Luis Aínda: “El músico y el poeta se encuentran en el mismo camino: la búsqueda tenaz de la belleza”

Luis Aínda. Imagen: Manuel Cuenya

Manuel Cuenya

“Viajero, músico, cocinero, enfermero y poeta aunque no necesariamente en este orden”, así se define el ponferradino Luis Aínda, cuya voz, alejada de las catervas mediáticas, está ligada a la música independiente de la geografía española. A lo largo de estos últimos veinte años ha participado en conciertos y festivales tanto en España como en otros países: Portugal, Cuba, Bélgica o Francia. Y ha compartido escenario con músicos de la talla de Javier Bergia, Amancio Prada, Eliseo Parra, Aute, Ismael Serrano, Luis Pastor, Javier Ruibal, Marina Rossel o Rafael Amor, entre otros. 'Algunas canciones de arcilla' (1998), 'Pájaros en la cabeza' (2001) y 'El mundo no se acaba' (2009), además de diversos premios, entre ellos los obtenidos en 'Cantigas de Mayo' (Ceutí, 2001) o en 'Rock&Risa' (León, 1997 y 1998) avalan su trayectoria musical.

Hoy en día vivimos, unos más que otros, pegados a un teléfono móvil, un ordenador o una 'tablet', enviando y recibiendo constantemente mensajes que, si esa es la intención, pueden tener una forma poética

Asimismo este poeta-músico o músico-poeta, pues “el músico y el poeta se encuentran en el mismo camino, que no es otro que la búsqueda tenaz de la belleza”, según él, ha escrito dos poemarios, 'A cor das bágoas' (El color de las lágrimas) y 'Luz in móvil', y ha sido incluido en obras colectivas como en la multidisciplinar 'La luz de mi noche' o en “Esto no rima', una la antología de poesía indignada, ”con poetas de muy distintas generaciones, sin ánimo de lucro, con fines benéficos reales, con denuncia social, con gran participación en todos los recitales que se han dado por todo el país... Esto debe calificarse cuando menos de esperanzador, aunque a las fauces del poder mediático no interese“, manifiesta, convencido de que es inconcebible un mundo sin música o poesía, ”más si cabe en estos tiempos de infamia e ignominia“. En este sentido, cree que hay mucha música fuera de los pentagramas y mucha poesía sin palabras, ofreciéndose, reclamándonos, porque el poeta no es alguien que escribe y vende poesía, sino que es aquel que poetiza la vida y se atreve a vivir poéticamente. ”Hay poetas en todos los campos de la vida, gente que le da a su oficio y a su transitar por el mundo una clara intención poética o estética“. Por eso –matiza él– se pueden encontrar poetas en la cocina, el cine, la fotografía, la huerta, en la enseñanza, en los andenes de los trenes, entre otros. Con lo cual ”es de vital importancia, un acto de cordura –añade– escuchar esos mensajes“, porque ”las palabras, las melodías que ejecutamos en cada canción son las que tratan de captarlos y trasmitirlos, como una caja de resonancia, como una bandera que nos hace sentir el viento“. Apasionado de la música y la poesía como artes extraordinarias, Aínda se muestra escéptico ante la realidad que estamos viviendo porque no cree que haya un público como tal, que quiera recibir, escuchar, sentir, habida cuenta de que éste ”permanece anestesiado bajo las luces de neón, los flashes, las redes sociales, el supuesto cataclismo y las lejanas guerras“, sino personas, ”pocas, para qué nos vamos a engañar, que todavía se conmueven cuando descubren un nuevo poeta o se arriesgan a escuchar en directo la canción en directo de un cantautor al que no escucha en la radio“.

Hay poetas en todos los campos de la vida, gente que le da a su oficio y a su transitar por el mundo una clara intención poética o estética.

