocen el derecho de las mujeres al divorcio. Opino que las mujeres oficiantes, o las mujeres como autoridades religiosas (la Primada de la iglesia sueca y la obispa de Londres son mujeres) tienen más en cuenta el lado femenino de la divinidad, ergo la igualdad. Y que las mujeres ocupen cargos sacerdotales puede tener connotaciones políticas, como por ejemplo, traer un recambio del orden simbólico hacia una sociedad más igualitaria y más gozosa y más sabia, y más justa y más ecológica, más a la medida de lo humano”.

Asimismo, Yolanda Alba es autora de 'Masonas', el primer libro que, en sus propias palabras, rescata la existencia (y su historia) de las mujeres que pertenecieron y pertenecen a las diferentes masonerías (siglos XIII al XXI), “desde las masonas 'operativas' u obreras constructoras (de catedrales como la de León, por ejemplo) a las masonas feministas de la Masonería mixta de hoy. Un ensayo que también denuncia que en la institución de la Libertad-Igualdad-Fraternidad sigue existiendo machismo. Lograr dos ediciones para un ensayo así no está mal...”, precisa esta berciana renacentista cuya matria, como ya habíamos adelantado, está situada en el Camino jacobeo. Y además aparece en 'El señor de Bembibre', de Gil y Carrasco, lo que resulta extraordinario para ella, sobre todo cuando era una niña.

“Un pueblo con sustrato pagano-celta-romano-judío –se refiere a Cacabelos– que acabó cristiano. Para mi imaginación apasionada ello tenía sus consiguientes simbolismos. Mi infancia y adolescencia estuvieron inmersas en un mundo literario delimitado por una línea de horizonte fantástico, donde escuchaba hablar en dos idiomas, y situado además en 'la raya', donde una de las fiestas más importantes era 'O Santo Grial'. A Pedrafita do Cebreiro, aquel lugar en la montaña −casi siempre sumergido en húmedas y misteriosas nubes norteñas− había que subir, en la fiesta del Santo Milagro, para venerar aquel cáliz lleno de Sangre Real que, no dejando de ser alegoría católica, se revestía inexplicablemente de un paganismo especial. Las religiones me fascinaban por etéreas y enigmáticas y, cielo abierto, empezó mi búsqueda frenética de la transcendencia y magia. Misterio. Asimismo era una tierra envuelta en brumas de esoterismo”.

En su infancia –acaso la genuina matria–, la autora y editora de 'Guía de Buenas Prácticas para Comunicadores' leía compulsivamente y sabía del mago Merlín, de la mesa del rey Arturo. Y aun de otras leyendas célticas, equinoccios y solsticios. “Aquel cáliz símbolo era el Copón que había sido custodiado precisamente por los Templarios del cercano castillo de Ponferrada, al que acudíamos algunos sábados de la adolescencia a buscar el tesoro oculto que según las leyendas de los Caballeros dicen: allí sigue guardado en la montaña sagrada. Haciendo camino interior, indagando y descubriendo en libros que aquella copa era la expresión suprema de la luz, de 'lo secreto', del conocimiento, la sabiduría (era pronto para hablar de Gnosis...)”.

En su época infantil/juvenil recuerda que comenzó a escuchar, en boca de viajeros y personajes, que el Camino no era de San Yago sino del mártir Prisciliano, “obispo hereje y librepensador, asesinado por filósofo, inteligente y honesto, nacido en los mismos lares que yo (según cita el profesor Aniceto Núñez –a quien le hemos dedicado fragua–, al parecer, como el emperador Teodosio y Egeria)... Emocionante... Y siempre citaré a los magníficos profesores de mi instituto de bachillerato Bergidum Flavium, personas humanistas, cultísimas (y en concreto al de literatura César Cabezas) que tuvieron un papel crucial para que yo me fuera a Madrid a estudiar Periodismo y Bellas Artes”.

En cuanto a la literatura, que se ha escrito y se está haciendo en la provincia de León, cree que pocos territorios como León han sido y son tan fecundos; “en diferentes siglos han surgido autores importantísimos en la creación literaria, tanto en poesía como en narrativa en todas las comarcas... De los poetas jovencísimos me interesa su visión del mundo... Siempre me interesó como poeta la Bienal (algún día me voy a presentar), la colección 'Provincia'”, matiza. Asimismo, reconoce que ha vuelto a releer toda la obra de Gil y Carrasco, “bellamente reeditada por Valentín Carrera”. Y siempre vuelve a sus queridos Michi y Leopoldo Panero, “geniales per se... Y buscando raíces paternas (mi padre Erundino era de la capital) me interesé este verano por León Martín-Granizo (de la llamada 'generación fracasada' que englobaba a los autores comprendidos entre principios del siglo y la posguerra)”.

