Fernando Montes: “León y Galicia se acercan mucho a la visión del realismo mágico”

Fernando Montes

Manuel Cuenya

El profesor, narrador y bloguero Fernando Montes, que realizara su tesis doctoral sobre Henry David Thoreau y Nietzsche, confiesa su admiración por estos autores –en realidad sus referentes la hora de entender el mundo y la literatura– entre los que existe gran afinidad, como demostrara Fernando en su trabajo doctoral. “Lo más importante que me han enseñado ambos es que no podemos establecer una frontera rigurosa entre el arte y la vida. El uno se nutre necesariamente de la otra o, de lo contrario, nace muerto”, precisa el creador de 'Filandón negro (cinco cuentos y medio)' (Eolas Ediciones, 20014), una serie de relatos que aúnan la tradición del filandón leonés y la novela negra americana, que podría leerse como un conjunto de historias independientes, pero también como una sola historia. En todo caso, se trata de un libro entretenido, en el que su creador ha buscado la complicidad con sus lectores y lectoras. “Es importante que los lectores se impliquen emocionalmente en los relatos, y que sientan genuina curiosidad por ver en qué para todo”, aclara Fernando.

Creo que el principal cometido tanto del docente como del escritor debería consistir no en dar respuesta (para eso están las enciclopedias), sino en hacer que los destinatarios de nuestra obra o nuestras enseñanzas se planteen las preguntas adecuada

Cuenta el todoterreno de las letras Ramiro Pinto, en el prólogo de 'Filandón negro', que es un libro socarrón, impregnado de 'humor inglés', que sorprende su lectura y las historias escapan a lo previsible, que estos cuentos desconciertan porque están escritos desde la cercanía, que su autor transforma los detalles cotidianos en algo trágico y cómico.

En el fondo, el sentido del humor inglés, que caracteriza a su autor, tiene que ver, de un modo inevitable, con que Montes haya estudiado a fondo la cultura y la forma de ser de Inglaterra, donde ha pasado largas temporadas. “Aunque también pudiera ser que sea mi forma de ser lo que me ha llevado a interesarme por la cultura anglosajona. El eterno dilema del huevo y la gallina”, apostilla este narrador y profesor de inglés, quien reconoce a Ramiro Pinto como un sabio y un caballero andante tardío, “en un tiempo en el que ya no hay sitio para los caballeros andantes (esto mismo pasaba hace cuatro siglos, cuando Cervantes escribió el Quijote)”. En esta línea, Montes agradece a Pinto su implicación con el Ágora Poética aparte de otros eventos culturales en los que él mismo ha tenido la ocasión de participar. “Algo asombroso, que ha contribuido de forma importantísima a hacer popular una forma de cultura que hasta ahora se consideraba propia de las minorías y las élites literarias”, se expresa Fernando a este respecto. “Creo que es fantástico que se divulgue y que la gente acuda, cada vez en mayor número, a disfrutar de ello. Y creo que es una oportunidad magnífica para que den a conocer su obra autores que, de otra forma, estarían condenados al permanente ostracismo y que, sin embargo, muchas veces tienen una gran calidad”.

Lo más importante que me han enseñado Thoreau y Nietzsche es que no podemos establecer una frontera rigurosa entre el arte y la vida. El uno se nutre necesariamente de la otra o, de lo contrario, nace muerto

Principio de economía narrativa

Como narrador, está convencido de que en un relato no debería haber ningún detalle superfluo o innecesario (lo que se llaman “cabos sueltos”). Y por supuesto es muy importante el elemento sorpresa. “Pero, ojo, sorpresa no equivale a engaño, porque el lector debe experimentar una suerte de catarsis al llegar al desenlace, según él, pero de alguna manera debe intuir que aquel mismo desenlace era lo más previsible. ”Tendrá entonces la grata sensación de haber colocado la última pieza de un puzle... No recuerdo ahora mismo quién dijo aquello de 'si aparece un clavo en un relato de novela negra, alguien debe aparecer muerto colgando de él'“.

