Brañuelas, colmenas de tercera generación

Asier con traje de faena

Abel Aparicio

En los últimos años vemos que el número de congresos, debates, charlas, libros y conferencias sobre la España Vaciada va en aumento. Lamentablemente, aunque muchas veces se quedan en nada, otras sirven para tejer redes, enlaces, facilitar contactos, conocer líneas de ayuda o mostrar nuevas ideas.

Sin hacer mucho ruido, Asier Serrano (Donosti, 1996) hizo un viaje a la inversa de lo que suele ser habitual. Viajó de su Euskadi natal para afincarse en el pueblo de su familia paterna, Brañuelas, en la comarca de la Cepeda, en la más septentrional de las tres provincias leonesas. Se suele decir que de raza le viene al galgo, y es que por las venas de Asier corre sangre apícola, ya que tanto su padre, Roberto Serrano, como su tío, Carlos Serrano, se dedicaban a la apicultura. Ambos herederos de la actividad de su padre, y abuelo de Asier, que llegó a tener 50 colmenas. Hablamos con Asier y con Roberto en Brañuelas, en una tarde soleada de este otoño cepedano que ya invita a encender las primeras calefacciones y los primeros braseros.

Asier, con 16 años te trasladas con tu padre a Brañuelas. Al terminar bachillerato y un módulo de automoción, decides seguir formándote para formar parte de la empresa familiar, es decir, la apicultura. No es lo habitual en una persona de tu edad, ¿qué te llevó a ello?

En un principio yo no valoraba dedicarme a la apicultura. Al acabar Bachillerato hice un módulo de automoción como dices con sus correspondientes prácticas. En el taller hablaba con mis compañeros y me explicaban con detalle sus condiciones laborales. La automoción es algo que me gusta, y no poco, pero analizando lo que me decían, me empecé a plantear si eso era lo que quería para toda mi vida. En esos meses mi padre se jubilaba y, lógicamente llegó el día que ambos estábamos esperando. “Yo me jubilo, ¿te animas a seguir con las abejas o las vendemos?”. En ese momento comparé lo que conllevaba llevar el peso de la empresa familiar con el resto de trabajos que hay por la zona, y después de darle no pocas vueltas, opté por las abejas.

Vemos que por falta de oportunidades o simplemente siguiendo la tendencia general, los y las jóvenes del medio rural se van a las ciudades a estudiar y luego ya no regresan. Algo que se escucha mucho es, “estudia y vete de aquí, es lo mejor” ¿Por qué cala tanto este mensaje?

Mira, justo esta mañana, la Asociación Cuatro Valles organizó en su sede una jornada junto a la Universidad de Valladolid en la que la despoblación era su eje central. Me invitaron por ser una persona joven, con un proyecto laboral en una zona de escasa densidad poblacional. La nave que tenemos proyectada en Brañuelas y la forma de trabajar con la extracción de la miel es algo novedoso en el noroeste peninsular. Creo que al menos este encuentro sí sirve para facilitar contactos, intercambiar puntos de vista y empezar a sembrar futuro. Hablamos de los planes de la Transición ecológica y el Reto Demográfico. Hay, o al menos había una tendencia muy marcada, quizá por el desconocimiento, de que la gente de tu pueblo te diga que te vayas de ahí a vivir a una ciudad. Yo creo que en una ciudad puedes sobrevivir y en un pueblo puedes vivir. Con la pandemia parece que la tendencia está cambiando, muy poco, pero algo sí.

Vemos que hay una corriente incipiente sobre señalar el problema de la despoblación, pero son pocas las veces que se concretan medidas. ¿Cuáles son las principales trabas que te estás encontrando para llevar a cabo tu actividad?

