Octavio Fernández Zotes: “La poesía es conocimiento pero también puede ser curativa”

Octavio Fernández Zotes en Noja. Foto de Amado Gómez Ugarte

Manuel Cuenya

Natural de Cabañeros, una pequeña población situada en el Páramo leonés, Octavio Fernández Zotes ejerció como médico especializado en pediatría, durante más de treinta años en el País Vasco, en concreto en Bilbao, donde reside en la actualidad, y cuando finalizó su ciclo profesional –matiza él– se preguntó si habría vida después de la medicina, entonces retomó sus balbuceos literarios, de su época universitaria, y fruto de ello ha publicado varios poemarios, entre ellos su última obra, cuyo sugerente título 'Hemos llegado tarde y Dios se ha ido' (Lobo Sapiens, 2013) nos remite a cierto agnosticismo, aunque el propio autor asegura que este título es un verso-metáfora del libro, que no debe ser tomado de forma literal. “Quiere insinuar una sensación de desamparo, de soledad, de vacío...de haber llegado tarde al reparto de valores éticos, solidarios...”, apostilla. Un poemario, “el más elaborado y quizá el más difícil”, con el que Octavio se siente satisfecho, aunque conforme, conforme no se siente con ninguno, porque “sino dejaría de escribir”. Cree, asimismo, que su mejor libro será el próximo, “si es que imperativos temporales permiten que nazca”. En todo caso, también siente afecto por su primer poemario, 'En las zarzas del camino' (Erroteta, 2005), porque “fue fruto del entusiasmo, pero también de la inexperiencia, tal vez tenga la frescura y el encanto de los principiantes”.

El neorrealismo italiano y el existencialismo francés colaboraron a formar en mí un carácter crítico e introspectivo.

Además de poeta, Octavio ha hecho sus incursiones y sus pinitos en la narrativa participando con varios relatos en un libro colectivo, 'Tiempo de recreo' (El Recreo, 2007), aunque no se siente ni poeta ni narrador, sólo un pediatra que, al jubilarse, al arrancar 'La hoja roja', de Delibes –aclara–, se percató de que el tiempo es traicionero y sólo habla claro cuando escasea, cuando te queda poco. “Es entonces cuando tratas de emplearlo en lo que más te importa, en esas preguntas sin respuesta que no has tenido tiempo o no te has atrevido a hacerte. Un pediatra que, después de aquello, quería saber si seguiría habiendo vida y la buscó en la poesía”. Así se expresa este poeta-médico-poeta, cuya obra ha traspasado las fronteras nacionales porque figura en dos antologías poéticas hispano-chilenas, 'Arpegios poéticos' y 'Crisol poético'.

Deudor de poetas como Machado, San Juan de la Cruz o Rilke, Huidobro, Paz... y sobre todo César Vallejo –aunque reconoce que sus maestros han sido casi todos los poetas que ha leído, a lo largo de su vida–, su poesía, calificada como “existencialista, centrada en las angustias del yo”, según el catedrático y crítico literario José Enrique Martínez, está despojada de retóricas y artificios. Y en este sentido es directa y sincera. Recuerda el creador de 'Anónimo viajero' (Hontanar, 2009) que, durante su formación universitaria, entre las pocas ideas que el régimen no consiguió impedir que le llegasen, estaban el neorrealismo italiano y el existencialismo francés. “Sin duda colaboraron a formar en mí un carácter crítico e introspectivo”. Asimismo, cree que la poesía es el mejor camino para llegar a ese “saber sobre el alma”, del que hablaba María Zambrano. “La poesía, pienso, es conocimiento pero también puede ser curativa o al menos lenitiva y ayuda a 'echar las flemas del alma'”. La poesía, en todo caso, debería condicionar en el que escribe un estilo de vida. “Llenarla de inconformidad, tomar el pulso a los minutos, auscultar cada momento vital...”.

Medicina-Literatura es un binomio harto frecuente, tal vez sea por la necesidad de desentrañar el significado oculto de los síntomas, la constante cercanía al dolor....

La medicina como inspiración literaria

Que un médico se dedique a la literatura no es nada nuevo, según Octavio, para quien “Medicina-Literatura es un binomio harto frecuente, tal vez sea por la necesidad de desentrañar el significado oculto de los síntomas, la constante cercanía al dolor... Como pediatra, la ternura que los niños contagian, puede que tengan algo que ver”.

