La exhumación de Putin

Una protesta contra Vladimir Putin.

Javier Pérez

¿Van mal las cosas en la guerra de Ucrania? No hay que preocuparse. Es sólo cuestión de tiempo. Basta con esperar sesenta o setenta años y pelear duramente la exhumación de Putin, para que sepa quién es el ganador y los dictadores del futuro aprendan la lección. No hay que tener prisa. No hay que ponerse nervioso. Ya le llegará la hora de que lo desentierren de alguna parte y sufra la humillación que le corresponde.

Ejemplos hay de sobra y algunos nos caen muy cerca. Todos lo sabemos: Franco perdió la Guerra Civil, porque lo hemos desenterrado de su monumental mausoleo para trasladar sus pelados huesos a un sitio cutre y casposo. A ningún ganador se le desentierra. A ningún ganador se le quita el nombre de una calle. Si hemos quitado el nombre de los suyos de las calles, hemos eliminado sus monumentos y hemos desenterrado al líder, es que perdió al guerra. Y perdedor se quedará para toda la Eternidad. O por lo menos para unos cuantos años.

Así funciona la mentalidad de nuestros tiempos, basada en la narrativa. Lástima que no vaya más lejos el poder de los novelistas, porque si no, a lo mejor pedía un ministerio de algo. De Farolas y Entresuelos. De Estropajos y Alcanfores, oye, que no está mal si deja pensión vitalicia.

Rusia ha perdido la guerra porque aunque logre sus objetivos se ha ganado ya nuestra más agria enemistad. Rusia es un paria. Rusia es un apestado, porque va a salir muy mal en las próximas series Queer, y todo el que huela a ruso va a oler a mierda, a cloaca, a alcantarilla reaccionaria en la que no hay besos lésbicos, ni negros élficos, ni asiáticas de cuarenta kilos pegándole palizas a islandeses de un quintal.

Y va a ser así durante muchos años. Y no van a poder vivir con eso. No van a poder vivir con la derrota que nosotros le infligimos desde el Facebook, a fuerza de decir que son unos perdedores, que piensan como perdedores y viven como perdedores. No van a poder resistir nuestros tuits. No van a poder aguantar la oleada de desprecio gráfico que brotará de millones de cuentas de Instagram, justamente indignadas, legítimamente hostiles a su mentalidad y sus actos.

Nosotros somos los influencers y ellos no tienen nada que hacer. Hemos dictado sentencia: ya perdieron. Da igual lo que hagan, porque ya perdieron desde hace tiempo y esa sentencia es irrevocable. ¿Cómo no va a perder un tío al que nosotros, que somos el mundo que cuenta, el que vale la pena, le hacemos el vacío y lo dejamos de invitar a nuestras fiestas? ¿Cómo no va a perder alguien que no puede estar en nuestro club? Fuera de nuestro ambiente sólo hay perdedores, gente fea, gente cutre, gente pobre y encorvada, material y moralmente, que piensa feo y huele mal.

A nadie le importa lo que suceda en el frente. En el frente sólo se suda, se llora, se sangra y se muere. Eso no tiene nada que ver con nosotros. Nosotros juzgamos el bien y el mal, no nos dedicamos a la amputación y la tirita. En el frente sólo pasan cosas feas que no cambian la sentencia ni la verdad.

Putin ha perdido: camina aún por la calle y se llama presidente de un país en ruinas. Pero nada puede librarle ya. Sus huesos verán la luz. Se blanquearán al sol en una jaula. Se secarán en un desierto mientras los desprecian los buitres más famélicos. Y una coalición de inmigrantes invertidos meará sobre ellos a finales de siglo.

Rusia ha perdido como Franco perdió.

Nada libra a esa gente. No pueden escapar.

___Javier Pérez Fernández es un escritor leonés con varios premios literarios. En 2006 Ganó el Premio Azorín con su obra La crin de Damocles, ambientada en los años de la gran Inflación, durante la República de Weimar, continuada por La Espina de La Amapola, en los primeros años del nazismo. Su última obra, de 2021, es Catálogo informal de todos los Papas.

La crin de DamoclesLa Espina de La AmapolaCatálogo informal de todos los Papas

Etiquetas
stats