El principal problema que me encontré a la hora de asentarme en Brañuelas fue la vivienda, no hay vivienda ni pública ni privada disponible para alquilar en la gran mayoría de los pueblos. Ves casas vacías, pero prefieren tenerlas cerradas antes que alquilarlas o venderlas. Es cierto que aquí se está haciendo un pequeño parque de vivienda pública, pero es la excepción. Otro de los problemas es la escasez de gente joven, es algo obvio, pero para que venga gente joven tiene que haber gente joven, si no, te echas para atrás. Cuando vine a vivir a Brañuelas con dieciséis años, no éramos más de cinco con menos de veinte, y eso es un grave problema. Por suerte y por ciertas medidas que se están tomando, la situación actual es bien distinta.

Otro tema importante es la búsqueda de líneas de financiación. En ese caso, al estar en zona minera y ser joven, tanto la asociación Cuatro Valles como el sindicato COAG me están sirviendo de apoyo. Si quieres que la gente viva en pueblos, se tienen que dar facilidades, o al menos, no poner trabas.

¿Qué te dicen tus amigos y amigas de Donosti cuando le dices que vives en un pueblo de menos de doscientos habitantes?

La mayoría de ellos no son capaces de entenderlo. Les cuento mi situación, cómo es mi día a día y al final muestran hasta cierta envidia, sana, eso sí. Cuando les digo, por ejemplo, que aparco a la puerta de casa, no se lo creen. El trabajo allí es como en la mayoría de los sitios, poco y mal remunerado, y sobre el tema de la vivienda mejor no hablar. Donosti es una de las ciudades con el suelo más caro de todo el Estado, tanto para alquilar como para comprar. España tiene un grave problema en general con la vivienda.

Para que una persona de tu edad pueda decir, mira, se puede trabajar y vivir en Brañuelas sin necesidad de hacerlo en una ciudad, ¿qué es lo básico que señalarías?

El bienestar, el trabajo y la calidad de vida. Esos tres, al menos, son pilares fundamentales. Ahora bien, en un pueblo pierdes el anonimato que te da una ciudad, y cuando eres joven, al menos en mi caso, prefieres que no todo el mundo sepa lo que haces a cada hora.

Trabajar con animales es muy diferente a cualquier otro empleo, ya que tratas con vidas. ¿Qué viste en la labor de tu padre para seguir su camino?

La apicultura me resulta un mundo fascinante. Como humanos tenemos mucho que aprender de las abejas. Ellas forman una sociedad colectiva, con todas las letras. Los humanos somos, cada vez más, una sociedad individualizada.

Un factor primordial que valoro en mi trabajo es la diversidad. No es lo mismo hacer un trabajo mecánico durante ocho horas que desarrollar decenas de tareas en un colmenar. Puedes darle varios enfoques a una misma labor para intentar mejorar. Es un reto diario. Al ser apicultor también tienes que ser botánico, administrativo, meteorólogo, etc. Es fascinante.

Roberto, la biblioteca que tienes en tu casa sobre la apicultura es una de las más completas que vi, ya que abarca libros desde las últimas décadas del siglo XX hasta este mismo año. Por lo que veo, este trabajo en tu caso es vocacional, ¿de dónde te viene?

La primera vez que vi algo parecido a una colmena fue con trece años, era un enjambre silvestre en una bobina. Se lo conté a mi padre y este a un amigo que conocía la apicultura. En pocos días fueron por allí para pasar ese enjambre a una colmena moderna. A mí no me dejaron estar allí, porque soy alérgico a la picadura de las abejas, pero me agazapé entre unos matorrales para que no me vieran y puede observar toda la operación. Ese trabajó me asombró. Y desde entonces, hasta hoy.

¿Qué diferencias ves entre tus inicios y los de Asier?

Antes no había nada. No había dinero, no había locomoción, no había comerciantes, no era productivo. Yo empecé de cero, sin nada.

