Cuando en cuestiones del amor tres son multitud: El coronavirus obliga a posponer las bodas en León

Mari Carmen y David en el viaje a París, cuando se comprometieron en 2013.

Elisabet Alba

Chico conoce chica. Se enamoran. Chico hinca la rodilla, saca del bolsillo de la americana una cajita con un anillo y pide la mano a chica, y hasta aquí tenemos una película romántica de manual pero, ¡oh!, de repente la Organización Mundial de la Salud declara al coronavirus Covid-19 pandemia, y ya se sabe que, a veces, en cuestiones del amor tres son multitud.

David López y Mari Carmen Hernández llevaban cuatro meses saliendo juntos cuando decidieron hacer un viaje a Francia. En la cubierta de un batobus, durante un paseo sobre las aguas del Sena, una noche fría del 10 de noviembre de 2013 en París, con la Torre Eiffel iluminada a sus espaldas, David decidió que quería pasar toda su vida junto a Mari y le pidió matrimonio. Ella dijo sí. Y siete años después, a las puertas de la celebración, con todos los preparativos a punto, la puerta se ha cerrado en sus narices y se han visto obligados a posponer la ceremonia por salud pública.

“Anda que no habremos tenido tiempo”, dice ella. “Pero ya tocaba”, asegura él. La suya es una de las decenas, quizá centenas, de bodas que se aplacen en la provincia de León por el coronavirus.

En mayo, en julio, en octubre o el año que viene... ¡Esto parece la Lotería! A ver qué fecha nos toca

El 2 de mayo fue el día elegido en un primer momento para darse el 'sí, quiero', rodeados de sus familiares y amigos en el sitio que deseaban. La siguiente fecha marcada en su calendario será el 18 de julio, aunque ella no las tiene todas consigo. Ambos coinciden en que ese día u otro, tiene que ser un día feliz, en el que la única preocupación es que salga todo bien y los invitados se puedan besar y abrazar sin miedo a contagios. “Por si acaso tenemos guardada también la fecha del 22 de mayo del año que viene”, cuenta David. “¡Esto parece la Lotería! A ver cuál nos toca”, bromea ella.

La boda se va a celebrar sea cuando sea y tendrán montones de aniversarios

La incertidumbre de no saber qué pasará mañana o en un par de meses es lo que más cuesta arriba se les está haciendo. “El trabajo que no nos dio organizar la primera boda nos está dando cambiarlo todo ahora. Es como volver a empezar”, cuenta Mari Carmen. “Los que nos casamos estamos intentando hacerlo con responsabilidad y salud de todos, pero no nos gustaría posponerlo al año que viene porque queremos ser padres”, lamenta David. Lo importante es que “la boda se va a celebrar sea cuando sea y cuando todo esto pase la gente va a querer celebrar”. Y ellos tendrán montones de aniversarios, los de la primera boda, la segunda, la que se celebre... “Vamos a celebrar todas las fechas”, coinciden.

El viaje de novios sí que tendrá que ser completamente diferente. La luna de miel no podrá ser en Nueva York pero no les importa. Viajarán por España “¡y tan felices!”

Los organizadores de bodas multiplican esfuerzos para que todo salga según lo previsto, aunque en otras fechas

Los organizadores de bodas como Vanesa Suárez multiplican esfuerzos para que todo salga según lo previsto, aunque cambie la fecha del evento. Para ella y sus compañeros es un doble trabajo, como empezar de cero, para que todo esté a punto: las flores, la iglesia, la finca, el cóctel, el restaurante, el fotógrafo, las decoraciones, la música... “Somos muchos profesionales los que estamos detrás, y a veces se nos olvida”.

Bodas en viernes, sábados y domingos. Muchos prefieren escuchar eso para casarse este año que hablar de posponer la boda al que viene

En la complicada situación actual se plantean dos escenarios: posponer las bodas a otras fechas este mismo año o posponerlas para el año que viene. “Entiendo que es una decisión difícil pero estamos tratando reubicarlas todas este año”, explica a Ileón. Por los propios novios, ilusionados y con todo a punto, y por cuestión de empresa, porque el año que viene ya hay fechas también cerradas. Una tarea complicada en León, con un clima tan peculiar que hace que el grueso de los eventos de este tipo se concentren entre los meses de mayo y octubre.

Para conseguirlo, se están planteando celebrar bodas no sólo en sábados sino también en viernes y domingos. “Muchos prefieren escuchar eso que hablar de posponerla un año”, y en un día tan importante, con tantas emociones en juego, un poco lo de menos es el día.

“Estamos escuchando a cada pareja e intentando ponérselo fácil, esforzándonos entre todos”. Por lo pronto, las bodas que iban a celebrarse en este próximo mes de mayo, como la de David y Mari Carmen, ya se han reubicado en otras fechas.

“E iremos haciendo lo mismo con los meses que vengan. También un poco a ojos cerrados porque desde las autoridades no nos dicen nada, si se van a celebrar o no o si deben cumplir algún requisito”, como limitaciones de aforo.

Cambios de fecha a ojos cerrados. Las administraciones no se pronuncian sobre cómo celebrarlas

“Nos sentimos abandonados. Nadie hasta ahora ha pensado en nosotros”, mientras sí que se han tomado medidas, y bastante drásticas, en otras celebraciones como las despedidas de familiares a las que se limita a tres el número de asitentes.

El número habitual de invitados en una boda en la provincia de León está entre 120 y 150 personas. “Intentamos que haya menos comensales por mesa y que estén más espaciados pero porque así lo hemos decidido. Nadie nos ha dicho nada”. La buena noticia es que cancelaciones, como tal, no se están produciendo. El coronavirus no puede con el amor.

“Hay que darle la vuelta a la tortilla y disfrutar de los preparativos otra vez, como si fuera volver a empezar también para ellos”. Y si alguna pareja no puede casarse en la fecha que tenía prevista en un inicio, “que celebre ese día de manera especial, con una cena romántica o una botella de vino, y que no piensen mucho o hablen del tema”.

Porque chico y chica se casarán, cuando el coronavirus desaparezca, vivirán felices y comerán perdices, y será el final de su propia comedia romántica.

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