La compleja gestión de nuestras basuras

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Ángela Bernardo

“La provincia tiene un problema histórico con la gestión de residuos”. Así de claro habla el profesor Estanislao Luis Calabuig, catedrático del Departamento de Biodiversidad y Gestión Ambiental de la Universidad de León, en una entrevista exclusiva. Y es que las últimas semanas han estado repletas de noticias sobre el Centro de Tratamiento de Residuos (CTR) de San Román de la Vega, construido hace diez años como solución modélica para el depósito de nuestras basuras.

Desde luego, la puesta en marcha del CTR de San Román no fue sencilla. Entre el desfase de tiempo que hubo para construirlo y la fuerte controversia con los pueblos cercanos del Órbigo y la Cepeda, el ahora convertido en basurero provincial comenzaba con problemas. Parece ser que el refranero español vuelve a darnos la razón. Lo que mal empieza, mal acaba. Y una solución de urgencia ha demostrado, una década después, que el problema de la gestión de nuestras basuras no ha sido resuelto. Al menos todavía.

Un plan para las basuras que no ha funcionado

De acuerdo al Plan de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos de la provincia, el consorcio GERSUL organiza un sistema integral para la recogida de basura. En primer lugar, se realiza una recogida selectiva en origen mediante contenedores, y se deriva a ocho estaciones de transferencia y siete puntos limpios, localizados en León, Ponferrada, Cistierna, Valencia de Don Juan, Villablino, La Robla, Mansilla de las Mulas y la Bañeza.

Siguiendo esas directrices, en la provincia encontramos tres plantas de clasificación de envases, situadas en León, Ponferrada y San Román de la Vega. En esta localidad se establecería, además, una planta de reciclaje y compostaje de residuos sólidos urbanos, que vendría complementada con un depósito controlado de rechazos.

¿Qué ha pasado con el CTR de San Román de la Vega? ¿Por qué las balas de basura se acumulan y no ha funcionado la solución de generar compost a partir del material orgánico? Calabuig explica que “la construcción del centro se realizó entre medidas extraordinarias, y supuso una solución de circunstancias”.

En cierta manera, prosigue el expero en Ecología, “parecía que todo se había solucionado con la creación del CTR, pero como vemos ahora, el tiempo pasa y aquella crisis transitoria no llegó a solventarse nunca”. Cada ciudadano de Castilla y León genera algo más de un kilogramo de basura al día, y nadie quiere tener los residuos a su puerta. Por eso, dice Calabuig, “el beneficio de la recogida de basuras debemos pagarlo para poder resolverlo”.

El coste económico de una buena gestión de nuestros residuos es algo en lo que también coincide el profesor Antonio Morán Palao, Director del Instituto de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Universidad de León. En una entrevista con ileon.com, el investigador explica que, por ejemplo, “en Montreal (Canadá) el camión de la basura pasa dos veces por semana en el centro de la ciudad, y por el resto de barrios una vez a la semana”. Entre las diferencias de León y el país canadiense en la gestión de basuras también estriba la existencia de multas para aquellos ciudadanos que incumplan la normativa.

Ambos expertos coinciden en que “no existe una solución mágica para gestionar nuestras basuras, y arreglar el desastre medioambiental que se está produciendo en San Román de la Vega. Morán Palao incide en dar una perspectiva realista del problema del CTR. ”¿Por qué había impurezas en la materia orgánica que llegaba al centro, que luego servía para hacer compost?“, se pregunta. La respuesta es rápida y contundente: ”la separación inicial en origen no ha sido adecuada, y eso en gran medida es responsabilidad de toda la ciudadanía“.

Calabuig también es crítico con la recogida selectiva en origen. “Nadie quiere tener un montón de basura a la puerta de su casa, especialmente si eso está mal gestionado”, explica. La sociedad no está concienciada del grave problema que supone la gestión de nuestros residuos, añade. “Si todos generáramos un poco menos de basura al día, se traduciría en una mejora final en la organización de los CTR”. Y es que según fuentes oficiales, la provincia leonesa produce casi 200.000 toneladas al año de residuos sólidos urbanos.

