Miguel A. Otero Furelos: “Hay libros que se hacen por oficio y otros en los que uno se deja algo”

Miguel A. Otero Furelos. Imagen: Manuel Cuenya

Manuel Cuenya

Berciano de Galicia y gallego del Bierzo, pues, aunque nacido en la capital del Bierzo, reside en Galicia desde hace más de treinta años, en concreto en Vigo, donde imparte clases de inglés en un instituto, Miguel A. Otero Furelos ha presentado recientemente en Ponferrada su última novela, 'El asedio' (Redelibros, 2012), una obra inquietante, ambientada en un universo mítico, Zabiega (en el fondo real, pues este nombre inventado responde a las iniciales de Zamora, el Bierzo y Galicia), que tanto nos hace recordar por lo demás a la Comala de 'Pedro Páramo'. No en vano, Otero Furelos es un apasionado de esta novela mexicana y de su autor, Juan Rulfo, además de otros muchos como Sábato, García Márquez, Valle-Inclán, Conrad, T.S. Eliot, Eugene O'Neill, Borges o Cormac McCarthy... que marcaron su camino para que, un día lejano, decidiera ser escritor.

Todos pueden reconocer la casa de Alas Negras como la típica casita de los horrores de la literatura infantil

De su novela 'El asedio' destaca el ambiente cerrado, aislado, opresivo, moribundo, rulfiano, en definitiva, que le parece fundamental, y sobre todo los personajes hablando sobre sí mismos y de los demás. “Creo que, aparte de la creación del Zarrajo, ese es el gran logro de la novela”, agrega. El Zarrajo, dicho sea de paso, es un personaje carnavalesco, que entronca, por su propia fonética, como los Zarramacos, los Zamarrones, y aun con el Jarramplas de Piornal de la Vera en Extremadura, que pudo haber sido su inspiración inconsciente.

“Hay libros que se hacen por oficio y otros en los que uno se deja algo, como en El asedio”, puntualiza su creador, que ha escrito una novela negra sobre el género humano, con personajes al borde de la locura, y una estructura parecida a 'Crónica de una muerte anunciada' –según Miguel A. Varela–, en la que todo está previsto, desde un inicio, para llegar a un desenlace trágico. Una visión agria y pesimista de la realidad, simbolizada en la desolación y desertización de un espacio fantasmagórico, arrasado por la arena, porque si bien Otero Furelos tiene una vena irónica, se define como “un pesimista histórico”.

Universo Zabiega

El punto de partida en esta narración coral, que juega con varias voces, es el regreso de un hombre a su pueblo natal, Vega, incomunicado, lo que provoca un conflicto con sus habitantes, con las consiguientes ruindades: odios, desconfianzas, envidias. Alguien que regresa (legendaria figura de Ulises) como ya ocurriera en su novela 'Alas Negras' (Algaida, 2002), galardonada con el Premio Felipe Trigo en 2001 de Novela Breve, y que aborda la figura del guerrillero berciano Manuel Girón Bazán. Lo más destacable en esta obra –según su autor– es la transposición del mito (Ulises-Manuel retornando, Circe-Cibeles, Ana-Penélope...) a una historia real y dura como la del maquis, así como otras transposiciones, como la de la literatura infantil en la última parte del relato: “todos pueden reconocer la casa de 'Alas Negras' como la típica casita de los horrores de la literatura infantil”. Además, en esta novela corta e intensa Otero Furelos crea el universo de Zabiega, en el que se desarrolla la trama, un territorio que incluye, como ya señalamos, la comarca del Bierzo, la cuna de su autor, que se siente marcado por su carácter fronterizo, y abierto a todo tipo de influencias, “porque considero la frontera como algo inclusivo, y no exclusivo”. Tal vez por este carácter fronterizo, “y también por la tremenda variedad cultural en un espacio tan relativamente reducido”, la provincia de León ha dado tantos y tan buenos narradores y poetas. “Cuanta más variedad pienso que hay más posibilidad de creación”.

Los premios literarios suponen oxígeno para seguir respirando

Como narrador también ha publicado 'Amaranta y otros cuentos' (Hontanar, 2009), que incluye entre otros el que da título al libro, un relato apocalíptico, situado en Vega, que prefigura la novela 'El asedio', y el titulado 'Betty Boop', por el que recibiera el premio Cuentos de Invierno de Ponferrada en 2005.

Los relatos, según el autor de 'Detrás de un retrato', deben tener una conclusión, “por abierta que esta sea, o por mucho que se deje a la imaginación del lector. No me gustan demasiado esos relatos en que aparentemente no pasa nada... Hay mucho de eso en la narrativa norteamericana”, matiza este premiado autor, con una obra sólida, que cree que los premios literarios “suponen oxígeno para seguir respirando y seguir intentándolo, ni más ni menos”.

Ahora, el autor de la novela 'Ceniza y humo', finalista del Premio Ateneo de Sevilla en 2007 aunque inédita -por la que siente predilección-, está con una nueva novela, después de acabar otra que le ha dejado un sabor agridulce, según él, que todavía no sabe qué hará con ella. “La nueva no tratará sobre Zabiega –aclara– será una narración con un espacio y un tiempo claramente delimitados, con una trama con suspense”, se expresa Miguel Otero Furelos, que ha decidido clausurar su blog 'Tardes eléctricas', porque le resulta imposible compatibilizar tantas cosas, “y, a decir verdad, creo que había perdido la intensidad necesaria para escribir con regularidad sin repetirme”, concluye.

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