“Yo creo que cuando se establecen normativas lingüísticas desde una perspectiva androcéntrica, se perjudica directamente a las mujeres e indirectamente a toda la sociedad. Ahora, con mis últimos ensayos, quiero contribuir a rescatar la historia no escrita de las mujeres, lo que la Academia anglosajona denomina Her (Story) y dar a conocer las enormes contribuciones que muchas de ellas han proporcionado a la Cultura, para equilibrar lo que la catedrática en Harvard Karen King llama 'relato dominante', que es un relato incompleto y sesgado donde los roles de las mujeres están ocultados y/u omitidos”

Respecto a sus próximos proyectos, la coautora de 'Unos y otras: Encuentros con ¿Agustín García Calvo?' (Triacastela, 2013) está cerrando la trilogía sobre la Her (story), corrige un poemario, y en enero de 2019 nos adelanta que publicará un ensayo titulado 'Feminismo y Franc-masonería: una transferencia cultural'.

Se siente especialmente preocupada por el antisemitismo creciente (político, social, racial, anti-Israel), así como por las diferentes violencias. “La revalorización de lo afectivo sería muy importante para una convivencia más pacífica. Esos valores femeninos que se consideran inferiores son fundamentales. La convivencia requiere un mayor cuidado no de lo cognitivo (el saber mucho), sino de lo afectivo (la empatía, por ejemplo). Mi ideal sigue siendo una sociedad equitativa que debilite progresivamente la violencia como dialéctica”, concluye Yolanda Alba, que en 2017 fuera candidata a las “Top 100 mujeres líderes en España” en la categoría de “pensadoras y expertas”.

Entrevista breve a Yolanda Alba

“La cualidad que prefiero en una persona es la Bondad como signo de Inteligencia (ambas con mayúscula)”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Releo bastantes veces muchas obras.

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).

No soy mitómana ni en la literatura ni en la vida. A cada persona su reconocimiento. Nadie es imprescindible.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

¡Uf! En estos tiempos, muchas y muchos, imposible recordar sólo a uno.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Creativa. Honesta (me atrevo a decirlo). Y librepensadora.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La Bondad como signo de Inteligencia (ambas con mayúscula).

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Sobre la política:

La barbaridad del mercado sin control, la globalización consiste en trasladar el poder desde la política a los financieros y esto se podía y se debía haber evitado. Lo que se llama democracia no lo es en casi ningún sitio porque no manda el pueblo, si mandara el pueblo habríamos metido en cintura a los financieros. En España ni el PSOE ni el PP han hecho gran cosa frente a la banca. Si de verdad se quisiera, se intervendría, pero no quieren porque dependen de ellos. La crisis actual es una barbarie donde importa más vender armamento (para sostener guerras y muerte) que la felicidad del ser humano. Y la opinión pública está influida por los medios de comunicación y los medios están en manos de quienes mandan y los que mandan favorecen a los que dicen lo que a ellos les conviene y borran todo lo que no les conviene. Así que la opinión pública es, sobre todo, opinión mediática. Y la ciudadanía acepta porque el/la trabajador/a llega a casa con fatiga y no se pone a reflexionar sobre cuestiones de política internacional, por ejemplo.

Con respecto a la sociedad:

Sin libertad de pensamiento no hay pensamiento crítico. Es urgente el secularismo, la laicidad incluyente a la manera francesa: es fundamental para una democracia auténtica. Y sobre todo, lo pienso siendo un ser femenino: la mujer no puede liberarse bajo ninguna religión porque las mujeres son consideradas seres inferiores en casi todas ellas; así que fuera dogmas de cualquier tipo. La revalorización de lo afectivo sería muy importante para una convivencia más pacífica también.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Viajar, un buen filandón, cultivar la tierra, el cine en pantalla grande...

¿Por qué escribes?

Por auténtico placer... y por oficio, 'of course'.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Todo lo contrario, son nefastas. Son el triunfo de los egos fatuos, y están llenas de ignorantes, pretenciosos y de faltas de ortografía.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

En general, los temas que no estén explorados o publicados: lo no dicho. Como ensayista, mi intuición reflexiva. Y como poeta y en 'les nouvelles', lo subjetivo.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

No, ninguno, los detesto.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

“Walk in Beauty”, caminar en la Belleza, armoniosamente, como llaman los Sioux a su manera de vivir entre la Tierra y el Cielo, entre lo pasajero y lo trascendente.

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