Autor del ya desaparecido 'Jugadas clave' y coautor de 'Bendita Dakota', Fernando entiende el blog o los blogs como una forma de desahogo, a la vez que como una manera de hacer pedagogía, intentando procurarle un sesgo interpretativo a aquellos hechos de la actualidad o de la realidad cotidiana que damos equivocadamente por sentados. “Creo que el principal cometido tanto del docente como del escritor debería consistir no en dar respuesta (para eso están las enciclopedias), sino en hacer que los destinatarios de nuestra obra o nuestras enseñanzas se planteen las preguntas adecuadas. En eso estamos”, aclara este apasionado del cine, al que considera un género literario más, que debería enseñarse con todo el merecimiento en escuelas y universidades. No obstante, es consciente de que cine y la literatura son mundos distintos, y que con demasiada frecuencia la literatura se ha vuelto subsidiaria del cine porque vivimos en una cultura dominada por lo audiovisual. “Precisamente en 'Filandón negro' me he propuesto ante todo que sea una obra no traducible a imágenes. Creo que este es uno de los retos fundamentales que tiene la literatura planteados hoy día”, agrega este filólogo y crítico literario, que se siente muy influenciado por los autores de novela negra o de novela gótica. “Pero en relatos como 'El canje' pueden percibirse asimismo ecos de 'La metamorfosis' de Kafka. Al final, todo autor se ve influenciado por el conjunto de las lecturas que ha hecho a lo largo de su vida, aunque ni él mismo sea consciente casi nunca de ello”, manifiesta este autor leonés, que tuviera la ocasión de vivir durante años en el Bierzo, lo que le ha inspirado, asegura él, esa forma de ver la realidad como al trasluz, haciéndose difícil la distinción entre realidad y fantasía. “Esta misma forma de entender la vida y la literatura impregna también la cultura gallega, de la que somos vecinos. Creo que León y Galicia han heredado un fuerte sustrato cultural celta, que los acerca mucho a la visión del realismo mágico, y a la vez los aleja del así llamado realismo social, que es mucho más castellano”, sintetiza Fernando, que en su juventud hiciera sus pinitos con la poesía escribiendo 'Jinetes en la tormenta', cuyo título resuena al grupo musical The Doors, aunque su autor no se sienta satisfecho con esta obra “fallida en gran parte por lo que tiene de narración frustrada”, porque el poeta, al decir de Fernando, debe limitarse a insinuar, no a contar, “que es precisamente lo que hago y no debería hacer en 'Jinetes en la tormenta'. Desde la distancia de los años la veo como un género híbrido, o como una coctelera en la que se mezclan demasiados sabores distintos. Un amigo me dijo una vez: 'Parece que te escondes, en lugar de mostrarte tal como eres a través de tus versos'. Y tenía razón”. Tal vez por eso, y por su participación en el Ágora de poesía, ha vuelto a sus inicios y ahora está escribiendo un libro de poemas, Asimismo, ha escrito relatos con una estructura narrativa similar a los de 'Filandón negro', a la espera de que vean la luz algún día. “Y también he escrito una obra de teatro de contenido profundamente crítico, por lo que creo que va a encontrar serias dificultades para representarse porque, aunque parezca mentira, la censura sigue existiendo, de un modo mucho más sutil y sibilino que el de antaño”, concluye.

Entrevista breve a Fernando Montes

“La clase política viene a ser el espejo de la sociedad que la mantiene”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Hay dos que me han marcado especialmente: 'Walden', de Thoreau, y 'Así habló Zaratustra', de Friedrich Nietzsche. También me impactó mucho, cuando la leí en mi juventud, 'Siddartha', de Herman Hesse.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Cualquiera adelantado a su tiempo. Citaría a los ya mencionados Henry Thoreau y Ramiro Pinto. Pero, por no ponerme tan transcendente, diré que me cuesta trabajo imaginarme el mundo si no hubiera existido Groucho Marx.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Reconozco que es una de las obras maestras del siglo XX, pero no volvería a leer ni harto de vino el 'Ulises', de James Joyce. Tampoco es santo de mi devoción William Faulkner.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Sincero.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La sinceridad.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

La misma que al Papa Francisco. Pero no vale con echar la culpa de todo lo que pasa a los políticos. Recordemos que somos nosotros los que les hemos votado. La clase política viene a ser el espejo de la sociedad que la mantiene.

¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?

Un buen libro, una buena música, una cañita con su tapa, en compañía de un amigo.

¿Por qué escribes?

Ante todo porque me divierto mucho haciéndolo. Escribo lo mismo que otros juegan al ajedrez o al fútbol.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Creo que las redes sociales son un instrumento extraordinario si se sabe hacer buen uso de él, lo mismo que cualquier adelanto técnico. La única pega es si cae en malas manos, pero eso ya no es culpa de las redes sociales. En conjunto, mi valoración es positiva.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Cualquiera que me pueda enseñar algo nuevo. O viejo.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Sigo con asiduidad a Ramiro Pinto y al escritor gallego Juan Tallón. Su blog 'Descartemos el revólver' me parece sencillamente extraordinario.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Estos son mis principios. Y, si no le gustan, lo siento, pero es lo que hay.

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