“Al final el que paga es el medio ambiente”

El problema económico de la gestión de nuestras basuras es grave, según Morán Palao. El científico explica que “con las tasas que pagamos no cubrimos, por ejemplo, la amortización de los centros de tratamiento”. Los costes económicos no son los únicos no previstos en el manejo de los residuos sólidos urbanos. “Antes de 2008, las cuestiones medioambientales se tenían en cuenta y preocupaban, pero desde que llegó la crisis y no tenemos dinero, nos hemos olvidado del medio ambiente”, zanja Calabuig.

Las cuestiones medioambientales han dejado de preocuparnos desde que empezó la crisis, porque no tenemos dinero

El investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales explica que el impacto ambiental de los CTR debe estudiarse con una evaluación previa. Después de la valoración, prosigue, la administración debe determinar la idoneidad y concretar los requerimientos para que el medio ambiente no se vea perjudicado. “El problema es que se trata de un estudio de predicción”, comenta.

La normativa respecto a estos análisis viene regulada por la Unión Europea, donde se especifica las cantidades para reutilización, obtención de energía, generación de compost o depósito final. Comenta Calabuig que “el problema es que van pasando cosas distintas de lo que predices en tus investigaciones”. Para ajustarte a la realidad, continúa, debes adaptarte a las situaciones diferenciales de cada CTR. ¿Y qué hacer ahora? El profesor de la ULE es claro: “hay soluciones técnicas buenas que, por desgracia, son económicamente inviables y horribles desde el punto de vista medioambiental”.

No hay soluciones mágicas

Morán Palao, que dirige un grupo de investigación que ha trabajado en el tratamiento de basuras, incide en el problema inicial de separación en origen. “Queremos magia -dice el científico- pero no tiene sentido ahora mismo realizar un tratamiento experimental”. Su equipo trabajó hace tiempo con el CTR de San Román de la Vega, estudiando si podría aplicarse la digestión de la fracción orgánica de los residuos del centro.

Como explica el director del IRENA, “aun sin conocer la realidad del CTR, es probable que la mayor parte de la materia orgánica esté ya descompuesta”, por lo que ve inviable aplicar cualquier tratamiento experimental. “Las máquinas se estropearían porque recibirían un gran barrizal”. Morán Palao comenta algunas de las soluciones aplicadas en otros países. En Dinamarca, por ejemplo, “existe una buena separación en origen y las plantas de compostaje funcionan bien”.

En España somos unos novatos en la gestión de residuos

Otra posibilidad es la incineración de residuos, como hacen en Holanda. Para ello, deberías secar las basuras y quemarlas, actividad imposible en España. Y es que como añade Calabuig, “no conocemos los costes medioambientales de la incineración porque no sabes qué estás quemando”. Morán Palao añade otra posible solución técnica: separar la fracción orgánica, para intentar aprovecharla en la producción de biogás.

Según explica Calabuig, “en España somos unos novatos en la gestión de residuos”. Si decides trasladar las basuras al depósito final del CTR, sólo estarías acortando la vida media del receptáculo. “¿Deberíamos construir otro CTR?, se pregunta. ”También puedes reutilizar los residuos, ¿pero a qué precio?“, prosigue. El científico leonés explica que, por ejemplo, en Alemania aprovechan los antiguos vertederos como minas. ”Aquí es imposible, no tenemos dinero“, concluye.

Como vemos, la gestión de nuestras basuras es un tema demasiado complejo. Los expertos de la Universidad de León insisten en que “es imposible ofrecer una solución mágica al problema del CTR”. Las posibilidades comentadas, explican, tienen un coste económico importante y un impacto ambiental que debemos valorar. En lo que ambos investigadores coinciden es en la responsabilidad individual: “falta mucho que resolver en nuestro comportamiento diario en la gestión de basuras”, concluye Calabuig.

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