Romería de Castrotierra: tradición identitaria con fe en el futuro

Fotos subiendo la cuesta del Castro

Abel Aparicio

La Virgen de Castrotierra, señora de la lluvia a la que deben devoción -o al menos tradición- los pueblos de la Cepeda, Vega del Tuerto, Valdería, Valduerna, Maragatería, Órbigo, la Sequeda y tierras de La Bañeza volvió a su Santuario en una mañana en la que el cielo llegó a encapotarse pero que finalmente continuó soleada. Eso sí, el viento quiso jugar con las telas de los pendones y en varios tramos del trayecto tanto los remeros como las personas que pujaban las varas tuvieron que esforzarse.

Unos setenta pendones acompañaron a la Virgen de Castrotierra en una de las romerías con más fieles y más apego que existen en la Región Leonesa. A las siete y media de la mañana, puntual a su cita, salió la Virgen de Castrotierra de la Catedral de Astorga con destino al Santuario de Castrotierra. Junto a ella, decenas de cruces la acompañaron en su recorrido que, tras diversas paradas, llegó a su destino pasadas las tres de la tarde.

Este traslado de la Virgen de Castro en romería que emprendió el viaje de ida a Astorga el pasado sábado siete de mayo, fue votado por las y los Procuradores de la Tierra debido a la sequía que estamos sufriendo. Hasta 2004 la Virgen era trasladada a Astorga un viernes y regresaba a su santuario pasados nueve días, una novena, es decir, un lunes. Debido a que los pueblos están sufriendo una más que notoria emigración, en la actualidad la llegada a Astorga se produce un sábado y el regreso el domingo siguiente.

Los Procuradores de la Tierra

Según se puede leer en el libro 'La Virgen del Castro. Historia y tradiciones del santuario de Castrotierra' editado por la Fundación Conrado Blanco de la Bañeza “esta corporación, cuyo origen data de tiempo inmemorial, está compuesta de ocho delegados, uno por cada pueblo de los que formaba la jurisdicción de Astorga. Antiguamente poseían amplísimas facultades, siendo los llamados a ventilar todas las cuestiones que afectasen al orden y buen gobierno de la jurisdicción”. Este libro explica que el cargo de procurador era hereditario, pero que hoy en día se elige en concejo, eso sí, reservándose la corporación de la Tierra aceptar o no el nombramiento, siendo este vitalicio. Las y los procuradores se reunían el 25 de abril, día de San Marcos y en la actualidad se hace el domingo siguiente al día de Reyes. Ese día nombran a los cuatro presidentes que han de regir la asociación a lo largo del año.

Los pueblos que tienen presidente son: San Román de la Vega, Valviejas, Brimeda y Sopeña-Carneros. Los que tienen vicepresidente son Celada de la Vega, San Justo de la Vega, Murias de Rechivaldo y Castrillo de los Polvazares. Y con vocal están Pedralba y Nistal de la Vega.

A su vez estos pueblos se dividen en dos categorías:

Quartos: Valdeviejas, Murias de Rechivaldo y Castrillo de los Polvazares / Sopeña-Carneros, Brimeda, San Román de la Vega, San Justo de la Vega.

Y Alfoces: Celada, Nistal y Piedralba.

Los procuradores hasta el año 1959 se reunían en la conocida como “Casa de la Virgen”, edificio ubicado en la capital maragata en el que ahora se encuentra el bar “El emigrante luso”. Este edificio se vendió por un valor de 150.000 pesetas, con el fin de obtener dinero para arreglar la Ermita de la Virgen de Castrotierra.

Peregrinaciones Virgen de Castrotierra

Según los datos que manejaba José Manuel Sutil, el que fuera Archivero Diocesano y de la Catedral fallecido el verano pasado y el párroco Arturo Cabo Carrasco, más los aportados a día de hoy por la actual secretaria de los procuradores Cristina Martínez Fresco, las peregrinaciones desde la Valduerna hasta la catedral astorgana datan según libro actual desde el año 1902. En la primera mitad del S. XX apenas hubo 4 peregrinaciones: 1927, 1939, 1944 y 1949. En 1973 la ermita sufrió un incendio en el mes de marzo. Y en el S. XXI se han producido siete reomerías, incluida la de este año: 2002, 2004, 2009, 2012, 2014 y 2017.

