111 años del primer avión que surcó los cielos en León

Georges Leforestier, primer piloto que voló en la ciudad de León en su Bleriot XI.

Jesús María López de Uribe

¿Cuál fue el primer avión que voló en León? ¿Y cuándo? El 28 de junio de 1911 un Bleriot XI, el mismo modelo del avión que dos años antes había cruzado el Canal de la Mancha, dejó boquiabiertos a una multitud de leoneses a la vera del Bernesga, en el primer 'Festival de la Aviación' que tuvo la ciudad. Y eso, sólo siete años y medio después de que los Hermanos Wright lograran el primer vuelo en diciembre de 1903.

Fue durante los festejos de las Ferias de San Juan y San Pedro —que no fueron oficialmente fiestas como hoy las conocemos hasta 1942 sino que aprovechando las ferias de ganado que congregaban a gran parte de ciudadanos de la provincia se aprovechaba para traer atracciones de verano–, aprovechando unos vuelos que la compañía francesa Borel estaba realizando en España patrocinadas por el marqués de Arlanza.

Según indica el libro Historia del Aeropuerto de León los aviadores franceses venían de volar en Zaragoza y “el campo de vuelo habilitado a los efectos sería un erial amplio y despejado, situado junto al río Bernesga”.

El alcalde de León del momento, Alfredo Barthe Sánchez-Sierra, contrató el espectáculo por cinco mil pesetas y “el 27 de junio la prensa se hizo eco de la celebración al día siguiente de un 'gran festival de Aviación en el Parque, desde las cuatro de la tarde en adelante por el aviador Mauviaus, siendo amenizados los intermedios por las bandas de música, dulzainas y elevación de globos grotescos”.

Allí se acercó gran multitud de curiosos, pero no voló el piloto anunciado, sino que tuvo que ser sustituido por Georges Leforestier. Lo cuentan así Rafael de Madariaga, Luis Utrilla y José Parejo en el libro de historia del aeródromo leonés:

“Todas las miradas estaban pendientes del pequeño hangar de madera y tele ane que se custodiaba el avión. A las cuatro de la tarde los mecánicos sacaron el aparato para ultimar los preparativos del vuelo. La gente contemplaba entusiasmada aquella maravilla de la ciencia que representaba el Bleriot XI, y que apenas era algo más que un conjunto de madera, tela y cables. Minutos después el aviador Leforestier subió al monoplaza y ordenó a los mecánicos que pusieran en marcha el motor”.

Sin embargo, el primer intento fue fallido. El piloto no lograba conseguir ni la velocidad ni la potencia para despegar por un problema en las bujías que se tardó un tiempo en solventar por parte de los mecánicos, con el público impacientándose. Minutos después de las seis de la tarde, en el segundo intento, por fin despegó sin dificultad entre el asombro de los presentes, que jamás habían visto volar un aparato de estas características. Pero sólo fueron dos minutos porque aterrizó de inmediato “por importantes turbulencias” que encontró en el aire.

“Informada la concurrencia del problema, los organizadores anunciaron que el piloto galo realizaría un nuevo intento de vuelo a la caída de la tarde, como así fue. A las siete despegaba de nuevo el piloto francés, que tomando más y más altura, fue alejándose varios kilómetros del aeródromo. De regreso al campo de vuelo el aparato describió varios círculos en el aire, antes de aterrizar junto al hangar. El vuelo había durado doce minutos”.

No se puede demostrar si los aviadores franceses venían volando por etapas o trasladaban el aparato, un monoplano muy endeble, y lo preparaban para el vuelo. De ser la primera opción, la cuestión es que el primer vuelo habría sido un día antes, el de llegada al improvisado aeródromo más allá del Paseo de Papalaguinda. Más allá de la actual plaza de toros, que se llama realmente plaza del Parque, aunque entonces allí no estaba todavía ya que fue inaugurada en 1948.

Aquellos leoneses que pudieron observar atónitos el vuelo no pudieron nunca llegar a pensar que en 1920 la Dirección General de Aeronáutica determinara que La Virgen del Camino albergara uno de los cuatro aeródromos militares de España (de la que se puede leer un reportaje del centenario aquí).

León, crucial en la historia aeronáutica de España

Los primeros aviones que llegaron a la nueva base aérea lo hicieron en 1923 (aquí otro reportaje del momento) y la base militar de aviación tuvo gran importancia en la historia aeronáutica española.

El aeródromo, que estuvo realmente operativo en 1929 alojó una escuadra de Breguet XIX además de aparatos De Havilland y protagonizó los sucesos de la Revolución del 34 con aviadores negándose a bombardear a los mineros y fue un lugar de enorme importancia durante la Guerra Civil Española, al ser el cuartel general de la Legión Cóndor de los nazis. En sus instalaciones se montaron y probaron los primeros Stuka que se hicieron famosos en la Segunda Guerra Mundial por su terrorífico bombardeo en picado.

En 1939, aprovechando el conocimiento adquirido de los mecánicos e ingenieros alemanes, se fundó en La Virgen del Camino la Escuela de Aprendices y también la Academia de Aviación, es decir, la escuela de pilotos del Ejército del Aire que estuvo diez años aquí hasta que se trasladó en 1949 a San Javier (Murcia).

Como consolación, y para no desperdiciar las instalaciones, la Escuela de Especialistas del Aire llegó al año siguiente (1950), conocida como Escuela de Mecánicos. En 1992 se reformó, creándose la Academia Básica del Aire, sustituyendo a la anterior, que en 2017 celebró su vigesimoquinto aniversario con una espectacular exhibición aérea (aquí se pueden ver las fotos de aquella jornada).

Pero el primer vuelo en León fue hace 111 años, en aquella exhibición aérea que costó “mil duros” de la época, que causó tanta (o más) expectación que la de hace cinco años de aniversario.

En este vídeo se puede ver en un festival aéreo alemán cómo despega y vuela un Bleriot XI, con lo que se puede experimentar lo que sintieron los primeros leoneses que lo vieron al lado del río Bernesga. Al ser un avión de hace más de un siglo, la sensación, aunque no sea en directo, sigue siendo de fascinación viendo volar un aparato tan endeble en comparación con los actuales. Y si a día de hoy sigue siendo fascinante, cómo sería para aquellos leoneses de hace 111 años: pura fantasía.

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