(Asier): y yo empecé con un maestro a nivel mundial. Mi padre, en 1999, cuando trabajaba en Giez-Berri, una empresa apícola de Gipuzkoa, se dio cuenta de que la forma con la que se estaba trabajando con las abejas se podía hacer, con una técnica que tenía en la cabeza, de una manera mucho más eficaz. Se lo comentó a su encargado y le dijo que lo pusiera en práctica y que escribiera un libro sobre ello. El libro no lo llegó a escribir, pero la idea sí la puso en práctica. Fue un avance estratosférico, algo que llevaba estático ciento cincuenta años, cambió, y lo hizo en la cabeza de mi padre. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Sin que él sea uno de los mejores apicultores de España, yo no estaría aquí.

No son pocas la veces, Roberto, que indicas que muchas de las respuestas a las enfermedades están en la naturaleza, la miel, aparte de ser un manjar, ¿qué propiedades curativas tiene?

La miel es un alimento básico, deberíamos comerlo todos los días, pero el propolio es genuino, tiene propiedades como antibacteriano, antimicótico, antiparasitario, antialérgico, analgésico, anestésico, antivirales y un muy largo etcétera. A parte, en una colmena tienes varios productos medicinales: polen, jalea real, propolio, veneno y cera. Date cuenta que lo bueno de las plantas también está en la miel. Si se recoge del eucalipto, tiene propiedades para la garganta, si viene del brezo, para los riñones, si viene del romero, para el hígado. Lógicamente, solo con la miel no basta, pero sí ayuda, y mucho.

Asier, ¿cuáles son las principales vías de distribución de vuestro producto y cómo le dais salida desde Brañuelas?

Pues en cantidades, unos 1.000 kg al por menor, a través de amigos y el boca a boca. Unos 3.000 kg través de un distribuidor y los 14.000 kg restantes a granel.

Villagatón es uno de los municipios donde la minería fue fuente de riqueza. El año pasado se confirmó que está incluido entre los que recibirán fondos de la Transición Justa. Los fondos MINER fueron criticados porque no siempre fueron destinados a la reindustrialización. ¿Confías en que esta vez no sea así?

Creo que esta vez se están contando con todos los agentes sociales, trabajadores, organismos públicos, grupos de acción local, etc. Hay un estudio serio de qué proyectos se financian y qué proyectos no. Qué proyectos tienen proyección a medio y largo plazo y cuáles no. Creo que ahora se están haciendo las cosas bien. Como te indiqué, en la reunión de esta mañana había buenos profesionales con trabajos muy serios.

Centrándonos en la producción de este año. ¿Qué tal se dio la recogida de la miel?

Pues a falta de una semana para finalizar la campaña, puedo decir que estamos en un año medio, unos 25 kg por colmena. Las condiciones climatológicas no fueron las más apropiadas, pero no se dio mal.

¿Qué proyectos tienes a medio y largo plazo?

La nave, es lo fundamental. Espero que de aquí a dos años sea una realidad. La maquinaria que vamos adquirir cambiará todo el proceso de trabajo. En el almacén realizaremos las labores de extracción, envasado, registro sanitario, etc. Multiplicaremos por cinco la capacidad de extracción y vaciado. Lo que hacemos tres personas en una semana lo haremos dos en una jornada.

Roberto, en cuando a la forma de trabajar, ¿echas algo de menos de tus inicios como apicultor o se está yendo por el buen camino?

Ppfff, (resopla). Aquello no valía para nada, ahora sí estamos en el buen camino. Las colmenas no eran prácticas, no había medios. Ahora hay una cultura apícola, antes no.

Para finalizar, ¿qué habéis aprendido el uno del otro en estos años de convivencia laboral?

Asier: Todo. Como indiqué, si no es por mi padre, yo no estoy aquí hoy hablando de abejas contigo.

Roberto: Las cosas no son como parecen, la fuerza de la juventud se pierde. Piensas que un proyecto no puede salir. La iniciativa y el empeño decaen. Veo que Asier llama a todas las puertas, por lejanas e inaccesibles que parezcan estar. Busca ideas, líneas de financiación y todo lo que sea necesario hasta debajo de las piedras. Como me dice él, ¿y por qué no?

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