El origen de esta peregrinación, según la tradición oral —aunque sin documentación alguna— proviene de la fuerte sequía sufrida en el siglo V, siendo obispo de Astorga Santo Toribio, que se encontraba disfrutando de una temporada en Palencia. Los agricultores, cansados de la situación que sufrían, fueron a pedirle ayuda y este les contestó lo siguiente:

Volved a Astorga, buscad no lejos de ella la milagrosa imagen de la Virgen de Castro, llevadla en procesión a la catedral y tened allí en su honor un solemnísimo novenario. Si tal hiciereis, la lluvia fecundará vuestros campos, y siempre que os encontréis en apuros de sequía, peste u otra calamidad, acudid a la Virgen y seréis remediados.

El primer documento que se conserva de esta tradición en el Archivo Catedralicio de Astorga data de 1557 y la romería, lejos de caer en el olvido, aumenta cada año. En el año 2017 unas 30.000 personas recorrieron los casi veinte kilómetros acompañando a los procuradores de la tierra, a la imagen de la virgen, a las cruces y a los pendones hasta Castrotierra. Este año, primera vez que salía la rogativa después de la pandemia, la asistencia fue menor, pero se espera que la asistencia vuelva a recuperar esos datos la próxima vez que se vote.

Las campanas y el pendón del pueblo son

La relación del obispado de Astorga con esta romería no siempre fue buena. Según cuenta en el libro 'El Concejo' Laureano M. Rubio Pérez:

El hecho de que en determinados momentos del siglo XVIII la propia jerarquía eclesiástica intente suprimir algunas romerías (Virgen del Castro), parece coincidir con el creciente cariz profano en el que entraron los pueblos y sus concejos a la hora de competir con sus propios símbolos.

Laureano Rubio deja claro en el siguiente texto el poder de los pendones:

El poner en relación las campanas y el pendón nos coloca ante dos de los elementos concejiles más importantes que de alguna forma avalan el poder del concejo y la capacidad de autogestión frente a lo forastero. Los pendones leoneses, que han llegado hasta nuestros días como elementos o símbolos de una identidad diferencial, están estrechamente ligados al poder concejil y a esa independencia y autonomía que tuvieron y conservaron las comunidades rurales leonesas a lo largo de los siglos.

La Romería

A buen ritmo salió la comitiva que en poco tiempo llegó a Celada, localidad en la que tuvo lugar el primero de diversos parones. Durante casi veinte minutos la lluvia y el aire hicieron su aparición, presagiando un viaje duro y desagradable. Nada más lejos de la realidad, al menos, en lo concerniente a la lluvia.

La marcha se reanudó y tras alguna parada más para reagrupar los pendones aparecieron los primeros remolinos, lo que obligó a varios pendones y pendonetas a abrir sus dos remos. Esto supone más peso para la persona que puja el pendón, pero la estabilidad es mayor. Paso a paso los pendones llegaron a las praderas de Riego donde tendría lugar el deseado descanso.

Aproximadamente media hora después y tras reponer fuerzas, el camino continuó con nuevas rachas de viento, lo que provocó que de nuevo se tuvieran que intensificar los esfuerzos. Relevos cortos y continuos para pujar los pendones. En cuanto al aire, el viaje de ida no tuvo nada que ver con este, pero si bien para las personas que pujan le conlleva duplicar el trabajo, visualmente el movimiento de las telas es un espectáculo digno de apreciar.

Sobre las dos y media llegó al santuario el primer pendón —Santa Marina del Rey— y una hora después hizo su entrada en el último (Castrotierra de la Valduerna) acompañando a la imagen de la Virgen de Castro.

Una vez oficiada la misa, las decenas de personas que se acercaron andando más las que se sumaron a última hora disfrutaron en las laderas del castro de una buena comida acompañada por algo de lluvia, pero que finalmente dejó difrutar a los comensales de este día.

Sembrando futuro

Son varios los pueblos que están doblegando esfuerzos para que esta tradición siga manteniéndose. Un ejemplo de esto es San Román de la Vega. Una pequeña pendoneta fue sacada de nuevo en romería para que las más pequeñas y pequeños disfrutaran de un día festivo llevando el símbolo que representa a su pueblo.

Nuria Banco y Cristina González, dos primas que realizaron su primera romería según recuerdan sobre los siete años y que cogieron la pendoneta por primera vez con catorce cuentan como el paso de los años no hace que abandonen esta tradición. “A mí me lo metió mi madre en vena, luego la familia y el pueblo, te tira el pueblo”, comenta Nuria con una sonrisa en la boca. Por su parte, Cristina explica que “aparte de que me gusta estar con la gente de mi pueblo porque hay muy buen rollo, estoy aquí por mi padre, ya que llevo viniendo con él desde que era pequeña”.

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