Si bien vive en Bilbao, León es, para él, recuerdo y presencia. “Recuerdo de un tiempo y de una época. 'Mi' León, mi época, es una guerra en nebulosa y una postguerra vivida, plena de estoicismos y privaciones; de una orfandad física y síquica. Y es presencia, ya que viajo allí con mucha frecuencia y mantengo allí muchos lazos de amistad. Aunque ya esté muy desdibujado el anhelo de regreso definitivo”.

León es también una parte trascendente de su vida, “todo lo trascendente que puede llegar a ser la infancia y la adolescencia”, porque su infancia está en el Páramo y su adolescencia en La Valduerna; espacios que forman la base de su “Comala” particular –pues Octavio es devoto de la obra de Rulfo–, y a los que hace continuas referencias subliminales en todo lo que escribe. “Ya sabes, aquello de Rilke, de que la infancia es la patria”.

El autor de 'Memorial inacabado' (Hontanar, 2006), que, dada su escasa ambición de 'gloria' literaria, no se ha planteado presentarse a ningún premio literario, pertenece a esa sustanciosa nómina de escritores leoneses, que han vivido fuera de su tierra, aunque se han forjado como narradores y poetas en la tradición oral leonesa, con el Filandón como “una de las madres del cordero de la riqueza literaria leonesa”. Recuerda con cariño la viva estampa de su abuelo Joaquín, junto a la lumbre de paja, en aquellas precoces y largas noches del invierno, contándole historias. “Él era un labrador, sin más, pero siendo yo ya mayor, comprobé que las historias que me contaba eran mitos griegos, eran episodios de la 'Odisea'. No sé de dónde las habría recibido él, pero me las trasmitió gracias a esa tradición oral”.

Mi abuelo Joaquín era un labrador, sin más, pero siendo yo ya mayor, comprobé que las historias que me contaba eran mitos griegos, eran episodios de la 'Odisea'. No sé de dónde las habría recibido él, pero me las trasmitió gracias a esa tradición oral.

En la actualidad, Octavio, que se siente agradecido a Amparo Carballo, la editora de Hontanar, por resolverle dudas y dificultades que le surgían a resultas de su desconocimiento del tema editorial, sigue escribiendo, sin prisa pero sin pausa, y sin un proyecto concreto. “No voy a puntualizar nada más por si se chafa todo”, concluye.

Entrevista breve a Octavio Fernández Zotes

“No tolero a los que dividen el mundo entre buenos, buenísimos y malos, malísimos”.

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'Pedro Páramo' y 'El llano en llamas', pese a que son ya más de una las relecturas.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida)

Es difícil escapar el tópico, pero no tengo ningún reparo en caer el él: 'Don Quijote'

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable)

Lo siento por nuestro paisano; pese a intentarlo varias veces, no he podido pasar de la página 20 de Fray Gerundio de Campazas (alias Zotes).

Un rasgo que defina tu personalidad

La inconformidad para conmigo mismo.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La comprensión y la equidad, la ausencia de maniqueísmo, el saber meterse en la piel del de enfrente. No tolero a los que dividen el mundo entre buenos, buenísimos y malos, malísimos.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Sin comentaros: Hemos llegado tarde y Dios se ha ido.

¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?

Mientras pude, viajar; ahora leer, oír música, buscar setas...y estar con los nietos.

¿Por qué escribes?

No tengo una razón clara para hacerlo, pero el día que no lo hago me resulta triste y aburrido. Tal vez para seguir notándome vivo.Tampoco encuentro ninguna razón para no hacerlo. Nadie me lo pide ni me lo deniega. Es la ventaja que tiene estar fuera de los circuitos comerciales literarios.

¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Sólo uso Facebook y como medio de relacionarme con gente lejana. No creo que influya para nada en mi estilo literario.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

La vida misma. Los recuerdos, las esperanzas, las experiencias vitales, las lecturas...y, allá, allá al fondo, la naturaleza.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Soy de la vieja guardia y me resulta difícil leer en pantalla. Prefiero el papel.He abierto varios blogs y los he abandonado. Mucho trabajo y poco fruto.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo

No es mía pero me vale: “Hoy es siempre todavía.”

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