En todo caso, este creador berciano, que se siente estrechamente ligado a su tierra, donde vive y desarrolla su actividad artística, sí cree en el arte como un modo de ser y estar en el mundo y también en el compromiso porque “la realidad nos obliga al compromiso”. La poesía y la música como ilusiones que nos ayudan a crear y creer en otro mundo. Y los creadores como transmisores de lo que está sucediendo: la miseria que se arremolina en las calles, la mentira que se perpetúa en los estrados y en los parlamentos, la injusticia que se ufana en los televisores de todo el mundo, para que otras personas –dice– se sensibilicen con todos estos acontecimientos tan nefastos. Los poetas, en definitiva, como voceros del pueblo reclamando que otro mundo sí es posible.

El Bierzo como inspiración

Para bien o para mal, Aínda, que es un gran viajero, se reconoce en su patria, “una región que a veces parece casi imaginaria, algo muy profundo que tiene mucho de misticismo... ese lugar que se encuentra más allá de lo físico o geográfico”, donde se abrazan el niño que fue y el hombre que ahora se estremece. Y es consciente de que el Bierzo, con sus calles, su sentido fronterizo y amigable, sus estaciones tan marcadas, sus colores, su costumbrismo y su carácter, impregnan sus poemas y sus canciones. “En el Bierzo, sobre todo en su vertiente occidental, el gallego y el castellano siempre se dieron muy bien la mano –puntualiza–, a pesar de todos los intentos institucionales por privarnos de una parte importantísima de nuestra peculiaridad y herencia cultural”. No en vano, su ópera prima como poeta, 'A cor das bágoas / El color de las lágrimas' (en gallego y castellano) es la crónica de un viaje que va del amor al desamor, “huyamos/ amor/ de este mundo/ para inventarnos otro”, y camina por Santiago de Compostela, Madrid, otras ciudades de Europa, incluso por la figura del guerrillero Manuel Girón, o el tema del Prestige, entre otros.

El Bierzo a veces parece casi imaginaria, algo muy profundo que tiene mucho de misticismo... ese lugar que se encuentra más allá de lo físico o geográfico.

De un modo inevitable, su alma de viajero abraza continuamente a su corazón de poeta, porque viaja sin paraguas y sin botas de repuesto, dispuesto a empaparse humanamente de la experiencia de imaginarse en otra vida, a mojarme del todo con los paisajes desacostumbrados, de los sabores desconocidos. Y, a su regreso, necesita contárnoslo para perpetuar las sensaciones.

Deudor de maestros poetas como Pessoa, Ángel González, Miguel Hernández, Pablo Neruda o Rosalía de Castro, entre otros, además de diversas fuentes de inspiración, acaso menos literarias, como las fotografías de Chema Madoz, el cine de Julio Medem, las canciones de Caetano, Silvio o Serrat, los cuadros de Chagall, toda la obra de Chet Baker o Miles Davis... y hasta el arroz con leche que le prepara su madre, Aínda, que escribe por pulsaciones y arrastrado por la necesidad, porque escribir es su manera de estar solo y, en cierto modo, de poner en orden no sólo su pensamiento sino también su espíritu, nos sorprendió en 2012 con un curioso poemario, en que llega a inventar un “nuevo género”. Se trata de 'Luz in Móvil' en el que su autor, a partir de 124 mensajes, que escribiera y enviara desde su teléfono móvil, decide transcribirlos a las páginas de un libro, “eso sí, libres de códigos y abreviaturas, desglosando los textos en versos, haciendo de la luz y los fenómenos cuánticos un nexo común en toda la obra”, precisa. No debemos olvidar que Aínda vive y se manifiesta de un modo poético y para ello se permitió la licencia de emplear la tecnología a su servicio de la manera más poética posible. Además, “hoy en día vivimos, unos más que otros, pegados a un teléfono móvil, un ordenador o una 'tablet', enviando y recibiendo constantemente mensajes que, si esa es la intención, pueden tener una forma poética”, comenta.

En la actualidad, sigue componiendo y escribiendo poemas de un modo pulsátil, atendiendo a sus vibraciones. “Tengo varios textos nuevos, todos ellos muy impregnados del contexto social que estamos viviendo, que espero vean la luz no tardando mucho”, finaliza.

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