El hayedo que multiplica por diez sus visitantes en una década en Busmayor

Ruta del Hayedo de Busmayor (Barjas). / César Sánchez / ICAL

D. Álvarez / ICAL

Situado a la salida de una pequeña localidad enclavada a los pies del pico Faro, que separa el territorio berciano de las tierras gallegas, el hayedo de Busmayor es uno de los atractivos naturales más importantes de la comarca con un número de visitantes que se multiplica por más de diez en la última década y que continúa al alza. Las lluvias de las últimas semanas han hecho crecer el caudal de los arroyos que atraviesan este bosque y que alimentan las numerosas cascadas desperdigadas por el entorno. Con la explosión de colores que cada otoño tiñe de rojo y amarillo las copas de estos árboles de hoja caduca, el hayedo ejerce su poder de atracción sobre familias que aprovechan la existencia de una ruta señalizada corta y sencilla para recorrer las 60 hectáreas de bosque sobre una alfombra de hojas secas y piedras recubiertas de musgo.

“Los fines de semana el pueblo se llena de gente que llega de todas partes, este año han venido muchos gallegos”, explica Alfredo de Arriba, alcalde de Barjas, el municipio al que pertenece la localidad de Busmayor. Con unos 40 vecinos censados, las casas de este pueblo constituyen un ejemplo perfecto de la típicas de arquitectura de montaña de la comarca, con fachadas de piedra y tejados de pizarra. De Arriba, que presume de poder ver el hayedo desde la ventana de su casa, subraya las dificultades a las que se enfrenta un Ayuntamiento pequeño a la hora de mantener todo este entorno en perfecto estado para la temporada que concentra la mayor afluencia de visitantes. “Pedimos que nos ayuden un poco para tener las cosas bien”, afirma.

En ese sentido, el Ayuntamiento continúa pendiente del “dinero prometido” por la Diputación de León para poner en marcha un centro de interpretación del hayedo. El Consistorio ya ha adquirido un edificio a la entrada del pueblo y está a la espera de que la institución provincial destine una partida para rehabilitar el inmueble, antes de dotarlo de contenido. El presupuesto de este proyecto se calcula en unos 36.000 euros.

Igualmente, el regidor subraya la necesidad de adecuar una explanada en la localidad para utilizarla como zona de aparcamiento, ante la afluencia cada vez más masiva de gente interesada en recorrer el hayedo. Al respecto, De Arriba reconoce que “la gente que viene a Busmayor viene a ver el hayedo” y señala que el pasado fin de semana el pueblo quedó “atascado” con cerca de 300 vehículos aparcados a lo largo de su estirado casco urbano.

La situación provoca molestias a los vecinos de la zona, que se encuentran con dificultades para compaginar las labores propias de su día a día con la presencia de tanto visitante. “No sería mucho dinero si quisiéramos hacerlo entre todos”, apunta el alcalde. Desde el año 2009, cuando apenas 300 personas al año recorrían este tesoro natural, el número de visitantes anuales al hayedo ha aumentado hasta las cerca de 4.000 actuales.

Durante los meses de verano, tres operarios de Diputación han trabajado en la limpieza y mantenimiento de la ruta circular de seis kilómetros que atraviesa el bosque de hayas, salpicado de otras especies como robles, abedules, acebos, avellanos o castaños. Este año, además, las tareas se han ampliado a una zona situada frente al pueblo, de más de un kilómetro de longitud, que se quiere añadir al recorrido de cara al próximo año. Una de las últimas novedades en este paraje llegó en 2016, cuando las empresas Bierzo Natura y Pharmadus instalaron en el corazón del hayedo 'la mesa más bonita del mundo', un pequeño merendero con dos bancos situado frente a la cascada conocida como Frevencia do Beiro.

Este impresionante salto de agua es uno de los puntos más reconocibles del bosque de hayas, aunque no es la única cascada que el visitante puede encontrar a lo largo de una ruta que atraviesa los tres valles surcados por los arroyos de la Fonte de Moura, de los Torgos y de la Valiña Grande. Las cuevas de Veiga Cimera y de la Raposa son otros atractivos del entorno y la leyenda local asegura que sirvieron de refugio a los combatientes de la Guerra Civil. El paseo por la Senda do Faxeiral, nombre que identifica al recorrido en los paneles y señales esparcidos por el bosque, también lleva al visitante hasta una especie de anfiteatro natural, creado por los árboles y el monte, en el que se alza la Piedra de los Poetas, el lugar que cada verano reúne a los amantes de la poesía para recitar los 'Versos en el hayedo', un evento que arrancó en el año 2009.

La temporada de la pandemia

En un año en el que la pandemia provocada por el COVID-19 se convierte en protagonista de todo, De Arriba valora el “respeto escrupuloso” mostrado por los visitantes llegados en las últimas semanas, tanto al entorno natural como a las medidas sanitarias que tratan de frenar los contagios. “A lo mejor cuando están subiendo por las cascadas la quitan, pero dentro del pueblo y en el bar todo el mundo usa mascarilla”, señala De Arriba. Pese a los recelos iniciales de los vecinos ante la afluencia de forasteros, el alcalde destacó que “no está habiendo ningún problema”, más allá del registrado el pasado fin de semana, cuando una mujer perdió la vida por causas naturales mientras completaba una ruta de senderismo por el entorno.

Además, desde principios del mes de agosto, la gestión de La Cantina de Busmayor, el bar situado al inicio de la ruta, ha vuelto a manos de una vecina del pueblo, Luisa López, que señala que el otoño es la época de mayor actividad de todo el año. “Hay muchísima gente, a momentos estamos desbordados”, asegura la cantinera, que coincide con el alcalde al señalar que “la gente es muy responsable”. “Todo el mundo lleva la mascarilla”, subraya Luisa, que cuenta con el apoyo de una compañera de cara a los fines de semana. Durante la temporada alta, el bar está abierto todos los días y ofrece comidas con reserva previa por teléfono, así como tapas y pinchos caseros.

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