Aniceto Núñez: “Nuestra sociedad requiere más ética que metafísica”

Aniceto Núñez. Imagen: Manuel Cuenya

Manuel Cuenya

Aniceto Núñez García es un filósofo cacabelense, un “Sócrates berciano”, tal y como lo definiera el todoterreno de las letras y las ciencias cinematográficas Valentín Carrera.

Además de filósofo en el sentido estricto de la palabra, o sea, un amante de la sabiduría, que ha impartido clases de Filosofía en varios institutos, entre ellos el Gil y Carrasco de Ponferrada, Aniceto ha ejercido como delegado provincial del Ministerio de Educación y Ciencia en Pontevedra y en Salamanca. Y fue Conselleiro de Educación de la Xunta de Galicia e impulsor de la creación de las Universidades de Vigo y A Coruña. Por tanto, estamos no sólo ante un filósofo académico, recluido en su mundo de la docencia, sino ante un filósofo ex claustro, capaz de poner en práctica el saber, de un modo real y tangible, un profesor comprometido con la sociedad de su tiempo, interesado en la metafísica y apasionado por la ética, si bien reconoce que “nuestra sociedad requiere más ética que metafísica”.

Escribo para que cualquier lector pueda entender lo que, en realidad, plantean los especialistas.

Como catedrático de Filosofía, recuerda que la docencia le obligaba a ponerse mentalmente en la posición de sus alumnos. Y de este modo descubrió que la enseñanza consiste en abrir caminos, eliminar cuevas extrañas, alumbrar la oscuridad. “Un buen docente debe hablar con las palabras de los alumnos, pero añadiendo elementos que le faciliten encontrar la explicación”, algo que Aniceto ha trasladado, como autor, a su escritura creativa, porque sus novelas –hasta la fecha actual ha escrito cuatro– aunque se nos muestran bien documentadas e impregnadas de saber, como si fueran tesis doctorales, “siempre respetando la verdad”, están escritas en el lenguaje de la calle. “Escribo para que cualquier lector pueda entender lo que, en realidad, plantean los especialistas”, aclara el creador de 'Atardecer en Atenas', que es una reflexión sobre la historia que se repite y sobre la actualidad aunque Aniceto sitúe su libro, entre el ensayo y la novela histórica, en la época clásica de la decadencia y descomposición de democracia ateniense. “Pericles representa el 'comienzo del fin', desatando una guerra entre griegos. La corrupción se generaliza. Los políticos mienten. El pueblo sólo desea recibir sin dar nada. El 'Diálogo de Melos' no es más que la descripción de cómo un pueblo poderoso sólo piensa en aniquilar al débil. ¿EE.UU. versus, Irak?... Atenas se aniquiló a sí misma. Sólo permaneció en el sueño con la muerte de Sócrates. ¿Cómo se podía explicar que el hombre más justo de Atenas fuera condenado a muerte por los propios conciudadanos que lo conocían?”. Así se expresa este filósofo y escritor al que le apasiona, desde hace muchos años, un tema central que se da en todas las culturas: el conflicto de la Razón frente a la Creencia. O viceversa. “Cómo las 'épocas de la razón' han mejorado la vida humana, mientras que las 'épocas de las creencias' suelen ser contradictorias y poco provechosas para el hombre. La Razón nos eleva hasta las alturas del saber humano. Sin embargo, la Creencia nos acosa para no pensar más y nos enfrenta violentamente, no sólo con la razón sino también con otras creencias”. Quizá por esto, y para arrojar luz a nuestra época, escribió su novela 'Toledo siglo XII. La ciudad del saber', en la que nos muestra la convivencia de tres culturas: Bagdad (siglo IX), Córdoba (siglo X) y Toledo (siglo XII), que “fueron momentos mágicos en los que no sólo había tolerancia, sino que los trabajos conjuntos facilitaban las búsqueda de las verdades y de las mejoras en la vida del hombre... Necesitamos, con urgencia, un nuevo Toledo del siglo XXI”.

Vuelta a los clásicos

Cómo las 'épocas de la razón' han mejorado la vida humana, mientras que las 'épocas de las creencias' suelen ser contradictorias y poco provechosas para el hombre.

Consciente de la importancia de la lectura de los clásicos griegos y de los clásicos de todas las culturas a la hora de entender el mundo, Aniceto recomienda leer y meditar ininterrumpidamente. Un ejercicio muy saludable que nos ayudará a descifrar el mundo que nos rodea. No en vano, reivindica a Platón como a uno de sus maestros, “la luz para cualquier buscador de la verdad”, matiza. Tal vez por esto, escribió 'Los mitos en Platón', “intentando que mis amigos, en el momento de mi jubilación laboral, comprendieran que Platón nos había abierto casi todos los caminos e iluminado casi todas las dudas”, agrega.

En la actualidad, este pensador berciano lleva tres años analizando y “persiguiendo” a Prisciliano. “Un personaje apasionante. Si su modelo se hubiera consolidado, tal vez Lutero no hubiera roto con la Iglesia romana. La condena a muerte de Prisciliano, exigida por los obispos con un Papa que no consideró necesaria su decisión, es un episodio de la descomposición de la Iglesia a finales del siglo IV, con obispos-tribunos del Imperio y excesivamente preocupados por sus palacios y riquezas”.

Su tesis es que Prisciliano nació en el Bierzo, como Teodosio, Egeria y el emperador Máximo. Por tanto, se trata de un libro homenaje a su tierra y a uno de los grandes reformadores de la Iglesia católica en pleno siglo IV.

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